femicidios

Diana Rojas nunca faltaba a clases, pero el martes no fue a la Facultad. A las 19, sus compañeros se enteraron que la habían matado: su cuerpo apareció apuñalado y abandonado al costado de una de las rutas provinciales que une las ciudades de Puerto Madryn y Rawson, en Chubut. Por el crimen, detuvieron a un taxista de 46 años. La Justicia tiene “pruebas contundentes” en su contra y mañana darán inicio formal a la investigación. En 2015, tres mujeres fueron asesinadas por la violencia machista en esa provincia.

A pocos metros del camino de ripio, los investigadores encontraron desperdigados mechones de pelo y objetos que habían caído de la cartera de la joven de 25, pero faltaba su celular. Según el informe de Criminalística, después de matarla, el asesino arrastró el cuerpo hasta el costado de la ruta. En la tierra quedaron las marcas de sus zapatos y de las ruedas de un Fiat Siena que coinciden con el auto del taxista acusado, Dante Donini, aseguraron a Cosecha Roja fuentes judiciales.

El lunes a las diez Diana habló por última vez con sus compañeros de facultad, después de haber rendido un parcial. A las diez y media, llamó a un taxi para ir al correo y nunca llegó. Los fiscales Daniel Báez y Jorge Burgueño pidieron a la empresa de telefonía celular una lista detallada de los llamados que hizo antes de desaparecer.

Cuando el taxista declaró como testigo, contó que la llevó, dijo cómo estaba vestida y dio una dirección en la que supuestamente se había bajado. Al día siguiente sus compañeros de trabajo se dieron cuenta de que Donini había lavado el auto y sospecharon. Le preguntaron cuál había sido su recorrido de madrugada y él respondió que los demás pasajeros que llevó esa noche los había “levantado” en la calle. En Puerto Madryn eso es inusual: los taxis se piden casi siempre por teléfono.

El martes a la mañana, la familia de Diana recibieron un mensaje desde su celular. La fiscalía sospecha que fue enviado por el agresor. Días después del homicidio pudieron detectar que el celular seguía activo, sólo le habían cambiado el chip. Estaba a nombre de la mujer de uno de los compañeros de trabajo de Donini. El otro taxista lo confirmó: “Me lo vendió Dante”. Ese dato, creen los funcionarios judiciales, probaría la autoría del crimen.

El taxista tenía rasguños en la nariz y en el brazo. Los médicos forenses pudieron constatar que no eran de un “caniche toy” como él decía, sino de una persona: eran las marcas de defensa de Diana. El lunes comenzarán las pericias y analizarán el ADN que está debajo de las uñas de la víctima para cotejarlo con el de Donini. En un principio será acusado de “homicidio simple”, pero puede sumársele la alevosía por el ataque por la espalda.

Diana era de un pueblo humilde de Entre Ríos. Pero desde hace un tiempo vivía sola en la ciudad de Puerto Madryn. “Era muy respetuosa y libre”, contó a Cosecha Roja su amiga Cecilia. Los investigadores allanaron su departamento y rastrillaron con perros. La primera hipótesis apuntaba al círculo íntimo, pero ya fue descartada. “Vino con una pareja. Cuando se separaron, ella se quiso quedar acá. Hace mucho que no se ven”, contó Cecilia. El miércoles más de mil personas marcharon hasta la fiscalía para pedir justicia. “Diana no tenía a nadie acá, solo estamos sus amigos. Hablamos todos los días con los medios porque queremos que se le preste atención al caso”, dijo. Los papás de Diana viajaron a Madryn a despedirla y a colaborar con la investigación.