Estación White

Cosecha Roja.-

 

Julio Moretti tomó mate con la hija Luciana en la cocina de su casa de Ingeniero White. Esa mañana de octubre de 2004 fue la última vez que la vio: el cuerpo apareció descuartizado e incinerado en un descampado a 25 cuadras. En 2007 la justicia de Bahía Blanca condenó a Pablo Cuchán, un vecino que vivía a dos cuadras, a 18 años de prisión. Siete años después el fiscal sospecha que tuvo un cómplice: la tía, Rosa Julia Oses estuvo esa mañana del crimen en la casa donde su sobrino asesinó a la adolescente. Fuentes de la Fiscalía a cargo de Christian Long dijeron a Cosecha Roja que la imputarán por co-autoría.

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Luciana tenía 15 años y vivía con sus padres y una hermana mayor en el barrio 26 de septiembre. Ahí las viviendas tienen cocina, comedor, dos piezas y un baño. El pueblo creció al ritmo del puerto y algunos vecinos le fueron agregando habitaciones o un quincho. La casa de los Moretti queda a dos cuadras y es igual a la de los Cuchán, en donde Pablo asesinó y quemó a Luciana. También es idéntica a la de Oses, la tía imputada. Menos Pablo que está preso en la cárcel de Saavedra, el resto siguen allí: la familia de la víctima y la del victimario se cruzan todos los días.

A Luciana la buscaron durante 8 días, hasta que el 24 de octubre alguien denunció que había un cráneo en un descampado cerca del barrio, al costado de las vías del ferrocarril. El comisario Rubén Oliva coordinó el operativo de la policía científica y llamó a Julio. Le dijo que el cuerpo estaba quemado,  que precisaba una foto de Luciana sonriendo y la ficha del dentista pero que estaba seguro de que no era su hija. Los forenses trabajaron toda la noche. Oliva volvió al barrio 26 de septiembre a las 6 de la mañana.

– Es el de Luciana – le dijo a punto de llorar.

– Hermano, quedate tranquilo. Ya lo sabía – respondió Julio.

Vecinos del barrio contaron a Cosecha Roja que sintieron el aroma a pelo quemado.

En ese entonces Pablo Cuchán ya estaba en la mira: unos días antes le había pedido a la hermana de Luciana el teléfono para llamarla. Cuando le preguntaron dijo que se había arrepentido y que no había hecho nada. El 25 de octubre allanaron la casa, una vivienda con algunos lujos: la familia tiene una ferretería grande y le había agregado una pileta. Julio estaba desesperado: “Yo no podía creer que Luciana había estado a dos cuadras de mi casa y no pude salvarle la vida. Con lágrimas en los ojos le pido a Dios que me ayude para que se esclarezca el crimen”, escribió en el muro de Facebook.

Fue el propio padre de Luciana el que relató el operativo: lo primero que encontraron fue un recipiente de plástico al lado de los restos de una fogata. Adentro había pelos color rojizo, una cadenita y aros de un corpiño. También cuchillos de distintos tamaños y rastros de sangre. En una zona del patio había tierra removida y la policía escarbó: a 40 centímetros del piso encontró huesos y tela del pantalón de Luciana a medio quemar.

En el juicio el acusado reconoció el homicidio. Su versión fue que llamó a Luciana en la madrugada, que tomaron cocaína, que ella murió de sobredosis y que él no supo qué hacer. Entonces la quemó, la guardó en bolsas y la llevó a un descampado. Cuando el imputado y los testigos fueron a declarar aparecieron las dudas: la versiones no coincidían. Un barrendero que pasaba por ahí dijo que la vio entrar entre las 7.55 y las 8.05. La tía, Rosa Julia Oses, de 66 años, declaró que fue a las 7.30 y que, como la puerta estaba cerrada, se fue y volvió una hora después. Fuentes judiciales dijeron que por esa “discordancia” se abrió una nueva causa para investigar a Oses y que ahora la hipótesis es que ella lo ayudó a matarla.

Si no hubiera colaborado, el fiscal se pregunta: ¿Qué pasó con la tía durante las horas que estuvo ahí? ¿No vio el pelo? ¿No encontró sangre? ¿No sintió olor? A la tía ya la habían investigado por encubrimiento: la sobreseyeron en primera instancia, la Cámara de Apelaciones ratificó el sobreseimiento y en Casación volvieron para atrás. El mes pasado el fiscal Long pidió la detención pero la jueza Gilda Sthemphelet la rechazó porque consideró que no hay pruebas suficientes. El viernes estaba citada a declarar pero el abogado Maximiliano Mira presentó un pedido de nulidad de la indagatoria. El siguiente paso será que la fiscalía responda y la jueza decida si da lugar o no al recurso.