Hace un año exacto 41 niñas murieron en un Hogar Seguro de Guatemala. Habían denunciado abusos y malos tratos en un lugar donde tendría que haberlas protegido.  La periodista Mariela Castañón siguió la historia de una de las sobrevivientes: herida y traumada por el incendio, la devolvieron al lugar donde había sufrido violencia y se volvió a fugar.

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Por Mariela Castañón*

Luisa no quiere a mirar a nadie a los ojos. Tampoco quiere que la vean. Para salir usa un jeans, tenis y un sudadero flojo con gorra que le cubre el rostro y los dedos de las manos. Debajo están las cicatrices de la frente, los dedos de las manos y los pies amputados. Luisa es una de las 15 sobrevivientes del incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción del 8 de marzo de 2017.

El incendio terminó con la vida de 41 niñas. A ella también la dieron por muerta. A su familia le entregaron un cuerpo de otra niña:

-Esta no es mi hija -dijo el padre.

Cinco días después Luisa apareció en Estados Unidos con la identidad cambiada. Estaba allí junto a otras ocho niñas que habían sido llevadas para recibir atención médica especializada. A la vuelta, a pesar de las advertencias de los expertos, la devolvieron con su familia.

Ximena es una de sus pocas amigas. Se acercó a ella cuando supo que era sobreviviente del Hogar Seguro. La conoció en la tienda de la madre de Luisa, donde la niña se pasaba el tiempo sin separarse de su teléfono celular, su libreta y el lapicero. Es la única forma de comunicarse que tiene. Primero intentó hablarle y ella no contestó. Más tarde logró contactarla a través de Facebook. “De otra manera no hubiera sido posible”, dice.

El 14 de enero de 2018, Luisa se escapó de su casa y estuvo desaparecida hasta el 27 de febrero. Nadie sabe en qué condiciones la encontraron. Tanto la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia (SBSP) como la Procuraduría General de la Nación (PGN), argumentaron que no podían brindar esa información, ya que se trataba de una menor de edad.

La madre de Luisa y su hermano menor siguen trabajando en la tienda. Mientras aparta su teléfono de la vista de su interlocutora, la mujer dice que prefiere no hablar de Luisa:

-Solo mi esposo puede dar entrevistas -dice.

Con la mirada al suelo, agrega que su hija estuvo en el Hogar Seguro, porque “ella quiso”. Y pide que no le pregunten más.

En las conversaciones por whatasapp Ximena descubrió que a Luisa le gusta dibujar y escribir letras de canciones de rap que no muestra a nadie. También le contó que discute con sus padres siempre, principalmente con su papá.

“Nunca la he visto llorar”, dice, “pero si me he dado cuenta que está triste por lo que escribe. Hace tiempo me dijo que si los del Ministerio Público se la llevaban, quería que la mandaran a un lugar sano y saludable para ella, donde la dejaran tener teléfono”.

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Institucionalizada, herida y fugada
El 4 de enero de 2017 la Unidad Operativa del Sistema de Alerta Alba-Keneth de la PGN activó una alerta de desaparición por Luisa. Había huido de su casa, decían, “por conflictos familiares”.

Días después, la niña fue localizada y por orden judicial fue enviada al Hogar Seguro Virgen de la Asunción, administrado por la SBSP, el cual era responsabilidad directa de la esposa del presidente, Patricia Marroquín de Morales.

Luisa tenía menos de dos meses de estar en el Hogar Seguro cuando ocurrió un incendio. Un día antes habían intentado escapar. Ya no soportaban la violencia física, psicológica y sexual que sufrían.

Después de aquel episodio las encerraron en un lugar, donde durmieron en colchonetas y las obligaban a hacer sus necesidades fisiológicas a escasos metros de donde descansaban. La desesperación provocó que una de las adolescentes incendiara una colchoneta para llamar la atención de las autoridades de la SBSP. Lo único que provocó fue la indiferencia de quienes escucharon los gritos, pero que las dejaron morir.

incendio-la hora004Ese día Luisa se quemó junto a otras 55 niñas: 41 de ellas murieron y 9 fueron llevadas a hospitales de Estados Unidos para que fueran atendidas por la gravedad de las heridas. Luisa fue una de ellas.

La familia de Luisa pensó que había muerto en el incendio. Según su padre, hubo una confusión: les entregaron el cuerpo de otra adolescente. Cinco días después del incendio denunció que su hija había sido llevada a Estados Unidos con otra identidad.

La niña volvió en mayo a Guatemala, después de la atención recibida en Estados Unidos, fue enviada a un albergue de El Refugio de la Niñez, donde estuvo dos meses.

Leonel Dubón, director de El Refugio, advirtió que no había condiciones para que Luisa volviera a la casa de sus padres. Al igual que otras 248 niñas y niños, Luisa volvió a casa de sus papás, de donde el Estado la había retirado para protegerla. Estuvo menos de ocho meses con ellos. Hasta que se volvió a fugar.

Estuvo un mes y medio fugada. Cuando lograron encontrarla, la devolvieron una vez más con su familia. Ximena dice que ahora está bien, y que casi no se hablan.

*Nombres ficticios para proteger la integridad de las adolescentes. Está nota fue escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja y también se publicará en La Hora de Guatemala- Fotos Cortesía de La Hora.-