Lula Gomez, argentina, radicada en Barcelona hace 16 años, estudió mucho de todo hasta que encontró lo que deseaba hacer en la vida: stop motion. Feminista, cantante, agitadora cultural, creó una de las series más originales de los últimos tiempos: “Eres una caca”. Yo la conocí gracias a la insistencia de una amiga virtual de muchos años, punk en los 90´s y punk en la adultez: María José, voz de una de las cacas. La obra de Lula tiene fans tanto en la Argentina como en la India. 

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Cosecha Roja- ¿Algún hecho en particular hizo que decidieras manifestarte feminista?

Siempre, desde niña, me sentí incómoda con lo que se esperaba de mí por ser mujer. Todo lo construido sobre mí por el sólo hecho de haber nacido con vulva lo sentí como una carga. Jamás fui sumisa, jamás delicada, siempre me acosté con quienes quise, siempre me enfrenté a todo lo que me parecía que estaba mal y siempre defendí que yo era igual que los hombres.

Hay un gran detalle al respecto que leía el otro día repasando el libro Neoliberalismo sexual, de Ana de Miguel, que recomiendo muchísimo. Ella menciona que el feminismo no sólo no se enseña en las escuelas, sino que se silencia. Y, por supuesto, no es casual. Un movimiento que atañe directamente al 50% de la población y que tiene por lo menos 200 años de historia no tiene la mínima reseña en los catorce años de escuela primaria y secundaria que vivimos. Y con suerte se estudia en algunas carreras universitarias. Quiero decir con esto que yo, niña y adolescente de los ochentas y noventas, no tenía ni idea de la existencia de este movimiento que luchaba justamente por lo que yo necesitaba: la libertad para que las mujeres pudiéramos ser como quisiéramos, sin acatar los dictámenes del género. Las noticias que iba teniendo sobre el feminismo me lo pintaban como exageraciones de bigotudas frígidas y reprimidas.

Así que viví durante muchos años con mi carácter fuerte y mi discurso de que yo era igual que cualquier hombre, pero errando la mira.: me enorgullecía tener muchos amigos varones y me resultaba el mejor halago que ellos me dijeron que yo no parecía mujer, que era “uno más”. Al no conocer las herramientas del feminismo creí que la manera de alejarme del mandato del género era aliarme con los hombres y despreciar al resto de las mujeres. Creo que a muchas, muchísimas nos ha pasado lo mismo.

Fue mi amiga Zaida Mazzitelli, actriz argentina, al poco tiempo de conocerla, quien me empezó a explicar el feminismo, pero sobre todo aprendí de ella, observándola, el sentido de la sororidad. Soy una obsesiva cuando algo me apasiona así que, como nos pasa a muchas también, empecé a leer y a investigar y ya no hubo vuelta atrás: empecé a detectar y descartar de mi vida a una ingente cantidad de cretinos, y a rodearme de mujeres brillantes. Otra cosa que me empujó a declararme abiertamente feminista fue escuchar a Malena Pichot explicando la importancia de hacerlo.

– ¿Pensaste nombres alternativos antes de que la serie se llame “Eres una caca”?

Creo que obviamente la primera opción fue “Eres una mierda”, pero lo descarté en seguida. Me di cuenta de que Eres una Caca es mucho más efectivo, genera confusión. Es un insulto pero no, lo llamo mierda pero más suave, no sabe si enfadarse o no… Es mucho más gracioso así, a mi me da risa.

-¿Lo consultaste con otras personas antes de subirlo?

Lo comenté con mi pareja, Jordi, un hombre en plena deconstrucción, y le gustó mucho el plan. Por supuesto se lo conté también a mis amigas feministas, y aunque no sé si me entendieron bien en aquel momento, me apoyaron y me dieron ánimos. Yo lo veía clarísimo en mi mente y a mí la sola idea me generaba lo mismo que me genera ahora: una sensación de justicia maravillosa, de esa que tanto nos falta en la realidad. Por eso el subtítulo de Justicia feminista, realmente lo siento así. Por supuesto también me daba risa y sobre todo, el hecho de usar el humor y la animación stop motion me hacía sentir segura. Supongo que nos pasa a todas pero cuando ya venía acumulando una serie de conocimientos y experiencias feministas tenía la necesidad de “difundir la palabra” (me encanta bromear con que todo esto es realidad una secta).

El hecho de no haber tenido una formación académica al respecto me inhibía bastante, así que cuando hice el click y me di cuenta de que me lo podía llevar a mi terreno y usar mis herramientas para comunicar, no lo dudé. Lo que nunca imaginé es que la serie la iban a entender, les iba a dar risa e iba a ayudar a pensar a tantas mujeres. Sinceramente, estaba segura de que al subir el primer capítulo me iban a cerrar la cuenta. Pero estalló y el feedback que recibo es lo más gratificante a nivel profesional que me pasó jamás.

