Ni una menos - Facundo Nívolo

Enrique Stola*.-

Homo omnium rerum mensura est. El hombre es la medida de todas las cosas. Esta frase, adjudicada a Protágoras y mencionada por Platón, Sexto Empírico, Diógenes Laercio, Aristóteles y Hermías, es casi una bandera, con original adaptación machista, en el discurso patriarcal de Occidente (Europa/EEUU) y zona de dominación.

La movilización planeada para dentro de pocas horas en Argentina contra los femicidios, la posibilidad de que miles de mujeres (y también hombres) ocupen el espacio público con reivindicaciones de género y de vida, el impacto mediático y cultural que tuvo y tiene la protesta, ha puesto en jaque a aquella creencia patriarcal y muchísimos hombres machistas comienzan a dar síntomas de ello.

El espacio público es masculino. La demostración es muy sencilla. Escena 1: es de noche. En una silenciosa calle camina una mujer y ve venir cuatro hombres. Su cuerpo inevitablemente se tensará, aumentará su frecuencia cardíaca y respiratoria, estará alerta y con algo de temor o un claro miedo.

Escena 2: la misma calle y hora. Pero el que camina es un hombre y ve venir cuatro mujeres. Nada pasa en su cuerpo, no hay temor.

La irrupción masiva de mujeres altera a miles de hombres machistas; a aquellos que dicen “¿y a nosotros quien nos defiende?” como si no existiera un poderoso sistema capitalista/cultural/patriarcal/machista/racista que privilegia en todos los planos la dominación y jerarquización masculina; o los que hablan de “violencia de género al revés” mostrando su nivel de ignorancia en el campo de las ciencias sociales; o los dicen “hay mujeres violentas” ¡chocolate por la noticia!, como si la agresión y la violencia no fuera un elemento constitutivo del ser humano independiente del sexo/género/sexualidad/raza/clase.

Pero ayer y hoy me llamó poderosamente la atención escuchar a varios periodistas radiales y conductores televisivos, desde trogloditas a progresistas, que en el medio del intercambio de ideas sobre la violencia contra las mujeres ponían un tema sobre la mesa: lo que ellos llaman piropos o halagos a la mujer en la calle. ¡Y de golpe el debate se transformaba, estaban tratando los temas que importaban a las mujeres y pasaban a tratar el tema que les interesaba a ellos a fin de defender sus lugares!

¡Claro! El espacio público es masculino y se preocupaban por el instrumento que usan, de señalamiento y control sobre los cuerpos femeninos y sus vestimentas, sobre los modelos hétero/machistas/patriarcales de lo que debe ser la belleza femenina. Este instrumento de control que se expresa con la palabra, acompañado de gestos y miradas que muestran la aprobación y aceptación o el rechazo y denigración de cualquier mujer que esté caminando por el espacio público masculino. Me di cuenta al escucharlos que desde ahora estos varones “mirá-como-soy-de-hétero” no iban a poder ser jurados sueltos caminando impunemente por las calles, con onda de macho inteligente que sabe qué cosas hay que decirle a las mujeres. ¡Se les acabó! ya se les instaló la duda, en cualquier momento luego de imponer su “halago-piropo-agresión-acoso” a una mujer con la que no tienen la mínima relación les puede venir una respuesta, suave o violenta, que puede dejarlos en ridículo, algo que ellos no soportan.

Por supuesto, siempre aparece en esos programas el hombre/machista/hetero que con cara de Protágoras dice “Yo considero que un piropo es un halago y la mujer no se tiene que ofender”. Reitero, espacio público masculino y ellos consideran que las mujeres observadas/señaladas/evaluadas desde la mirada masculina solo tienen que agradecer que un hombre como ellos las mire y las invada con sus palabras.

El hombre es la medida de todas las cosas. ¡Forros!

* Psiquiatra 

Foto: Facundo Nívolo / Infojus Noticias

[Nota publicada el 05/6/2015]