medico que mato

Para la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el caso de Loma Hermosa está resuelto: “No queremos que las víctimas se transformen en victimarios”. Hablaba de Lino Villar Cataldo, el hombre que mató de cuatro balazos a un joven que le quiso robar el auto. Hoy, después de declarar que sintió miedo, la justicia lo liberó. “Lo que más preocupa es la respuesta del Estado, que devuelve el monopolio de la violencia a la ciudadanía”, dijo a Cosecha Roja Darío Kosovsky, miembro de la Red Argentina para el Desarme y especialista en derecho penal.

Esta tarde, el juez Lucas Oyhanarte de San Martín le otorgó al médico la excarcelación extraordinaria aunque seguirá imputado por homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego. La inversión entre víctima y victimario confunde el mensaje. “Si baja desde el Poder Ejecutivo, le da carta blanca a las fuerzas de seguridad y a la población para resolver los conflictos de manera violenta”, explicó Kosovsky. El periodista Eduardo Feinmann se alegró: “uno menos, este no jode más, no roba más a nadie. La única víctima es el médico”.

Según el abogado, el gobierno no debería opinar sobre lo que resuelve el poder judicial. “En la actualidad hay una política neoliberal aplicada a la seguridad ciudadana”, dijo y advirtió que se frenó la política de desarme que funcionó durante los últimos diez años.

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El viernes, antes de salir del consultorio en Loma Hermosa, Lino Villar Cataldo, de 61 años, dejó su pistola en el cantero cerca de la entrada. Se subió al Toyota Corolla gris y dio marcha atrás con la ventanilla baja. De pronto, sintió un culatazo en la cabeza y que alguien lo tiraba del auto. Vio que una persona tomaba el volante y con una rueda le pisaba las piernas. Ahí se acordó de la Bersa modelo Thunder nueve milímetros que sabe usar desde hace 25 años.

“Como me dolían las piernas, rodé hasta la línea perimetral de mi consultorio y estirando la mano tomé la pistola que había dejado en el cantero. Cuando giré vi que el hombre tenía la puerta abierta y, apuntándome con un pistolón, me gritó: ‘¡Te mato hijo de puta, te mato, te mato!’. Con el dolor que tenía, me incorporé, me corrí de la línea de fuego y empecé a disparar al bulto, contra el auto”, declaró el médico ante la fiscal Diana Mayko de San Martín.

El joven al que le disparó y mató era Ricardo Krabler. Tenía 24 años y un hijo de 5. Al lado de su cuerpo se encontró un Rexio calibre 16 sin número de serie.

Villar Cataldo quedó detenido ese mismo día acusado de homicidio agravado por el uso de arma. El sábado declaró que hace 25 años es usuario de armas de fuego y que una vez por año va al Polígono a practicar tiro. “Era su vida o la del delincuente”, dijo el hijo del médico a los medios. También denunció que lo amenazaron con quemarle la casa y matarlo. Hoy el juez excarceló al padre.

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“La tenencia de armas de fuego está relacionada con el machismo y el amor que se tiene por el objeto”, explicó Kosovsky. Y comparó el vínculo con el de los autos, a los que se los lava y se los cuida como a las pistolas: a los dos les llaman “fierros”.

Para Kosovsky, la tenencia de armas está asociada a la protección de valores y la familia. Pero las armas están fabricadas para matar y no para salvar vidas. “Por más que para un hombre el uso sea de protección, la mujer lo sufre de forma directa (cuando es la víctima por ejemplo de un femicidio) o indirecta cuando pierde a un familiar que fue baleado”, explicó.

“La sensación de temor para argumentar el uso de las armas es legitimada mediante dos actores: los medios y el Estado”, dijo el abogado. En los medios, las noticias sobre inseguridad se reproducen rápidamente: la réplica del hecho policial sirve para que instalarlo en la agenda pública.

El Estado tiene que “dar una respuesta materializada en acción”, por ejemplo la creación de la Agencia Nacional de Materiales Controlados, ex ReNAR, como ocurrió en la gestión anterior. “El gobierno no debe responder dando su parecido, sino con políticas públicas”, dijo.