Las candidatas a intendentas que quieren cambiar una provincia machirula

De los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires, apenas cuatro están gobernados por mujeres. Esa disparidad podría empezar a cambiar a partir de las elecciones de octubre: después de las PASO quedaron 83 mujeres candidatas a jefas comunales sobre un total de 487. ¿Qué factores influyeron para favorecer la participación femenina en los comicios distritales?

Las candidatas a intendentas que quieren cambiar una provincia machirula

20/08/2019

Por Mariana Carbajal

Foto: Facundo Nívolo

Buenos Aires es una de las provincias con menor porcentaje de intendentas: menos del 3 por ciento. Apenas cuatro municipios están gobernados por mujeres desde 2015 de un total de 135, cuando el promedio en el país está lejísimos de la paridad, pero ronda el 10 por ciento. Esa fotografía machirula podría empezar a modificarse a partir de las elecciones de octubre. Después de las PASO, quedaron 83 mujeres candidatas a jefas comunales sobre 487 postulantes, es decir, ellas representan el 17 por ciento, de acuerdo con un relevamiento de la Red de Parlamentarias Mentoras. Entre las dos fuerzas más votadas, 37 candidatas se impusieron en su interna distrital: 23 del Frente de Todos y 14 de Juntos por el Cambio (aunque algunas del oficialismo se presentaron con lista única). En tres de los cinco distritos bonaerenses más importantes, La Plata, Quilmes y General Pueyrredón (Mar del Plata), ganaron las PASO del Frente de Todos dirigentes políticas con posibilidades de convertirse en intendentas: Florencia Saintout, Mayra Mendoza y Fernanda Raverta, respectivamente. ¿Qué factores influyeron para favorecer la participación femenina en los comicios distritales? Cosecha Roja analizó el nuevo escenario con cinco politólogas. 


 En tres de los cinco distritos bonaerenses más importantes, La Plata, Quilmes y General Pueyrredón, ganaron las PASO del Frente de Todos dirigentes políticas con posibilidades de convertirse en intendentas: Florencia Saintout, Mayra Mendoza y Fernanda Raverta. 


“En contraste con el avance de las mujeres en cargos legislativos, su acceso a las intendencias municipales ha sido y sigue siendo escasa en Argentina. Esto no es casual: los cargos políticos locales, especialmente los ejecutivos, permiten manejar recursos e incidir en la implementación de políticas. Y las mujeres enfrentan los mayores obstáculos allí donde más se concentra el poder”, analiza Mariana Caminotti, investigadora del Conicet, en la Universidad Nacional de San Martín, Escuela de Política y Gobierno. 

Según datos del Observatorio de la Igualdad de Género de la CEPAL, en 2018 América Latina tenía un promedio de 13 por ciento de alcaldesas, una cifra lejana del ideal de paridad. En un extremo estaba Nicaragua, con 40 por ciento de alcaldesas, y en el otro Perú, con apenas un 3 por ciento.  En Argentina hay actualmente alrededor de un 10 por ciento. Si se miran los números de 2007, se observa que en la última década el mapa de género cambió muy poco: en aquel año había 9,5 comunas con una jefatura femenina. “Cuanto más chicas las localidades más aumenta la participación política de las mujeres. Por la posibilidad de que puedan compatibilizar su vida privada con la vida pública, pero también sucede que en las localidades grandes no llegan a estar en posiciones de poder porque de ahí salen cuadros políticos que apoyen con más fuerza las gobernaciones”, considera la politóloga Florencia Freijo, asesora parlamentaria. Actualmente el 60 por ciento de las intendencias gobernadas en el país por mujeres son comunas rurales. 


“Los cargos políticos locales, especialmente los ejecutivos, permiten manejar recursos e incidir en la implementación de políticas. Y las mujeres enfrentan los mayores obstáculos allí donde más se concentra el poder”. 


“Entre 1991 y 2017, Buenos Aires ha tenido menos de un 5 por ciento de intendentas y las pocas mujeres que obtuvieron el cargo gobernaron para una población muy reducida, menor al 1 por ciento del total provincial hasta 2011”, señala Caminotti. En 2015, esa cifra creció por la elección de Verónica Magario en La Matanza, que concentra más del 11 por ciento de la población provincial. 

