Influencers de autoayuda: por qué son un peligro

Con la pandemia, Instagram se llenó de "guías espirituales" como Ivana Nadal, que proponen la "actitud positiva" y una ensalada de conceptos new age como solución a la depresión, la ansiedad o los traumas. Pero el discurso del “¡vos podés!" está más orientado a la productividad neoliberal que a encontrar soluciones verdaderas.

Influencers de autoayuda: por qué son un peligro

Por Cosecha Roja
06/11/2020

“El otro día hablaba de lo que era la depresión y la ansiedad y mucha gente me vino a decir que la depresión es una enfermedad. Y yo te pregunto: ¿no sabías que todas las enfermedades son emocionales y que tienen cura si creés en vos? Replanteatelo. Fijate. Si no creés, está perfecto. Cada uno puede creer lo que quiera en su vida, por eso cada uno tiene la propia. A disfrutar”.

Con una sonrisa y levantando la cámara de su celular para que se vea su cuerpo en bikini, Ivana Nadal le respondía así a los haters. Como dice su bio, ella solo quiere compartir “experiencias de vida, brindando herramientas con mucho amor, para DESPERTAR CONSCIENCIAS” (sic).

La modelo y conductora hoy no tiene mucha presencia en las pantallas tradicionales pero, con más de 2.6 millones de seguidores de Instagram, su llegada a la fauna de influencers de la espiritualidad se hizo nota. Ivana ahora es parte del boom de “coaches” y “líderes motivacionales” que actualizan con diferentes niveles de éxito el lenguaje de la autoayuda para las redes sociales y su lógica. Un grupo que puede hablar de salud mental o el tema que sea sin necesidad de licencia: mientras tengan seguidores son libres de vender su información frecuentemente vinculada a las pseudociencias, sin que haya más consecuencias que alguna que otra crítica.

Ivana tuvo su primera controversia espiritual en julio de este año. “Quiero que sueltes todo ese dolor que tenés adentro porque te falleció alguien. Puede ser tu hijo (…) laburalo porque estás en esta vida para soltar todos esos dolores”, dijo.

La ilustradora SoyRobertita lleva analizando un tiempo a personajes de este tipo en su podcast Bendito_Ig. Quedó impactada con la torpeza de la irrupción de la Ivana espiritual. “Ella en bata fucsia primero anunciando ‘les muestro la bata que tanto quieren ver’ y pasando de eso a ‘les voy a explicar lo que es la empatía’, para luego decir lo de soltar al hijo muerto, fue un ‘no más preguntas señor juez’”,  dice. 

“Pero lo que me llamó la atención del video es cuando dice: ‘Yo no sé lo que te está pasando, solo sé que la solución es la misma para todos’. Es algo común en todos esos pseudocoachs /pseudopsicólogos de las redes. Su postura es: ‘yo te voy a decir la verdad de todo esto. Esta es la verdad para todos y esta es la solución para todos’”.

Lo que hacen los gurús de Instagram tiene que ver con promover la idea de la autorrealización, tanto como con mostrarse hot haciéndolo. “Todas las fotos de su IG son ella luciendo su trabajado cuerpo. ¿Cuántos leen su ‘mensaje’? ¿O la siguen para ver su cuerpo?”, se pregunta la psicóloga Miriam Maidana. “Creo que apunta más a decir alguna cosa que la posicione, la sostenga, la mantenga, lo de influencer, gurú y lo que fuera es una categoría aplicada por otrxs: quién la contrata y la guiona, la posiciona”.

 


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Después de otra tanda de críticas por sus mensajes de “creer en vos” y la actitud positiva como solución a enfermedades, Ivana habló de “biodescodificación” y los mandó a todos a leer a uno de sus referentes, el Dr. Joe Dispensa. “Tiene una aplicación, Gaia, que es muy interesante, se las recomiendo para que no vean cosas banales todo el tiempo”.

Dispensa es un gurú New Age que, dice su bio, “combina los campos de la física cuántica, la neurociencia, la química cerebral, la biología y la genética para enseñarte cómo reconfigurar tu cerebro para la salud y la felicidad”.  

“Lo que dice Dispensa lo viene predicando Facundo Manes acá hace años. De hecho, cuando estaba de luna de miel con el PRO, Manes se paseó por todo el conurbano bonaerense dando charlas acerca de que lxs pobres lo eran por una cuestión de actitud, luego dejó de decirlo porque no quedaba bien”, dice Maidana. “Pasó a decir lo obvio: si estás bien nutrido, creces en un ambiente favorable, accedes a una buena educación tu salud -mental y biológica- tendrá mejores perspectivas.”

Los discursos de la “actitud positiva” están muy difundidos en el mundo empresarial y son objetos de estudio de filósofos como Byung-Chul Han, que dice que las ideas de motivación están dirigidas a aumentar la productividad lo más posible: son herramientas del neoliberalismo. Los influencers de Instagram las difunden y las mezclan en otros empaques. 


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“Lo que se ve es que hacen unas ensaladas sin ningún tipo de marco de contención de lo que dicen”, explica SoyRobertita.”Mezclan programación neurolingüística, biodescodificación, alguna frase que leyeron de Louise Hay, pseudo budismo y lo tiran todo ahí junto y te dicen: ‘Vos podés. Si estás mal es porque querés estar mal’. Todos también en la línea de la hiperproductividad y del falso ‘si no tenés ganas, descansá’. No es real eso. Es ‘descansá así luego podés seguir con tu listita de objetivos’. ¿Qué pasa si paran? ¿Brotan?”.

Para Maidana, hay peligro en estos discursos por quienes son sus receptores naturales.  “Lxs adolescentes son caldo de cultivo fértil de estas pavadas, porque están en búsqueda. Personas con patologías psiquiátricas de base también, ya que tienden a abandonar sus tratamientos químicos”, dice. “No es culpa de la gente leer y creer en cualquier cosa con tal de superar estados que angustian. Hoy hay una explosión de ingresos por guardia y consultas: no tienen que ver con el vector médico, sino con lo ‘insoportable’ de lo que disparó la pandemia y el ‘fantasma’ del post Covid-19”. 

“Las personas lo intentaron todo: hicieron gimnasia y yoga, desinfectaron bananas y papas, escucharon discursos ‘positivos’, se automedicaron, se drogaron, se alcoholizaron, convivieron, se separaron, dejaron de estudiar, engordaron, adelgazaron, cocinaron pan casero, pizza y pastas caseras. Hoy se sientan en la consulta y no pueden parar de llorar, o ingresan por guardia casi desesperadas, rotas, golpeadas. Los turnos médicos están casi desbordados. ¡Si fuera solo una cuestión de actitud!”