Exhumaciones
Las familias caminan cabizbajas detrás del policía designado para cargarles la urna con los restos de su ser querido y depositarla en los autobuses rentados o autos particulares en los que regresarán a casa. Varios dolientes entrevistados expresan que se sienten tristes pero descansados porque ya terminaron los años de la angustiante incertidumbre de no saber el paradero de su familiar.
Entre los métodos utilizados por la fiscalía para devolver la identidad a los cadáveres exhumados está la publicación de una revista mensual donde se muestran las fotografías de las prendas de vestir y pertenencias que lucían los cadáveres desenterrados, y la organización de caravanas itinerantes a las regiones con mayor número de reportes de extravíos para acercarse a las familias que no han reportado los casos, tomarles muestras de sangre, recibir su denuncia de hechos y mostrarles las fotografías de los restos exhumados para ver si reconocen a su familiar.
“Lo que se requiere para encontrar a una persona es voluntad política”, expresa a Proceso una funcionaria de la fiscalía colombiana dedicada a devolver identidades a los NN, quien pidió el anonimato.
Al ser entrevistada sobre las diferencias entre México y Colombia en la búsqueda de personas desaparecidas, dice que es absurdo que los mexicanos dilaten 72 horas para comenzar a buscar, y explica: “El tiempo que dejas pasar es la verdad que huye. En 72 horas te mueven a un secuestrado, te matan a una persona, te sacan a una niña del país en trata de personas”.
En la cafetería del búnker donde se realiza la entrevista se encuentran varios familiares desorientados y tristes tras la ceremonia. La doctora comenta que la ceremonia pública es un show mediático que le molesta.
Al continuar con la entrevista dice que desde el año pasado Colombia usa un sistema que permite cotejar la huella dactilar de las personas –la cual aparece en las cédulas de identidad (equivalente al IFE mexicano)– con las de los cadáveres que no están completamente descompuestos.
Desde el año 2000, continúa, funciona la Comisión Nacional de Búsqueda de Desaparecidos y en los últimos años se creó un sistema de información que obliga a la policía, las morgues, las procuradurías estatales y los hospitales a incluir los datos de las personas no identificadas que hubieran fallecido.
“Falta socializar los protocolos a los niveles más lejanos del territorio nacional donde no existe conocimiento ni insumos ni tablas de reseña ni tarjetas necrodactilares. Nos duele mucho cuando de pueblitos mandan un papelito que no se lee o donde no hicieron su trabajo porque no tienen equipos especiales de reseña para tomar bien la muestra”, interviene el coordinador del Grupo de NN y Desaparecidos, Luis Carlos Cardona Alzate.
Ambos especialistas recomiendan que México cree una ley que obligue a las autoridades a elaborar un diagnóstico sobre las personas desaparecidas y el perfil de las víctimas porque sólo así se pueden diseñar políticas para atender el problema, controlar el manejo de los NN en los cementerios, unificar los procedimientos de los Semefos, crear protocolos para exhumar correctamente y resguardar las evidencias encontradas junto a los cadáveres, así como fortalecer a los ministerios públicos para que encuentren a los asesinos y construir un banco de datos genético donde se resguarde el ADN de las familias con integrantes extraviados.
“En Colombia reaccionamos tarde”, reconoce la doctora. “Todavía nos ocurre que cuando encontramos a alguien le avisamos a la familia que venga porque vamos a abrir la bóveda del cementerio donde fue enterrado como NN y resulta que el cadáver no está, que el panteonero desocupó el espacio y lo tiró a una fosa común. Imagina el trauma de decir que no sabemos dónde está. Aunque lo encontramos volvió a desaparecer”.

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