El otro municipio importante del país gobernado por una mujer es Rosario, donde la socialista Mónica Fein terminará en diciembre su mandato (perdió en junio como candidata a senadora frente al peronista Marcelo Lewandowski y a pesar de la derrota de Antonio Bonfatti en manos de Omar Peroti, el socialismo logró retener la intendencia de Rosario con un ajustado triunfo). Un dato significativo es que en Santa Fe en las últimas elecciones en la provincia resultaron electas 47 intendentas (contra las 28 que ocupan actualmente ese cargo), lo que significa que casi el 13 por ciento de los distritos serán gobernados por mujeres a partir de diciembre: hoy son solo el 8 por ciento. 

En las provincias que ya definieron sus elecciones, de acuerdo con los datos de la ONG Mujer y Gobierno, se mantienen más o menos los mismos porcentajes, con algunas otras excepciones, como La Pampa, donde pasarán de 7 a 10 los distritos con intendentas mujeres. Un dato curioso en la provincia de Buenos Aires es que en Chivilcoy, en octubre, tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio, presentarán candidatas mujeres, aunque quien cosechó más votos en ese distrito en las PASO fue el postulante de Consenso Federal.

Causas

El contexto de movilización feminista y el escenario de crisis son elementos que pueden favorecer la búsqueda de alternativas de renovación de prácticas, agendas y sentidos de la representación. “Es frecuente que las mujeres tengan oportunidades mayores cuando los partidos necesitan dar señales de cambio, aunque la realidad también está mostrando los límites que las agrupaciones poseen para asumir la paridad como un principio transversal en su accionar político”, considera Caminotti.

Para Patricia Gómez, de la Red de Politólogas, la mayor cantidad de candidatas a intendencias responde a dos fenómenos que se vinculan entre sí: “Por un lado, la mayor visibilidad en el espacio público como resultado de las distintas estrategias de las mujeres políticas y de las organizaciones de la sociedad civil. Ello se conjuga con que, por el otro lado, en algunos distritos, los varones no estaban muy seguros de sus triunfos locales y por eso dejan a las mujeres en puestos que no son “seguros”. 

Feminismo y política

Otro aspecto interesante para analizar es si el feminismo está resignificando la política: 

Esto dice Mayra Mendoza: “Estoy convencida de que hay una nueva manera de construir la política, no con códigos sino con valores, mucho más amorosa, más sincera también a la hora de decir cuáles son los intereses de uno y de otro. Y la sociedad en general quiere darnos mujeres la oportunidad de gobernar. Las mujeres tenemos y generamos un vínculo en la política distinto al que conocíamos practicado por hombres”. La diputada nacional y dirigente de La Cámpora salió primera en la interna del Frente de Todos–compitió con otra cinco listas encabezadas por varones— por un amplio margen de votos: obtuvo el 54 por ciento (95.294 votos de los 175.769 que sacó el FT). El actual intendente de Cambiemo, Martiniano Molina, quedó bastante atrás que la suma peronista (51 por ciento) con el 32,6 por ciento (104.654 votos). Mendoza podría convertirse en la primera intendenta mujer de Quilmes. 

Claro que el hecho de ser mujer no le imprime a la política una perspectiva de género: un claro ejemplo es la gobernadora María Eugenia Vidal, que no tiene ninguna mujer en su gabinete como ministra ni secretaria y sólo un 20 por ciento de subsecretarias. Es más, la única mujer que ocupó un ministerio, al comienzo de su gestión, fue Zulma Ortiz, quien estuvo al frente de la cartera de Salud y terminó renunciando después de que fuera desautorizada cuando quiso implementar un protocolo de atención de los abortos legales que siguiera los lineamientos que dictó la Corte Suprema en 2012 para esos casos. Además, el video con una víctima de violencia machista que se viralizó en las últimas horas muestra la falta de perspectiva de género y de conocimiento de la problemática para abordarla. 


