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Cosecha Roja.- 

Mónica Bauzá y Juan Agustín Segovia, su ex marido, vivían en la misma calle, pero en casas separadas. Él era terriblemente celoso y controlaba todos los movimientos de Mónica aunque ya no convivieran. Cuando ella salía al centro de Los Hornos, donde vivía, o pasaba un par de días en casa de su hermano Marcelo en Ensenada, él se desesperaba, tomaba el taxi que conducía en las noches y llegaba hasta su puerta. Mónica desapareció el 18 de agosto de 2009 y su cadáver fue encontrado el 8 de abril de 2010 bajo la cama de Segovia.

Marcelo Bauzá, hermano de Mónica, dijo a Cosecha Roja que aunque ellos no convivían, a veces se juntaban a comer “por los chicos” en referencia a sus dos hijos menores (14 y 15). “Ella era una madraza bárbara y él un buen padre, pero era muy celoso y no se bancó que ella tuviera novio, por eso pasó todo”. Marcelo agregó que ellos nunca discutían, que todo era muy tranquilo, pero que “después arreglaban”.

El lunes comenzó el juicio oral por el crimen de Bauzá. Marcelo, que no ha podido asistir a ninguna audiencia, dijo: “está todo dicho, él confesó cómo la mató y dónde la enterró. Estamos pidiendo perpetua pero vamos a ver porque los chicos se quedan solos”.

Los nuevos testimonios complican la situación judicial del ex marido. Franco, el novio de la víctima, acusó a Segovia y al hijo mayor, un policía, de planificar el crimen: “Hubo un complot para sepultarla viva”.

La madre de Mónica aseguró que la relación de su hija con el ex marido era difícil y que “ella le tenía mucho miedo”. Otros familiares de Mónica dijeron que la relación con sus hijos tampoco era buena y aunque ellos lo negaron, estas declaraciones pueden cambiar el rumbo de la investigación que presenta como único sospechoso a Segovia luego de que él mismo confesara el crimen y el lugar donde había enterrado el cuerpo.

Segovia había desaparecido desde diciembre de 2009, cuatro meses después de que Mónica fuera declarada desaparecida. En una inspección a su domicilio ordenado por la fiscal Ana Medina, el ex marido, que guiaba a la policía bonaerense hasta el fondo de su casa, dijo que iba a pasar a la habitación de sus hijos y volvía, pero se esfumó. El hombre estuvo fugado hasta que la Brigada de Investigaciones Complejas de La Plata lo encontró en Constitución en situación de calle. En esa ocasión habría confesado que había enterrado a su esposa bajo la cama.

El caso llegó a proporciones macabras cuando la autopsia determinó que la víctima tenía tierra en los pulmones, es decir que fue enterrada viva, inconsciente luego de recibir un fuerte golpe en la cabeza. Manuel Bouchoux, su defensor oficial, puede pedir la nulidad de la confesión porque fue realizada ante la policía cuando él era testigo.

La causa de Mónica Bauza comenzó como una desaparición. Segovia dijo que el 18 de agosto de 2009 su esposa había ido a Goument donde trabajaba como empleada doméstica y nunca había vuelto. Desde ese día los familiares de la víctima desconfiaron e interpusieron la denuncia. Aunque el fiscal Rubén Sarlo mantiene la hipótesis de que el marido es el único implicado, las nuevas declaraciones que señalan la mala relación de Mónica con sus hijos, particularmente con su hijo mayor, policía, presentan nuevas posibilidades.

Pedro Bauza, el padre de la víctima, ya había dicho ante cámaras de televisión: “Creo totalmente que actuó como cómplice. Mi ex cuñado es una persona muy enferma, diabética y no pudo cavar el pozo solo”.