Alfredo Méndez.- La Jornada.-

Uno de los capos mexicanos de la droga más antiguos que permanece activo, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, ha sobrevivido cuatro décadas en el tráfico de narcóticos y en la actualidad es el personaje más discreto, pero no por ello el menos eficaz en el negocio de la producción y venta de estupefacientes en territorio mexicano y en por lo menos media decena de países.

Más viejo que Ismael El Mayo Zambada García y más joven que Joaquín El Chapo Guzmán Loera, Esparragoza Moreno nació el 3 de febrero de 1949 en Chuicopa, Sinaloa, y es sobreviviente de una generación de capos que hoy están muertos o presos, como Miguel Ángel Félix Gallardo; Rafael Caro Quintero; Ernesto Fonseca Carrillo, don Neto; Emilio Quintero Payán, Manuel Salcido Uzeta y Pablo Acosta Villarreal, ejecutado este último en su rancho de Ojinaga, Chihuahua, en 1984.

La siguiente generación de narcotraficantes que heredó el poder también fue asesorada por Esparragoza Moreno. En ese grupo destacan Amado y Vicente Carrillo Fuentes, Albino Quintero Meraz e incluso el propio Mayo Zambada, quienes fueron socios de El Azul en el cártel de Juárez, primero, y ahora en el de Sinaloa, al lado de El Chapo.

En 1998, José Luis Santiago Vasconcelos, entonces titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (Uiedo) de la Procuraduría General de la República, elaboró un perfil de Esparragoza Moreno y Miguel Ángel Félix Gallardo.

Acerca de El Azul, expuso: Es un gran negociador, quizá el más fino estratega que ha tenido el narcotráfico en México, el único que ha podido sentar a la mesa de negociaciones a narcotraficantes. Sabe, como pocos, estar siempre en segundas posiciones, pues su experiencia le ha dictado que sacar la cabeza significa la muerte o la cárcel.

Una muestra de su capacidad para conciliar fue la negociación que condujo entre una decena de narcotraficantes, cabecillas de los cárteles de Juárez y del Golfo, quienes limaron sus asperezas a finales de 1993 gracias a los buenos oficios de El Azul. A ese pacto se le denominó La paz del norte, porque puso fin a una larga etapa de matanzas y traiciones entre ambas organizaciones criminales.

Discípulo y amigo de Miguel Ángel Félix Gallardo desde que éste encabezaba el cártel de Guadalajara, en la década de los 80, Esparragoza Moreno no cejó en su intento de construir un monopolio del narcotráfico.

Tras la muerte de Amado Carrillo Fuentes, en julio de 1997, El Azul permaneció poco tiempo en el cártel de Juárez, al que se unió tras salir de la cárcel en 1991.

Pasó una década ligado a los hermanos Beltrán Leyva y a Ismael El Mayo Zambada, viejos conocidos suyos.

La suerte le cambió en 2001, cuando El Chapo Guzmán se fugó del penal de Puente Grande, ubicado en Jalisco, pues rompieron relaciones con el cártel de Juárez porque no respetaban el liderazgo de Vicente Carrillo Fuentes.

Uno de los grandes pendientes de El Azul es cumplir la promesa que le habría hecho a El Chapo Guzmán: deshacerse de Los Zetas.