El hecho de ser mujer no le imprime a la política una perspectiva de género: la gobernadora María Eugenia Vidal, que no tiene ninguna mujer en su gabinete como ministra ni secretaria y sólo un 20 por ciento de subsecretarias.


–¿Qué impacto cree que ha tenido en el hecho de que haya más candidatas a intendencias el crecimiento del movimiento de mujeres y su protagonismo en las calles? –le preguntó Cosecha Roja a Sara Isabel Pérez, investigadora del Área de Estudios del Lenguaje del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes

–Las movilizaciones y la organización de las mujeres y jóvenes ha generado espacio para la construcción de relaciones de solidaridad, apoyo, fortalecimiento de redes políticas y potenciación de voces en el espacio público. Esto último no es menor, ya que hay una histórica exclusión y sanción social a las mujeres que se expresan en público. Es interesante observar cómo esto se nota en los medios masivos, donde cuesta tanto que haya voces femeninas protagónicas.

–¿Observa una forma “femenina” de hacer política?

–No sé si podemos hablar de una forma “femenina” de hacer política; sí puedo afirmar que existen prácticas y discursos que las movilizaciones de mujeres y que el feminismo fueron incorporando a la política tradicional. Se construye desde un espacio de diálogo y solidaridad. Se ocupa el espacio público de manera colectiva; antes estábamos excluidas y ocuparlo “de a una” era muy difícil, sancionado socialmente. Las organizaciones de mujeres en comedores populares, cooperativas, etcétera, por ejemplo. Esto potenció a muchas militantes, les dio legitimidad, formación, práctica y, sobre todo, el apoyo necesario para disputar espacios de poder. En paralelo, desde el ámbito de la política tradicional, la presidencia de CFK durante ocho años y el liderazgo indiscutido de una mujer, en el peronismo, ha tenido una importancia central. Porque, más allá del debate respecto de si auto-definía como feminista o no al inicio de su presidencia, su práctica política y sus discursos constituyeron actos performativos fundamentales, como la reivindicación de otras mujeres militantes, como las Madres, las Abuelas, Evita y Dilma, por ejemplo, en el plano discursivo. Y la designación de mujeres en cargos relevantes, como la Presidencia del Banco Central, la Procuración General, etcétera. Se fue construyendo en el imaginario la posibilidad efectiva de que una mujer lleve adelante las mayores responsabilidades, con capacidad; gobernadoras, ministras, integrantes de la Corte Suprema. Paralelamente, roles como el de Verónica Magario y María Eugenia Vidal dieron continuidad a esta presencia de dirigentas legítimas. El rol activo de las “sororas” en el debate del aborto es otro ejemplo –política y socialmente valorados como positivo–, como colectivo de mujeres.


El rol activo de las “sororas” en el debate del aborto es otro ejemplo –política y socialmente valorados como positivo–, como colectivo de mujeres.


–¿Estos hechos que usted enumera piensa que tienen repercusiones simbólicas? 

–Si, discursivas y mediáticas: más presencia de mujeres como referentes legítimas en los medios, que vienen de la mano con más legitimidad para intervenciones de mujeres en espacios de prácticas políticas cotidianas, la “potenciación” de mujeres, en palabras de Dora Barrancos, que participan más activamente y cuya visibilización y liderazgo no puede ser cuestionada o criticada a partir de estereotipos o prácticas de violencia simbólica. Porque se ha ido construyendo una legitimidad discursiva y política de las mujeres en espacios de conducción, desde el poder y desde las prácticas políticas cotidianos. Se visibiliza que el espacio público ha estado masculinizado, producto de prácticas que cada vez son más sancionadas y cuestionadas socialmente; se pone de manifiesto que no hay ningún motivo para eso que no sea el privar simbólicamente de derechos o el gozar de privilegios en los espacios de toma de decisiones. 

