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Andrómeda, una drag queen coronada con flores de plástico ensaya las canciones para la marcha por los 40 años del golpe: “señora, señora, no sea indiferente/ se matan a travestis en la cara de la gente”. A su lado, una chica trans acomoda un pañuelo en el escote que dice “el tiempo de la revolución es ahora”. Lohanna Berkins estampó la frase en la última carta a sus compañeras: “El tiempo de la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más” escribió cuando hizo público que agonizaba. La periodista y escritora Marta Dillon saluda a los militantes como una madre a sus hijos. Susy Shock le da un pico. Son dos de las lideresas de esta nueva agrupación que marca presencia entre la multitud movilizada hacia la Plaza de Mayo. La Colectiva, como le dicen sus integrantes, exige una ley de reparación para las trans que sufrieron las golpizas y las detenciones arbitrarias de la policía no solo durante la dictadura, sino también en democracia. La memoria, para la Lohana Berkins, no es un asunto de los setenta.

Vestidos rojos y estampados de flores, purpurina dorada en los labios gruesos, sombras violetas que remarcan las pestañas postizas, y un afiche que denuncia: “400 desaparecidos LGBT entre los 30.000 compañeros”. En la esquina de Avenida de Mayo y San José, 200 manifestantes lesbianas, gays, travestis y bisexuales de La Colectiva Lohanna Berkins se reparten las pancartas: “Infancias trans sin discriminación”, “Tu violencia correctiva no me saca lo desviadx”y “Justicia por Diana Sacayán”.

Susy Shock salta y baila un caporal en el aire. Detrás de ella unas treinta mujeres sostienen escobas en las manos, las levantan como banderas. Parecen un ejército dirigido por Susy con el puño en alto: “la plaza es una sola, la plaza es una sola” grita. Un bombo leguero cuelga de su hombro, y lleva una sombrilla con los colores del arcoiris. Da dos pasos de baile frente a la multitud y la abre en un solo movimiento. Pide un megáfono a una de sus compañeras trans. “Tenemos que mostrar nuestros cuerpos monstruosos y divinos, que se vean nuestros escotes y nuestras consignas”, dice y sonríe. Con cada gesto, un paso de baile; con cada paso de baile, una sonrisa.

La Colectiva convocó a la marcha del 24 de marzo con una serie consignas: justicia por Diana Sacayán y Pepa Gaitán, repudio a la zona roja en La Plata y a los crímenes de odio en toda la provincia de Buenos Aires, ley de cupo laboral trans y reparación histórica a las compañeras víctimas de violencia institucional. “La dictadura no ha terminado contra los cuerpos abyectos: contra las negras, putas y maricas” le dice a Cosecha Roja Yosjuan Piña, encargado de prensa de La Colectiva.

“Es urgente ocupar un lugar desde la calle con una voz travesti. Para nosotros la calle es la tristeza, la explotación sexual, por eso es necesario ocuparla como un colectivo, un grupo de pertenencia que nos protege” dice Susy. Grandota como es toma uno de los altavoces y da órdenes a los manifestantes de La Colectiva. Los divide en dos grupos para avanzar por Avenida de Mayo y repartir volantes que piden la intervención del Estado frente al crecimiento de los travesticidios: “ni una trava más”.

“Porque aún nos matan/ salimos a marchar/ Ponemos el cuerpo/ ¡Somos furia trans!” canta la columna. En la vanguardia son todas trans y sostienen una bandera de punta a punta de la calle con la foto de Lohanna. “El colectivo no viene para tirar purpurina, sino para repudiar un trasfondo homofóbico y dictatorial que está instalado en la sociedad argentina” dice Marta Dillon a Cosecha Roja. Entre las banderas rojas y negras con las siluetas de los desaparecidos los colores de La Colectiva no pasan desapercibidos. La voz de Susy Shock corea una nueva consigna que los militantes imitan “dale, alegría alegría a mi corazón/ la sangre de las caídas es rebelión”.

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La asociación surgió en el velorio de la militante transgénero más importante de la Argentina, Lohanna Berkins (la “travestiarca”, como la llamaba María Moreno). Su velorio fue un carnaval en la legislatura porteña, ella quiso que pasaran cumbia y musica tropical. “Estábamos devastadas: necesitábamos responder a tantas muertes con el amor y furia trava” cuenta Cosecha Roja Duen Sacchi, uno de los fcolectiva lohana 2undadores de la nueva agrupación GLTTBI. Las activistas Susy Shock, Marlene Wayar, Duen Sacchi y Violeta Alegre convocaron a la primera asamblea de La Colectiva el 16 de febrero. Se reunieron más de cien militantes en una casa de Flores: habían pasado la dirección de boca en boca.

Durante la asamblea decidieron llamarse La Colectiva Lohanna Berkins por unanimidad y recuperar su lucha. “De eso se trata la memoria: la lucha por los derechos humanos está completamente anclada al presente”, dice Dillon. Marcharon durante el paro nacional convocado por la Asociación de Trabajadores del Estado para el 24 de febrero contra el gobierno. La segunda vez el 8 de marzo para pedir basta de femicidios. “Lohanna decía que si los travas llegaban a la política, cambiaba la Argentina en general: un cambio por la libertad de todos nosotros”, dice Duen Sacchi a Cosecha Roja

Carla Morales Ríos sostiene una pancarta que pide por la “ley de la reparación histórica”. Trabaja como cocinera y militó en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). “Vengo con el colectivo porque las viejas instituciones políticas siguen discriminando al colectivo LGBT; necesitamos espacios para reivindicar nuestros identidades más allá de los partidos a los que pertenecen”, opina.

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Karina Pincarelli marcha en la primera fila de la columna. Ha superado la expectativa de vida de las transgénero en la Argentina (35 años según una investigación de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina y la Fundación Huésped). A Karina no le gusta decirlo pero tiene más de 60 años. Durante la última dictadura fue perseguida, acusada de “indecencia” por la policía bonaerense. Los agentes la secuestraban y la llevaban a la comisaría sin labrar actas. “Podían secuestrarte por cualquier cosa: por ir al almacén, por hacer unos trámites, por caminar por la vereda”, recuerda.

En democracia la condición de las travestis no cambió demasiado: en 1992, la Brigada de Martínez dirigida por Luis Patti secuestró por 60 días a Karina. No era la primera vez que iba detenida por “prácticas viciosas”, el artículo 69 del Código Contravencional de la Provincia de Buenos Aires. Los agentes la picanearon y la violaron. En uno de los calabozos, un detenido le enseñó a tragarse una moneda. Así la corriente eléctrica se concentraba en un sólo lugar: el estómago. El artículo recién fue derogado en el 2006.

Cuando se presentó el proyecto de ley de reparación histórica los medios titularon que se iban a entregar “subsidios” a las travestis. La letra del proyecto, en el que había colaborado Lohanna Berkins, intentaba ser una retribución a las personas transgénero que habían sido perseguidas por la policía. “A nosotros la policía nos persiguió en dictadura o en democracia. La reparación histórica no es un subsidio es un intento de sanear una relación con el Estado” , le dice Karina a Cosecha Roja. Y se pierde en la multitud, adentrándose en la plaza.