Jessica Ávalos. La prensa gráfica.-

Los datos policiales detallan: 796 denuncias más que en 2011. Un menor de edad es violado cada siete horas en el país. Mejicanos es el municipio con más condenas por violación sexual y el segundo con más denuncias.

Marleni y Vanesa permanecían en el albergue de lunes a viernes, una entidad no gubernamental para niñas víctimas de violencia. Estaban ahí desde hace dos años, después de que Jonathan, su hermano mayor, las agredió sexualmente. Los fines de semana, por disposición del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), salían a su casa para visitar a Olga, su madre. Ella las recogía todos los viernes a las 5 de la tarde y las regresaba los domingos a las 4 de la tarde. Roberto, padre de Marleni y padrastro de Vanesa, aprovechó una de esas salidas para hacer algo peor de lo que Jonathan les hizo en 2009.

Marleni, 10 años, cuarto grado

Llegaba a visitarnos los viernes. Mi papá se había ido de la casa porque mucho se peleaba con mi mamá, pero llegaba a visitarnos los viernes cuando salíamos de la fundación. El viernes 16 de septiembre de 2011 llegó como a las 5:30 de la tarde. Ese día no hubo clases y tampoco fuimos al albergue por el puente (del 15 de septiembre). Él me preguntó si me iba ir para su casa, ya que en otras ocasiones mis hermanas y yo nos habíamos ido a dormir a la casa de él, que está ubicada en el mismo cantón. Y yo le dije que sí. Ya en su casa vimos tele. Me puso la película de “Los Pitufos” en el DVD y cenamos pupusas. Cuando terminó la película nos fuimos a acostar. Me puse mi pijama de pantalón y blusa y luego me dormí. Pero me desperté cuando sentí que me bajaban mi pantalón y mi blúmer. Abrí los ojos y vi que era él. Solo estaba en bóxer y me tapó la boca. Después sentí que con fuerza me metió el pene en mi vulva. Yo sentía feo, sentía que me dolía bastante, pero no podía ni gritar porque me tenía apretada con su cuerpo. Después me subió el blúmer y la pijama y se fue a acostar sin decirme nada.

No le dije a mis hermanas ni a Vanesa, la de 13 años, ni a Eva, la de seis. Hasta el día siguiente, el sábado en la noche, se lo conté a mi mamá. Ella me dijo que iba a hablar con él. Pero el viernes de la siguiente semana mi papito volvió. Llegó como a las 5:30 de la tarde y nos llevó una pupusa a cada una.

—¿Marleni, te vas a volver a ir a quedar conmigo?

—No.

—Entonces te pido perdón por lo que te hice.

Y al día siguiente volvió a llegar. Llegó a las 8 de la mañana, cuando Olga, la mamá de las niñas, ya no estaba en casa. Ella salía todos los días a las 6 de la mañana porque vendía comida en el centro de San Salvador. Roberto les puso otra película infantil y les repartió una gaseosa, pero Vanesa, la mayor de las tres hermanas, no se la quería tomar. Cuando la probó dijo “que estaba fea, que se sentía como amarga”.

Vanesa, 13 años, quinto grado

Desde que tengo memoria he vivido con Roberto y por eso le digo papá. Él estuvo detenido en el penal de Mariona desde 2008 y salió en junio de 2011. El sábado 24 de septiembre llegó a eso de las 8 de la mañana y nos sirvió Salva Cola. Yo no me la quería tomar porque le sentía sabor a jabón. Probé la de mis hermanas, la de Marleni y Eva, y no sabía igual, pero él me obligó a tomármela. Después mi papito les dio un dólar a mis hermanas para que fueran a comprar cuatro sorbetes a la tienda que está en el otro pasaje. Cuando ellas se fueron yo estaba sentada sobre la cama. Nuestra casa es un solo cuarto. Y mi papito estaba sentado en una silla.

—Yo quiero ser el primero en tocarte.

