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Por Mercedes Liska*/Fotos: Lucía Blaugrana
Hace pocos días se difundió una entrevista en la que el músico Andrés Calamaro criticaba un proyecto de ley que propone elevar la presencia de artistas mujeres en los festivales de la Argentina. El tono agresivo y encriptado de su postura generó la viralización en las redes sociales. Los comentarios dejaron ver un malestar que va más allá del proyecto en sí: las tramas culturales de las que emergieron círculos de mujeres que colectivizan la música y que se organizan para defender sus derechos de participación en la escena artística profesional de la Argentina.

“La agresividad de ciertos cambios culturales supera mi imaginación”, titula la nota publicada en un sitio web español el 31 de octubre pasado. Sus dichos despertaron numerosos comentarios en Twitter, entre ellos, de artistas que impulsan el proyecto como es el caso de Paula Maffía, a la que Calamaro dirigió una respuesta redoblando el tono hostil de rockero trasnochado.   

El 21 de septiembre de 2018 ingresó al Senado argentino el proyecto Cupo femenino y acceso de artistas mujeres a eventos musicales (3484-18) que es impulsado por una mesa de músicas de distintos circuitos y haceres dentro de la actividad. La mesa, conformada por iniciativa de Celsa Mel Gowland, cantante y ex vicepresidenta del INAMU -Instituto Nacional de la Música-, a los fines de impulsar esta ley, en respuesta a la exclusión sistemática de mujeres en extensas grillas artísticas de los grandes festivales.  

En pocos meses el proyecto fue visibilizando la gestación de numerosos colectivos de músicas con una agenda de actividades artísticas y sociales en torno a la creación musical en diferentes lugares del país: Músicas Unidas, Música de Mujeres de Santiago del Estero, Suena Tremenda y Grita de Mendoza, Mujeres Músicas de SONAR de Córdoba,  Músicas Platenses en Red, Mujer Trova, o el Colectivo Mujeres-Músicas de Rosario, entre otras.  

La ley no se gestó en el vacío. Festivales autogestivos, encuentros de compositoras, o la organización de participaciones musicales en apoyo a diferentes actividades en contra de la violencia de género. Para la última movilización del 8 de marzo se organizaron ensayos, se compusieron canciones, se generaron situaciones espontáneas de improvisación musical en el encuentro de las artistas en la calle. Las manifestaciones masivas se convirtieron en acontecimientos culturales y la música parece tramar su propia historia en o con el movimiento de mujeres.

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El grupo de percusión Batuka tocando frente al Congreso de la Nación junto a la cantante Malena D´Alessio.

En julio de este año el INAMU comenzó a trabajar una agenda de género coordinada por la nueva vicepresidenta, Paula Rivera, acompañando el proyecto presentado por la Campaña Más Músicas Mujeres en Vivo. Ya se realizaron 11 encuentros regionales con alrededor de 1000 músicas mujeres, incluyendo a quienes se desempeñan en otras actividades del sector; productoras y gestoras, managers, técnicas e ingenieras, entre otras.      

Al margen de las numerosas movidas culturales que convergen en la escena de la discusión, la ley en sí es muy puntual; pide regular el acceso de las artistas mujeres a los eventos musicales en vivo que convoquen a un mínimo de 3 artistas o agrupaciones musicales en una o más jornadas, que pueden ser bandas mixtas y no sólo de mujeres, porque de lo que se trata es del acceso al trabajo. Los festivales son los espacios en donde se muestra el espectro variopinto de la música que se realiza actualmente en el país, donde se asiste a ver algún artista en particular y se conoce a otros, renovando cíclicamente la escucha de los públicos.

El proyecto ya cuenta con el apoyo de 18 senadores y senadoras de 7 bloques políticos diferentes, y un abultado número de adhesiones institucionales entre los que se encuentran escuelas, conservatorios y universidades de enseñanza de la música, la Federación Argentina de Músicos Independientes (FAMI) y muchas de las asociaciones de músicos que la integran, la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI), la Sociedad Argentina de Autores y compositores (SADAIC), el Sindicato Argentino de Técnicos Escénicos (SATE), y el Sindicato de Músicos (ASIAR); es decir, casi todas las entidades que nuclean la actividad del sector.   

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Acto de presentación de la ley en el Congreso de la Nación el 16 de octubre pasado junto a la senadora presentante, Anabel Fernández Sagasti, y la senadora que preside la Banca de la Mujer, Norma Durango.

Profundizar en los dichos de Calamaro sería un sinsentido. Sus imprecisiones dejaron en claro que se dejó llevar por preconceptos, y que no leyó la letra de la ley aunque el documento fue difundido a través de los perfiles de la Campaña en redes sociales hace casi dos meses. El análisis que realizaron Alcira Garido y Mel Gowland de los 46 festivales más importantes del país muestra que la peor representación de mujeres ocurre en los eventos de rock. De los cinco festivales realizados en 2018 hasta el momento de presentación del proyecto el promedio muestra un 4.68% de bandas lideradas por mujeres y un 11.87% de conjuntos mixtos. La mesa impulsora evitó dar a conocer las cifras y nombre específicos de cada evento porque el ánimo no es la persecución sino el de valerse de la información existente señalando el conflicto, pero reconstruir lazos. El proyecto recogió el apoyo de otros referentes masculinos del género, como Ricardo Mollo, Juanchi Baleiron o Manuel Moretti. El Indio Solari compartió un mensaje de adhesión donde sostiene que las bandas más originales del momento actual están formadas por mujeres.  

A través de la ley las artistas están señalando una problemática de trasfondo sociocultural: que la imposibilidad de una convergencia en los escenarios tradicionales hizo que el caudal creativo que se viene desarrollando sea canalizado en espacios y actividades exclusivas, tendiendo a la demarcación de guetos por género y sexualidad que abarcan la fragmentación de los públicos. El pedido de las artistas por compartir los mismos escenarios protege la convergencia y articulación social.  

En uno de los videos de apoyo a la ley difundidos por la campaña, Lula Bertoldi de Eruca Sativa, dice: “Queremos que las nuevas generaciones vayan a los festivales, vean a las mujeres, tengan referentes para seguir. Mujeres que las inspiren a hacer lo que aman y que nada las detenga”.

Bertoldi integra una de las poquísimas bandas de referentes mujeres programada en los festivales. Es ahí donde establece una distancia abismal respecto de la apreciación negativa de Calamaro, inscribiendo su apoyo en el acompañamiento y el incentivo de mujeres más jóvenes que quieren dedicarse a la música.

A lo largo de su historia, el rock argentino supo abrazar las causas sociales que emergen desde abajo, pero frente a las problemáticas de género en todas sus facetas, parece amordazado. No se trata solo de discursos, tampoco de talento -aunque sobra-, sino de sensibilidades que interpelan una época. Es ahora que necesitamos que se escuchen otras voces, porque confinar a las artistas a guetos de mujeres implica negarse a comprender este tiempo.     

*Investigadora de CONICET especializada en temas de género y sexualidad en la música que participó en el proyecto de ley de cupo.