A los siete años, después de misa, Daniel Rojo cambiaba las monedas que le había sacado a su abuelo por besos de sus amigas. A los 16 asaltaba bancos. Sin disparar un tiro, robó millones de pesetas. Hoy, tiene 50 y frente al estado español se declara insolvente. Dice que no tiene un peso, que se gastó todo en drogas, orgías y autos importados. También trabajó como guardaespaldas del mejor jugador del mundo. A la noche, cuidaba a Lionel Messi. Lea la crónica en Revista Anfibia