El grito de Ni Una Menos debe ser antirracista

“Luchamos por un feminismo al que le importen nuestras vidas racializadas y que, cuando nos pase algo, también grite NI UNA MENOS”, dicen desde Identidad Marrón, a cinco años de la primera manifestación que lo cambió todo.

El grito de Ni Una Menos debe ser antirracista

Por Cosecha Roja
03/06/2020

Por Identidad Marrón

Foto: Archivo Identidad Marrón

Desde aquel histórico 3 de junio de 2015 el movimiento de mujeres cis, travestis y trans ha avanzado de manera representativa en las agendas de los estados. Entendemos que decir #NiUnaMenos significó un cambio rotundo en la región: fue un impulso que muchas necesitábamos pero que muchas otras veníamos hace décadas reclamando y militando desde los territorios. 

Desde el derecho a la autonomía corporal, al aborto legal, a la posibilidad de ejercer los derechos de la misma forma que todos, el reclamo al Estado por leyes que nos tengan en cuenta, y el reclamo a la justicia de un acceso igualitario con perspectiva de género se caminó mucho por la historia. 

Al identificar o señalar las inequidades de género y las demandas tradicionales del feminismo, quiénes eran y qué exigían, también nos vamos dando cuenta de que la opresión no es la misma para todas. Por eso nos parece tan lejano y ajeno cuando sólo nos hablan de las olas, dice Sandra Hoyos, referente de la Campaña por el aborto, legal, seguro y gratuito. 

El feminismo hegemónico – por qué es así como se construye y lo percibimos- necesita ser convulsionado por nuestras vidas más que por las teorías. Los feminismos insurrectos son los que empujan, tiran y levantan y vuelven a construir. 

Cuando hablamos de feminismo interseccional ¿de qué hablamos? No es el género, no es la clase, no es el color de piel, no es el lugar que habitás, no es cuánto cobrás a fin de mes, no es la escuela adonde vas, no es la ropa que usás, no es el dinero que tenés, no es cuántos bondis te tomás para ir a trabajar, ni cuánto tardás en llegar a la universidad, no es que ocupación tenés, no es cuántas casas limpiaste, no es todas las veces que hablaron por vos, no es todas  las veces que acompañaste a abortar o denunciar o las tantas que te juntaste para hacer una olla popular. 

Foto: Archivo Identidad Marrón

Foto: Archivo Identidad Marrón

La interseccionalidad es todo eso junto: cada una de las cosas que nos determinan, cada una de ellas que  traduce o visibiliza los no privilegios. No todas somos iguales y no está mal decirlo. No es lo mismo ser cis que trans, no es lo mismo nacer en CABA que en Clorinda, es muy diferente ser marrón que ser blanca. Así como también es muy diferente el tratamiento de nuestras muertes y de nuestros reclamos. Entender eso es interseccionalidad. Un feminismo marrón deber ser un feminismo periférico, villero,  antirracista o conurbano.    

Este 3 de junio hacemos cuerpo la consigna: para que sea real el grito de #NiUnaMenos, pensamos en nuestra historia. Las mujeres racializadas en Argentina somos millones. Reconocer y conocer la historia porque el orgullo y la identidad tienen esa magia y esa fuerza. En la identidad está el motor, el movimiento, la fuerza, el cambio y la verdad desde donde dialogar y encontrarnos con otres y construir. Si no hay palabras, si no hay carteles, si no hay símbolos, hay que crearlos y apropiarlos, aporta Melisa Yaleva.

El emergente racial no es nuevo, pero hay que ponerle palabras, representación y cuerpo. Reclamando nuestro lugar en la batalla cultural, poniendo en evidencia las tensiones sociales, estructurales, buscando en el cuerpo y la piel la herramienta para mirarse a los ojos, reconocerse también en otre, encontrarse para movernos a ritmos de emancipación y coreografiar, improvisar otros horizontes humanos donde nadie muera por las opresiones que nos quitan la respiración.

Nombrar el feminismo y la marronidad es un llamado a interpelar el feminismo que hasta ahora se ha construido/teorizado. Es preguntar donde estamos las mujeres cis y trans marrones.Y, cuando estamos, por qué ocupamos lugares subalternos, exotizados, sin reconocimiento y  subestimados. 

Nuestras mamás son las que nos enseñaron la práctica de la libertad. Ellas, siempre motivando y recordándonos que el mundo es nuestro. Que si existe opresión es porque hay libertad y vivir libre es también para mí. Ellas son la razón de que nos animemos básicamente a vivir y para quienes militamos: un feminismo del barrio, de las migrantes, de las madres y abuelas, un feminismo que honra a nuestro origen en abya yala, un feminismo que le habla a todas las mujeres marrones, indígenas y campesinas que podrían ser mi madre, mi prima o mi abuela. 

Luchamos por un feminismo al que le importen nuestras vidas, y que cuando nos pase algo  también grite NI UNA MENOS.