– España y Argentina son países con un patriarcado muy fuerte, arraigado en la justicia y con alto número de víctimas de violencia de género. ¿Tuviste manifestaciones en contra, sobre todo en el capítulo de La Manada?

No. Puedo contar los comentarios negativos con los dedos de mis manos. Por supuesto eso no es un reflejo de que hay menos machistas o que reflexionen y cambien de parecer al ver los capítulos. Creo, volviendo a la confusión que genera el título, que sucede lo mismo con la serie entera: “Me llaman mierda pero no, esa caca dice lo que yo pienso pero es tan mona, y con la voz apitufada, qué graciosa, y los colores lindos, la musiquita suave…”. Creo que les cortocircuita el cerebro y se van medio atontados por donde vinieron. Con suerte, alguno al rato piensa. Por otro lado, recibo montones de mensajes de hombres aliados que entienden todo, celebran y agradecen la serie. Un buen truco también: en cuanto detecto a un macho alfa lo bloqueo. Son pocos, pero querida, hago esto por placer y para divertirme con las compañeras. Ningún pelotudo me va a venir a arruinar la fiesta.

– ¿Qué estudiaste y cómo te dedicaste a hacer stop motion?

Empecé y abandoné el conservatorio de música de Avellaneda, historia, ciencias políticas, sociología en la UBA. Pululé muchos años entre lo que yo quería hacer (todo lo que acabo de explicar) y lo que se esperaba de mí: un trabajo estable que pudiera abandonar en cuanto tuviera un marido al que atender e hijos a los que criar. Cuando no soporté más me vine a Barcelona. Me pagó el pasaje un amigo. Llegué en abril de 2002, sin ciudadanía y con un billete de 50 pesos recién devaluados que me dio mi mamá en Ezeiza al despedirme. Trabajé en discotecas, un clásico para las argentinas sin papeles en aquella época. Me divertí horrores y por primera vez en mi vida me sentí libre.

Luego de tres años me casé con Jordi y finalmente tuve los ansiados papeles. Ya no tenía excusas, algo tenía que hacer. Así que reuní algunas cosas que siempre me habían gustado y me decidí a estudiar animación stop motion. Trabajé muchos años en publicidad, y en 2013 montamos con Jordi La Academia de Animación, donde damos clases y hacemos cortos con nuestros alumnos. Curiosamente, La Academia la empezamos en Buenos Aires, en un intento que hicimos de vivir allá. Tuvimos que volver corriendo a Barcelona porque la extrañábamos horrores. Este es mi lugar en el mundo.

– Cuando eras pequeña ¿cómo te imaginabas “de grande”?

Cantante. Desde que tengo memoria. Según me cuentan, a mis tres años me plantaba en los cumpleaños en medio de todos y cantaba un repertorio que incluía versos y canciones populares. Cantaba mucho, todo el día. En casa de mis padres había un librito con letras de canciones de Libertad Lamarque: lo leí mil veces de arriba a abajo y me aprendí tangos hermosos que canté durante años. También había un cassette de los Beatles y me apuntaba las canciones por fonética y las cantaba. Así aprendí inglés, porque obsesivamente buscaba las palabras en el diccionario. Y por supuesto después rock. Canté en algunos grupos con amigos y amaba el escenario. Pero siempre fui muy insegura con la música y dejé que se disolviera. Aunque en realidad, todavía me paso el día cantando por todos lados.

– Una de las características de la serie es la cancioncita final: es imposible luego de verla no ducharse o viajar en subte cantando “Eres una caca”. ¿Es tuya? ¿Cómo se te ocurrió?

¡Amo que suceda eso! Me lo dicen muchas chicas. Un día en Instagram me empezaron a enviar videos de ellas cantando la canción, llegaron montones. Ignacia, música de Buenos Aires, la remixó, y las chicas de Miau Trío, también de allá, la incluyeron en un tema. Me hace muy feliz. El día que rodé el primer capítulo todavía no tenía canción. Sabía que quería algo suave, como de música de ascensor o de consultorio médico, pero no sabía nada más. Así que me puse a grabar con el móvil y estuve unas tres horas cantando y cantando. Hasta que salió esta, la más simple de todas, y me gustó. Además era tarde y tenía sueño. Pero la monté en el vídeo y quedaba muy bien, así que hice el render y me fui a dormir. Al día siguiente subí el vídeo y ahí empezó todo.

Para seguir Eres una caca: https://www.instagram.com/eres_una_caca/