fotos_de_la_escena_del_crimen_pasional_en_el_country_martindaleCosecha Roja.-

Desde que Fernando Farré degolló a Claudia Schaefer en el vestidor de la casa del country, los primeros abogados defensores del femicida se ocuparon de sembrar la duda en los medios: contaron que había perdido el trabajo y que estaba deprimido, dudaron sobre quién había llevado el cuchillo y  hablaron de “emoción violenta”. El flamante representante de Farré, Adrián Tenca, dijo hoy que su cliente podría ser inimputable. “No hay posibilidad de admitir la emoción violenta, es una figura que desampara a las víctimas y genera impunidad para los victimarios. Esto es un femicidio, el hecho más grave del terrorismo sexista”, dijo a Cosecha Roja Liliana Hendel, psicóloga, periodista y Coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina.

La teoría de la emoción violenta se parece a la del “crimen pasional” o a remitirse a una supuesta “naturaleza competitiva” del varón: se invisibiliza la desigualdad y se corre el riesgo de patologizar al femicida. “No es un enfermedad, es cultural, los violentos creen que tienen un título de propiedad sobre las mujeres a las que dicen amar. El momento más riesgoso para la mujer es cuando se quiere separar”, dijo Hendel.

Schaefer soportó una década de maltrato y denunció a su marido ante la Oficina de Violencia de Género (OVD) de la Corte Suprema 20 días antes de morir. El 4 de agosto contó que ella lo amenazó con grabar con el celular si seguía discutiendo temas económicos adelante de los hijos y que él la tiró al piso y le puso el pie encima para inmovilizarla. La OVD consideró que el riesgo era leve y la jueza Marcela Sommer dictó la medida cautelar de exclusión del hogar y no acercamiento.

En ese contexto Schaefer y Farré acordaron encontrarse en la casa del country que usaban los fines de semana para terminar de acordar la división de bienes y que ella se llevara algunas cosas. “No se puede desconocer la desigualdad que producen las violencias entre mujer y varón en la sociedad patriarcal. Los juzgados que permiten mediaciones entre violentos y violentadas deben ser denunciados por mala praxis: es como sentarlas a negociar con un torturador, es quien ejerció violencia durante meses o años contra ellas”, dijo Hendel.

Para la periodista existe responsabilidad de quienes permitieron el encuentro: desestimaron la denuncia previa y la dejaron a solas con el violento. “Los abogados que se dedican a derecho de familia deberían tener formación en perspectiva de género”, dijo.

El viernes él fue hasta Pilar con su mamá y su abogada en el auto. Según contó Mariana Gallego (la abogada que lo asistía durante el divorcio), el hombre preparó té mientras esperaban a Schaefer. Ella llegó con su abogado y Farré pidió estar a solas con su esposa. La siguió hasta el vestidor y cerró con llave. “Se dieron cuenta de lo que pasaba recién cuando ella empezó a gritar. Nada de esto parece ser una situación espasmódica que lo agarró de golpe”, analizó Hendel.

Tenca -el abogado que defendió a Mangeri y que acaba de tomar la representación del empresario- dijo ante los medios que para que alguien sea penalmente responsable “tiene que comprender la criminalidad de sus actos” y que Farré puede ser una persona inimputable. El abogado y la fiscal Carolina Carballido Calatayud esperan las pericias psicológicas.

Para hablar de “emoción violenta” -contemplada en el artículo 82 del Código Penal- hacen falta dos elementos: algo interno (no poder contener una reacción) y una motivación externa, algo que sucede. Para Hendel, la figura no existe cuando se trata de un femicidio. “Había antecedentes concretos, hubo una denuncia y al menos un testigo que lo vio (la empleada doméstica). Además hay un hecho incontrastable: Farré agarró dos cuchillos y la mató”, dijo. Para ella hablar de ‘emoción violenta’ desliza la idea de que Claudia ‘algo hizo’ para que él no se pudiera contener. Otra vez se culpa a la víctima.

Los abogados y la mamá de Farré trataron de abrir el vestidor e incluso rompieron un vidrio. Farré salió cuando ya la había degollado. Se sentó a esperar a la policía y, cuando llegaron los agentes del Comando de Prevención Comunitaria de Pilar no se resistió. La fiscal lo imputó por femicidio y, tras la inspección ocular del lunes en el country, dijo que cree que el hombre había planeado asesinar a su esposa y que preparó los dos cuchillos.

La pareja tenía tres hijos en común. Según la legislación actual, el femicida no pierde la patria potestad de los hijos. La Asociación Civil Casa del Encuentro presentó un proyecto de ley en ese sentido. “Los hijos de Claudia se suman a la lista de huérfanos: de madre porque la asesinaron y de padre porque matar lo que ellos más amaban eso lo saca de situación de padre. Un papá cuida, no asesina”, dijo Hendel. Desde 2008 son más de 2000 los niños, niñas y adolescentes que perdieron a la mamá.