Lucila Frend ha sido acusada de nuevo por el crimen de su amiga Solange Grabenheimer, ahora por el fiscal de Casación. El “karateca” Osvaldo Martínez ha regresado a la cárcel por el cuádruple crimen de La Plata. Dos casos, dos enigmas.

Cecilia Di Ludovico / El Identikit – http://elidentikit.com/

Sangre. Se escurría de la cama y caía en forma de goteo a una mesa. El homicida dejó sus marcas en la piel y las huellas de una furia animal en la carne desgarrada. Clavó una y otra vez el cuchillo sin tope. La hoja entró y salió. Su sangre se mezcló con la de su víctima. Dibujó en su cuello y un silencio sepulcral procedió a su huída. Sucedió en un PH de Vicente López. Sucedió en un PH de La Plata. Ocurrió el 10 de enero de 2007 y también el 27 de noviembre de 2011. En el primero, la puerta tenía el número 2280 de la calle Güemes; en el segundo sobre el 400 de la calle 28.

En ambos sobrevuela el peor demonio que puede torturar la memoria de una víctima: la impunidad.

El crimen de Solange Grabenheimer tuvo su juicio. Con el cártel de “asesina”, Lucila Frend fue juzgada por el homicidio de su mejor amiga. Los jueces fueron duros con el fiscal y su investigación. “Luli” fue absuelta por falta de pruebas y festejó con sus otras amigas a la salida de los tribunales de San Isidro. Pero, si no fue ella, ¿quién fue? Esa es la pregunta que nadie pudo responder y que repasó una y otra vez Patricia Lambolt (la madre de Solange) antes de acusar a Frend. La novela parece no terminar nunca: ahora el fiscal general de Casación, Carlos Altuve, pidió que sea condenada a prisión perpetua.

Javier “la Hiena” Quiroga, con un seudónimo elocuente, ensayó una especie de confesión-testimonio que lo dejó tras las rejas. Dijo que estuvo presente en el PH de La Loma cuando Osvaldo “Alito” Martínez masacró a Micaela Galle, a Bárbara Santos, a Marisol Pereyra y a Susana de Bárttole. Aclaró que él fue una víctima más del karateca -según se conoce a Martínez, aunque hace cinco años que no pega una patada de karate. Aseguró que el primer detenido por el crimen -el mismo Martínez- lo obligó a presenciar la matanza e inclusive a arrastrar a una de las mujeres. Pero, todavía con vida, Bárbara lo arañó y el ADN de la Hiena quedó bajo sus uñas. Acorralado, se entregó y acusó a Martínez. Los pasajes de su declaración son inconsistentes o, al menos, poco creíbles. Con todo, Osvaldo Martínez volvió a la cárcel y la investigación continúa.

La mamá de Lucila, Marina Harvey, afirma que su hija no mató a Solange. Herminia López, la mamá del karateca, jura que su hijo nada tiene que ver con el cuádruple homicidio. Suplican y gritan por la inocencia de quienes llevan su sangre. No es suficiente: la Justicia tendrá la última palabra.