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Cosecha Roja -.

Brian Núñez cumplió 20 el 15 de junio de 2011. Al día siguiente la familia lo visitó en el Complejo Federal de Detención de Jóvenes Adultos, en Marcos Paz. Después quiso ver un partido de fútbol y los agentes del Servicio Penitenciario Federal no lo dejaron. Él protestó, los oficiales lo sacaron esposado de su celda y lo golpearon tanto que pasó 40 días en una silla de ruedas. Ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de San Martín, Brian contó que es “bastante común” el maltrato y que “nadie denuncia por miedo”. Pero esta vez fue demasiado. Así empezó el juicio por torturas que tiene siete imputados.

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En la primera audiencia Brian contó como Martínez, Javier Enrique Andrada, Roberto Fernando Cóceres y Víctor Guillermo Meza le pegaron. Los otros imputados en el juicio -Juan José Mancel, Ede Martín Vallejos y Juan Fernando Moriñigo- están acusados de encubrir las torturas. Se negaron a declarar pero el Tribunal va a incorporar los testimonios de la etapa de instrucción. El más importante es el de Vallejos porque confesó. Él es el celador del pabellón y fue testigo de las torturas. Martínez, el jefe de turno y el primero que le pegó a Brian, lo obligó a modificar el libro de actas y Vallejos le advirtió que iba a hacer la denuncia. “Me dijo que no me meta, que no abra la boca porque me iba a ir mal”, contó.

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El día de la golpiza jugaba Argentina-Uruguay por la Copa América y los policías miraban el partido. Primero lo dejaron pero después le dijeron que no. Brian protestó un poco pero se calmó, los agentes se la cobraron igual. Juan Pablo Martínez le pegó una piña y le quiso pegar otra pero el joven se defendió. Ahí lo sacaron de su celda y lo llevaron a otro lugar de la unidad. Lo golpearon y lo patearon durante dos horas en los pies y en la cara. Le apagaron cigarrillos en el cuerpo, lo quemaron con un encendedor y le fisuraron las plantas de los pies a palazos. Para esconder los moretones y las marcas, lo obligaron a bañarse con agua fría.

Después de la golpiza, Brian fue trasladado al hospital. Cuando se recuperó, siguió su condena en en el Servicio Penitenciario Bonaerense hasta que consiguió que la Justicia le otorgara el arresto domiciliario. Cometió otro delito y volvió al Federal, pero esta vez del penal de Ezeiza. Hoy dijo que unos oficiales lo amenazaron para que cambie su declaración, pero ra. Algunos de los oficiales ya están detenidos con prisión preventiva y podrían ser condenados a más de ocho años.