grassiFoto: Sol Vazquez

Federico Trofelli. Tiempo Argentino-. La cárcel no es lo que el cura Julio César Grassi esperaba. Allegados de los presos que comparten estadía con él en el Pabellón 6 de la Unidad 41 de Campana, confiaron a Tiempo Argentino que el clérigo “aún no se acostumbra a los barrotes”.

Desde el martes, cuando fue trasladado desde el Penal de Ituzaingó, aún no pudo conciliar el sueño: pidió que le cambiaran el colchón pero desde el Servicio Penitenciario Bonaerense se negaron.

La fuente detalló que los colchones de las celdas son ignífugos para que no hagan combustión si se llegaran a prender fuego ante una eventual revuelta. Por consiguiente, “son un poco duros e incómodos. El cura le pidió a sus conocidos que le llevaran un nuevo colchón pero desde el Servicio Penitenciario le explicaron que no había privilegios”, según explicaron a este diario.

Grassi pasa sus días en un pabellón conocido como de autodisciplina, donde se supone que los internos tienen buena conducta y no hay mayores conflictos entre ellos. El miércoles, luego de su primera noche en Campana, el condenado recibió la visita de uno de sus abogados y de una persona que fue en nombre de la Fundación.
Parte del día de ayer, Grassi estuvo ensimismado intentando comprender de qué se trataban los Grupos de Admisión y Seguimiento y la Junta de Selección, donde fue sometido a una entrevista por los penitenciarios, jefes de talleres, profesores y otros profesionales que le consultaron sobre qué actividades le interesaría realizar mientras esté tras las rejas.

“El encuentro, si bien es de rutina, es clave para que cada interno se vaya haciendo la idea de a qué destinar su tiempo. En todo momento se mostró absorto, como que no caía que estaba en cana”, continuó la fuente.

Según informaron desde el SPB, generalmente los presos comparten celda con un hombre de su misma franja etaria y que haya cometido delitos similares. “Está con un cincuentón abusador”, resumió una fuente del penal.

Grassi quedó detenido el lunes luego de una extensa audiencia ante el Tribunal Oral 1 de Morón, que lo había citado para notificarlo de los fallos de la Suprema Corte bonaerense y de la Sala VI del Tribunal de Casación de La Plata. La máxima instancia judicial provincial había ratificado la cuestión de fondo de la causa; mientras que Casación resolvió en contra del cura sobre un incidente de detención por haber violado las restricciones a su libertad vigilada.

De esa manera, el TOC 1 puso fin a los beneficios con los que contaba desde el 2009 el condenado a 15 años de prisión por dos abusos sexuales y corrupción de menores. Es que ese mismo tribunal, pero con una conformación totalmente diferente, había decidido hacer efectiva la prisión una vez que la sentencia quedara firme.
El primer destino del imputado fue la Unidad 39 de Ituzaingó, debido a que está dentro de la Diócesis de Morón a la que aún pertenece el clérigo. Ese penal es de mediana seguridad y tiene un régimen semiabierto, donde son trasladados muchos de los presos que están por obtener su libertad.

Luego de la escandalosa fuga de un violador semanas atrás, las autoridades penitenciarias no quisieron exponerse y pidieron su traslado al penal de Campana, que cuenta con mayores medidas de seguridad.

La defensa de Grassi apeló la detención ante la Cámara de Morón y se reservó el derecho de recurrir el fallo de la Corte bonaerense ante la Corte Suprema de la Nación.