Yo no le hice caso, aunque entendí que quería tocarme mis partes íntimas. Me hice como que no le había entendido, pero él se paró y se me tiró encima con fuerza. Me tapó la boca, me bajó el short y me metió la mano bajo el blúmer. Yo trataba de soltarme, pero él me jalaba y me decía que me esperara.

—Esperate, solo una vez.

En eso llegaron mis hermanas. Él, cuando oyó que ellas estaban abriendo la puerta, me soltó, se sentó y después salió de la casa. Antes de irse me preguntó si le iba a contar a mi mamá. Yo dije que sí.

—No, no le digás, porque si no tu mamá me va a meter una demanda y voy a estar 25 años preso.

Vanesa le contó a su madre todo lo que su padrastro le había hecho. Y Olga le ofreció el mismo consuelo que una semana antes le había ofrecido a Marleni: que iba a hablar con Roberto.

Todo lo anterior consta, de manera textual, en el expediente archivado en el Tribunal Sexto de Sentencia de San Salvador, juzgado que el pasado 26 de octubre condenó a Roberto a 32 años de prisión: 16 por la violación agravada en perjuicio de su hija Marleni y 16 por la violación agravada en perjuicio de su hijastra Vanesa.

Incremento de casos

La de Roberto es una de las 132 condenas por violación sexual impuestas durante 2012 solo en San Salvador. Este año las denuncias interpuestas en todo el país por este tipo de delitos se han incrementado un 51% en comparación con 2011, según estadísticas de la Policía Nacional Civil (PNC). Hasta el pasado 31 de octubre, 2,345 personas, entre adultos y menores de edad, habían denunciado que fueron víctimas de algún delito sexual. El año pasado, en el mismo período, había 1,549 casos. El promedio diario de delitos sexuales es más alto que el promedio diario de homicidios. Siete personas son violadas o agredidas sexualmente cada día.

Un total de 1,319 menores o personas declarados como incapaces (mental o físicamente) por un juzgado fueron víctimas de una violación entre el 1.º de enero y el 12 de noviembre de 2012. Un total de 1,075 de estas víctimas tenían menos de 18 años. A partir de ahí se infiere que, en promedio, un menor de edad es violado cada siete horas en El Salvador.

Y las violaciones sexuales no son las únicas que se han disparado. El delito de estupro, que consiste en tener relaciones sexuales mediante engaño con una persona mayor de 15 años y menor de 18, también ha ido al alza. La policía registraba, hasta el 31 de octubre, 595 denuncias por estupro, 377 casos más que en 2011. Lo que significa que este delito se ha incrementado un 172%.

El 27 de noviembre de 2011, una semana después de la violación de Marleni, Olga denunció a Roberto en las oficinas fiscales de Mejicanos. Ese día hizo saber a las fiscales las razones de su demora. “Refiere la denunciante que no había interpuesto la denuncia por temor a que le quiten a las niñas definitivamente y también por temor a que el denunciado se lleve a las niñas”, consignaron las fiscales que la atendieron.

Más adelante, Olga añadió una razón: dijo al personal de la Sección de Trabajo Social del Instituto de Medicina Legal (IML) que, además de temer por su vida, también “dudaba de los relatos de sus hijas”.

Marleni y Vanesa fueron trasladadas hacia el Instituto de Medicina Legal el mismo día de la denuncia. Ahí les hicieron un chequeo en sus genitales y también les hicieron pruebas psicológicas. Las conclusiones para ambas fueron casi calcadas: baja autoestima, ansiedad, sentimientos de desconfianza, temor hacia el denunciado, desconfianza y temor a que otros hombres le hagan lo mismo, sentimiento de inseguridad y reacciones psicofísicas: alteraciones corporales asociadas a estrés elevado.

“La evaluada posee características y síntomas psicológicos de afectación típicos a los manifestados por las víctimas expuestas a abuso sexual”, concluyó el perito que examinó a Marleni.

