El Espectador

El narcotráfico está buscando nuevas plazas en América Central, en particular en la frontera entre Guatemala y Honduras, y mira al Caribe como alternativa, según un informe de la ONU sobre el crimen organizado y las drogas en la región.

“Delincuencia Organizada Transnacional en Centroamérica y el Caribe: una Evaluación de las Amenazas” fue presentado el jueves en Nueva York por el director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Yuri Fedotov.

“En respuesta al creciente ambiente inhóspito en México, los traficantes han trasladado su enfoque hacia nuevas rutas a lo largo de la frontera entre Guatemala y Honduras, luchando por nuevas plazas a lo largo de la región. El desplazamiento hacia el Caribe sigue siendo una amenaza”, dice el estudio en sus conclusiones.

“El efecto del desplazamiento resultante subraya la importancia de estrategias coordinadas para abordar el flujo de contrabando de manera integral, de modo que el éxito de un país no se convierta en el problema de otro”, agrega.

El estudio de la ONU indica que “el principal problema delictivo es el tráfico de cocaína”, pero precisa que “el problema de seguridad en la región es mucho más profundo, enraizado en una débil gobernanza y poderosos actores subestatales”.

“Los servicios nacionales de policía no pueden resolver por sí solos los problemas de delincuencia organizada en la región, ya que reducir los flujos de contrabando requiere herramientas que éstos no poseen”, sostiene, dando la razón a los insistentes reclamos de América Central de más ayuda.

En ese sentido, Yuri Fedotov insistió en que la comunidad internacional “no debe ignorar” los pedidos de apoyo, tal como había hecho el lunes en Nueva York tras reunirse con el presidente hondureño, Porfirio Lobo.
Parte de esa cooperación tiene que buscar “consolidar instituciones democráticas sólidas”, explicó Fedotov, poniendo como ejemplo la necesidad de que los gobiernos de la región “construyan sistemas de justicia penal efectivos, humanos y eficientes”.

Varios presidentes latinoamericanos, entre ellos México, Colombia y algunas de América Central, se unieron en la Asamblea General de la ONU para pedir la revisión de la actual estrategia de guerra contra las drogas, cuyos resultados son cada vez más cuestionados.

En cuanto al panorama del crimen organizado en Centroamérica, la UNODC sostiene que las denominadas maras (pandillas) MS-13 y M-18 siguen desempeñando un papel “muy limitado” en el tráfico transnacional de cocaína.
En cambio, “Los Zetas, las maras, y otros grupos territoriales parecen estar involucrados en el tráfico ilícito de migrantes, la trata de personas y el tráfico de armas de fuego”.

Según estimaciones de Estados Unidos, 330 toneladas de cocaína salieron de Guatemala y entraron en México en 2011, de los cuales 267 toneladas habían transitado previamente por Honduras, señala el estudio.

En relación con la economía local, “este flujo representa un notable 14% del PIB de Nicaragua, mientras que representa una cantidad más pequeña en relación con las economías de Panamá y El Salvador”, agrega.

Según la UNODC, la nueva estrategia de seguridad mexicana en 2006 interrumpió el abastecimiento de cocaína al mercado estadounidense, forzando a los vendedores a reducir la pureza y a aumentar los precios, lo que socavó la demanda pero no redujo la violencia asociada al tráfico.