El Tiempo.-

El capo, en privado, se daba gusto con sus amantes, haciendas y lujosos vehículos.

A Daniel el ‘Loco’ Barrera lo tenía acorralado la ansiedad. Lo perseguía la idea de ser atrapado antes de lograr un acuerdo para su entrega con las autoridades de Estados Unidos.

Para controlarse, fumaba puros cubanos y leía libros de superación personal y de guías espirituales, como el Dalái Lama.

Cuando al fin cayó, el pasado 18 de septiembre en San Cristóbal (Venezuela), los agentes de Inteligencia que le seguían la pista confirmaron que el capo tenía una vida de contradicciones: aunque se esmeraba por mantener un bajo perfil, en ocasiones sacaba a relucir sus extravagancias y su fortuna, que las autoridades calculan en más de 834 millones de dólares.

Mientras vivió en Venezuela, se movilizaba en vehículos de gama baja, como Chevrolet Spark. No obstante, en ciudades turísticas del vecino país tenía parqueados sus verdaderos caprichos: Porsche, BMW, Mercedes Benz, Alfa Romeo y Jaguar.

Fue precisamente uno de sus automóviles favoritos, un Porsche Carrera, el que uno de sus siete hijos dejó en pérdida total. Ocurrió en isla Margarita, durante unas vacaciones.

Sin embargo, el ‘Loco’ se empecinó en arreglarlo. Delegó a uno de sus hombres de confianza (hoy preso en La Picota a la espera de ser extraditado a EE. UU.) para que consiguiera los repuestos en Miami, incluido un motor nuevo.

Las mujeres también eran su debilidad. Barrera envió a su esposa en Argentina -quien vive allí con dos de sus hijos-, pero mantenía varias amantes, de perfil discreto, lejos del modelaje y los reinados.

Tres de ellas -una señora de 50 años, con sus dos hijas, de 18 y 27 años- viajaban a visitarlo desde Bogotá. Esos viajes sirvieron para detectar sus desplazamientos por el vecino país.

Una de ellas le estaba cuidando las heridas que se propinó en las manos para borras sus huellas.

El temor de ser capturado lo llevó literalmente a quemarse los dedos en una sartén hirviendo.

Sellos falsos

Cuando a finales del 2007 sintió que se le estaba cerrando el cerco en Colombia, el ‘Loco’ Barrera se movió por Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, Bolivia y Venezuela.

Lo hizo con pasaportes falsos, en poder de las autoridades, que están llenos de sellos de entrada y salida de esos países, los cuales estampaba él mismo. Dichos sellos falsos de inmigración se encontraron en el operativo de captura.

Además de pasaportes tenía otra gran colección. El ‘Loco’ estaba obsesionado con el ciclismo, deporte que practicó para bajar de peso y así cambiar la apariencia de hombre obeso que circulaba por el mundo a través de Interpol.

En la finca de Guanare (Venezuela), donde se escondía, tenía 20 bicicletas, algunas con GPS (sistema de localización satelital) y en su auto guardaba un maletín con uniformes de ciclismo junto con una bolsa llena de pan.

Las bicicletas las alternaba para salir a hacer recorridos diarios de 50 kilómetros, en solitario. Y en el clóset de la casa tenía decenas de zapatillas e implementos sin estrenar.

Antes de ser conducido hacia un comando de la guardia venezolana, donde ahora espera su extradición a EE. UU., el ‘Loco’ les ofreció a los policías la bolsa con los panes. Según les dijo, a pesar de ser un hombre adinerado ese fue su almuerzo durante semanas y no quería que se perdieran”.

Rastrean tierras y ganado del capo

El ‘Loco’ Barrera era la ficha clave para articular el negocio del narcotráfico entre las Farc, la banda criminal Erpac, la ‘Oficina de Envigado’ y ‘los Urabeños’, entre otros. Gran parte del dinero que obtuvo lo invirtió en grandes haciendas en Colombia y Venezuela, en centros comerciales, taxis, empresas de transporte y hasta de ambulancias. De manera constante, pedía detalles de sus inversiones en compra y venta de tierras y ganado, producción de leche y carne, y cría y venta de caballos de raza fina. Barrera llevaba su contabilidad en una libreta y citaba a reuniones cada 45 días.