En el expediente judicial 118-12-3 también hay constancia escrita de las secuelas de la violencia ejercida por Roberto contra Olga: “Vanesa refiere que ha visto cuando el denunciado le ha pegado a su mamá. Por eso le tenía miedo”.

La niña de 13 años, además de hablar de las peleas de sus padres, también contó al personal de Medicina Legal que “su papito” le ofreció $5 para que no le contara a su mamá lo sucedido el sábado 26 de noviembre.

Roberto, tal como lo relataron las menores a las autoridades, estuvo encarcelado en el penal de Mariona. Salió de ese reclusorio en junio de 2011, cuando cumplió una condena de cuatro años por robo. El hombre, de 35 años, de estatura alta, complexión fornida y piel blanca, no declaró en la audiencia inicial celebrada el 22 de diciembre de 2011 en el Juzgado Primero de Paz de Mejicanos.

En la audiencia preliminar, que enfrentó el 6 de junio de 2012, sí dio su versión. Esa vez dijo “que quiere a sus hijas con todo el corazón”, y le echó la culpa de todo a Olga. Afirmó que su compañera de vida se había inventado la acusación por un problema de infidelidad. El Sexto de Sentencia, después de conocer los peritajes, desestimó esa versión y Roberto ya fue trasladado al penal de Sensuntepeque, Cabañas, donde cumplirá la condena de 32 años.

Mejicanos

La violación de Marleni y Vanesa tuvo lugar en un cantón de Mejicanos, el municipio con más condenas por violación sexual. Según registros de la Fiscalía General de la República (FGR), 42 personas han sido condenadas por ese delito en lo que va del año. La Paz es el municipio con más denuncias de violaciones sexuales en todo el país. Mejicanos es el segundo municipio con más denuncias de este tipo, de acuerdo con las estadísticas de la PNC. Este año, la delegación policial de Mejicanos ha recibido la misma cantidad de denuncias de violación sexual que municipios con el doble de habitantes, como, por ejemplo, San Salvador.

En el historial de Mejicanos hay casos como el de la pareja que en 2009 fue detenida por haber abusado sexualmente de un niño de ocho años; el de la niña que en 2006 se desmayó en un tribunal cuando le tocó encarar a su padrastro, que la había agredido sexualmente; el del violador en serie cuyas víctimas eran mujeres mayores de 40 años; o como el caso de Brenda, la joven que en agosto anterior fue violada y asesinada por su padrastro, quien se suicidó antes de ser capturado como sospecho de ambos delitos.

“Talvez sea la topografía, aquí la gente vive muy hacinada, hay mucha pobreza. La mayoría de gente vive en condominios y hay mucha promiscuidad”, deduce una trabajadora social que a menudo recorre los principales callejones de este municipio.

La casa donde vive Olga y su hijas, por ejemplo, no cuenta con energía eléctrica ni con agua potable. Son los vecinos quienes les comparten ambos servicios.

El cambio para Marleni

La Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, aprobada en noviembre de 2010, contempla en su artículo 26 la creación de casas de acogida para víctimas de violencia y para su grupo familiar. Estas casas, sin embargo, aún no están funcionando. Marleni y Vanesa continúan en el mismo albergue, en la misma escuela y en el mismo cantón. El único cambio que han experimentado es que su madre hoy pasa más tiempo en casa: ha conseguido un empleo en una maquila donde gana $94 quincenales como costurera.

Marleni ha dicho, durante el proceso judicial, que sabe que lo que hizo su papá “está malo”. Los trabajadores sociales de Medicina Legal le preguntaron si lo ha perdonado. Y ella les contestó que sabe que lo que ha hecho su papá está malo, pero que no está enojada con su papá, pero que no le ha dicho si lo va a perdonar porque aún no lo sabe.

Con el que ya no está enojada es con Jonathan, su hermano mayor, quien fue procesado en el Juzgado Primero de Menores de San Salvador por haberla agredido sexualmente a ella y a Vanesa. Él, al igual que Marleni y Vanesa, fue agredido sexualmente hace algunos años por Roberto.