Lucas tiene 18 años y vive en La Paz, en Quilmes. Encontró a su papá jalando pegamento en el baño. “Eso te rompe la cabeza. Él sabe que nunca le traje problemas, y si te paga con una moneda así te dan ganas de irte”, dice Lucas. Su hermano Fernando, de 16 años, también consume. Lucas consiguió trabajo de limpieza en un sanatorio de la zona. “En mi casa se esperaban que nunca iba a trabajar. Decían que iba a estar todo el día tirado, que nunca iba a hacer nada. Hablaban mal. Decían que yo era re vago, que venía drogado”, cuenta.

Historias como las de Lucas y las de otros jóvenes de más de 40 barrios populares de la provincia de Buenos Aires son las que recoge el libro “Dársela en la pera”, publicado por editorial Marea y fruto del trabajo territorial del Instituto de Investigación en Jóvenes, Violencia y Adicciones (IJóvenes) que depende de la Cámara de Diputados bonaerense. Ese trabajo, además del último informe realizado por IJóvenes, denominado “La guardias hospitalarias ante el consumo problemático”, fueron presentados ayer, en el Centro Cultural Borges, en el marco de un seminario organizado junto a la Universidad de Tres de Febrero.

El encuentro, que empezó con dos foros de discusión donde decenas de académicos, periodistas, trabajadores de salud y funcionarios discutieron los aspectos centrales de la problemática, terminó con una mesa en la expusieron  el diputado bonaerense Fernando ‘Chino’ Navarro, el vicepresidente la cámara de diputados de esa provincia, Manuel Mosca, el intendente de San Martín Gabriel Katopodis, los periodistas María O’donell y Cristian Alarcón y los diputados de mandato cumplido Nancy Monzón y Walter Martello.

“Este libro es un diagnóstico que nos permite empezar a conocer lo que pasa en los barrios y a empezar a construir un camino que nos ayude a pensar en cómo resolver este problema. Eso se logra con políticas de Estado, pero no sólo con ellas, porque es en la organización popular y comunitaria desde donde hay que dar la pelea”, analizó el diputado y director de IJóvenes, Fernando “Chino” Navarro.

El director territorial del instituto, Cristian Alarcón, planteó que el título del libro resume un “emblema de los pibes”. “Dársela en la pera es un emblema para ellos: algunos se la dan en la pera y no vuelven, o pierden un ojo o una pierna en ese camino. Los chicos se convierten en un síntoma constante y sus cuerpos, en la última frontera del dolor y del límite. En esos cuerpos y en sus límites confirman que están vivos y allí el consumo aparece como una moneda de dos caras: es buscar el placer en una situación que, a su vez, produce daño”, resumió.

Con respecto a la etnografía que dirigió este año, condensada en un informe que relata las experiencias relevadas durante dos meses en tres hospitales nacionales, once hospitales de la provincia de Buenos Aires, cinco hospitales municipales y cuatro salitas que dependen de CPA (Centro Provincial de Atención), Alarcón destacó que “las guardias de los hospitales son universos múltiples de conflictividad” a donde llegan los pibes en situaciones límite, después de, una vez más, “dársela en la pera”.

“Los hospitales hacen lo que pueden, no existe un protocolo de atención. Los pibes pasan por las guardias y se diluyen, cuando en realidad ese debería ser el límite”, sintetizó, y apostó a continuar trabajando a futuro “en una interlocución con un Estado que tenga ganas de escuchar”.

darsela-en-la-peraAlfredo Fernández, secretario ejecutivo de IJóvenes, advirtió que “lo que está pasando con los jóvenes es una problemática que atraviesa a todas las clases sociales” y que parte de la respuesta implica cambiar “cómo pensamos a los jóvenes”. “La sociedad tiene que estar preparada para dar respuesta a sus problemáticas particulares y el problema de los consumos problemáticos tiene que ser abordado como un problema integral por parte del sistema de salud”, observó.

El intendente de San Martín, Gabriel Katopodis,  resaltó que los informes elaborados “reflejan un paso importante porque todos los que trabajamos con el problema vemos que nos falta información”. “Es mucho lo que no sabemos de los que pasa en nuestros barrios. Tener un testimonio y un registro sistemático nos ayuda a pararnos mejor ante lo que nos pasa y a plantearnos objetivos más claros”.

El vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Manuel Mosca, se comprometió a “tomar la iniciativa planteada por IJóvenes y profundizarla como política pública para dar el debate necesario en el Poder Legislativo”, al tiempo que destacó que las respuestas a los consumos problemáticos se construyen, también, involucrando a otros actores sociales, como los curas que trabajan en distintos barrios del Conurbano bonaerense y cuyas experiencias de intervención se relatan en el libro publicado.

Una de las vicepresidentas del Instituto, Nancy Monzón, llamó a tomar en cuenta “lo que han pedido los curas villeros, quienes nos abrieron las puertas para trabajar con ellos en la investigación, y que su grito sea un grito que nos duela a todos: Ni un pibe menos por la droga”. En tanto, Walter Martello, también vicepresidente de IJóvenes, destacó que los trabajados de campo elaborados “tienen la intención de recoger experiencias territoriales que nos permitan conocer lo que pasa con los jóvenes cuando el Estado no interviene ni se compromete con ellos”.

“’Dársela en la pera’ es un libro atractivo y doloroso que implica un ejercicio muy importante: brindarnos un testimonio que nos permita ponernos en el lugar del otro. Los jóvenes y las drogas siempre se vinculan de la peor manera y estos textos nos ayudan a dar vuelta la agenda y a entender que las cosas se ven distintas si lo miramos desde otra perspectiva”, sintetizó la periodista María O’ Donnell, también presente en la mesa.