El impacto de la paridad

Para María Inés Tula, profesora de la Carrera de Ciencia Política (UBA)-CONICET, la sanción de leyes como la de paridad para cargos legislativos también juega un rol fundamental a la hora de legitimar las trayectorias de mujeres en otros cargos políticos electivos. “En 2014 no había un solo medio de comunicación en Argentina que hablara de la paridad y qué significaba este concepto (y no despertaba interés tampoco), si bien ya había cuatro países en América Latina que lo habían regulado en leyes –Bolivia, Ecuador, México y Costa Rica–.Y tres provincias argentinas también con aplicación desde 2000/2002 –Río Negro, Santiago del Estero y Córdoba–. ¿Qué pasó entonces en Argentina? Lo vinculo a la sanción de la ley de paridad en la provincia de Buenos Aires”, apunta Tula. El mayor distrito de la Argentina aceleró los procesos de sanción en otros distritos subnacionales –ya son once los que lo hicieron después de Buenos Aires, es decir hay 14 en total con leyes de paridad– más la Nación. “Estos hechos –sigue Tula– pusieron el tema en la agenda de los medios y lo hicieron visible. Aún más, trasladando esta regulación paritaria a otras instituciones. La semana que viene la Universidad Nacional de Cuyo se reunirá para someter a aprobación de su Asamblea Universitaria el proyecto de reforma de su estatuto universitario, donde se exige paridad para los cargos ejecutivos. Esta visibilidad y exposición anima a mujeres a considerar ocupar cargos que antes sólo eran privilegios masculinos. Pero también hay aceptación y acompañamiento social de mujeres en cargos de decisión (y el peso cultural del mandato en las tareas de cuidado también está siendo redefinido buscando un nuevo pacto social que lo equilibre con los varones), lo que implica avanzar hacia una democracia paritaria”.

Un tema que no es menor para Tula y que supone un obstáculo para que accedan a las intendencias más mujeres son las reelecciones indefinidas porque tradicionalmente han estado al frente de los municipios varones. “Habrá que ver cómo funciona la limitación que sancionó la provincia de Buenos Aires sobre las reelecciones indefinidas dentro de cuatro años. Es decir, si habrá más mujeres candidatas como consecuencia de la inexistencia de esta cláusula y el aumento de las expectativas que abre hoy la paridad”.

Las PASO dejaron el siguiente mapa de candidatas a intendenta en la provincia de Buenos Aires: 24 del Frente de Izquierda Unidad, 23 del Frente de Todos, 18 de Consenso Federal, 14 de Juntos por el Cambio, 2 de partidos vecinales, una del Frente NOS y otra del Frente Patriota, de acuerdo con el relevamiento de la Red de Parlamentarias Mentoras. En 64 distritos no hay postulantes mujeres de ninguna fuerza política para la jefatura comunal. 

Entre las candidatas que ganaron su interna de Juntos por el Cambio están: María Vaccarezza, en el partido de Alberti; María Lucas, en Carlos Casares; y Anabela Arboledas, en Marco Paz; y sin interna, también serán candidatas, Fernanda Antonijevic, que intentará la reelección en Baradero al igual que Erica Revilla en General Arenales; María Zaccardi, en Chivilcoy;  Daiana García, en General Pinto, Maria Zubiri, en Gonzáles Chaves; Flavia Delmonte, en el Partido de La Costa; Natalia Quintana, en Leandro N. Alem; Julia De Paola, en Mercedes; y Agustina Ciarletta, en San Fernando. Del Frente de Todos, además de Mayra Mendoza en Quilmes, Florencia Saintout en La Plata, Fernanda Raverta en General Pueyrredón, y Constanza Alonso en Chivilcoy, serán candidatas en las comunas, entre otras, Manuela Fernández en Moreno (es referente de Frente de Mujeres Evita); Silvia Inés Caballero en General La Madrid; María Mercedes Moreno en Tres Arroyos; Patricia Cobello en Villarino; Marisa Fassi en Cañuelas; Cecilia Comerio en San Nicolás; Ester Noat en San Pedro; Mariana Duarte en General Belgrano; María Celia Gianini en Carlos Tejedor; María Sol Fernández en General Villegas; María Eugenia Ball Lima en Pergamino; Irma Elida Negri en Capitán Sarmiento; Sandra Mayol buscará la reelección en San Miguel del Monte; Andrea Jodor en Rauch; Patricia Añaños en Magdalena; Marcela Passo en General Lavalle; y Blanca Cantero en Presidente Perón.