Xiomara Daniela Orellana Bueso – La Prensa. Honduras

No dan tregua. Los tentáculos de las maras y pandillas alcanzan no solo a colegios de educación media en el país: la penetración de estos grupos llega ahora a escuelas, centros de educación básica y jardines de niños. El reclutamiento no distingue sexo ni edad; ahora los pequeños de seis y siete años son los candidatos para integrar las filas de estos grupos delictivos.

“El problema ha llegado a jardines de niños, escuelas, centros básicos e institutos de segunda enseñanza en todas sus jornadas. Todo está contaminado. El problema es que el niño desde pequeño es llamado y preparado por las maras. El que no responde a ese llamado por el simple hecho de negarse a integrar la pandilla es asesinado”, relató Gilberto Aníbal Benítez , director departamental de Educación de Cortés.

Las declaraciones del funcionario no escapan a la realidad. Los últimos hechos violentos en centros educativos de San Pedro Sula dejan saldos trágicos. El último, la muerte de Engie Belinda Guevara Peraza (16), estudiante del Intae. Las investigaciones vinculan a supuestos estudiantes en el hecho.

La Unidad de Maras y Pandillas estima que al menos el 40% de la población estudiantil de los colegios en San Pedro Sula simpatiza con estos grupos y un 10% sería parte de ellos.

“Hay pandilleros en los colegios de San Pedro Sula, las novias y los hijos de pandilleros son los vínculos que tienen en las instituciones educativas. Un 40% se detecta como simpatizante y un 10% como parte de estas agrupaciones”, dijo uno de los agentes de la unidad.

Dar una cifra exacta de pandilleros en el país es difícil, pero el informe Situación de maras y pandillas en Honduras, realizado por Unicef en 2011, revela que 4,728 miembros activos se contabilizan en 14 ciudades.

Amenaza real

“Sáqueme, trasládeme de la escuela. Si no lo hace, me van a matar”: es la frase desesperada de una docente de una escuela del sector Chamelecón. La agonía de la maestra deja a todos atónitos; la mujer ruega por un traslado.

Durante los últimos meses ha estado sometida a las exigencias de la mara 18, que desde que empezó el año la obligó a pagar semanalmente 300 lempiras. El lema para la mara es vivir o morir.

“Hay tantos casos que contar de las vivencias de los maestros que son sometidos por las maras. A esta maestra tuve que trasladarla. Era la vida de ella la que estaba en juego. Estamos impotentes, a merced de estos grupos. Urgen medidas para evitar que sigan atentando contra los maestros, padres de familia y alumnos.

Las pandillas están acechando cada vez con más fuerza a los centros educativos. Hemos encontrado chimbas, droga y marihuana. Abundan los signos diabólicos”, expresó Benítez.

El funcionario explicó que las denuncias de docentes son una muestra del peligro en varios sectores, como Rivera Hernández, Sabillón, Chamelecón, La Pradera, Sandoval,

La Unión y San José V en San Pedro Sul a; la San Jorge y Casa Quemada en Cofradía y varias colonias de la López Arellano en Choloma.

Varios escritos diabólicos son las pruebas de las amenazas contra los maestros. En las hojas encontradas vienen dibujadas cruces y armas AK-47 y son colocadas en los carros y escritorios.

“Es un mensaje claro. La muerte nos acecha. Cómo aprender a convivir con el miedo. Ya no sabemos qué hacer”, dijo un maestro de un colegio.

Cada día, los docentes aseguran que se juegan la vida. Salen de sus casas, pero no saben si volverán.

Las amenazas son latentes, los testimonios de algunos docentes a LA PRENSA revelan el terror que experimentan en zonas bajo el dominio de las pandillas.

“Entraron en la escuela, nos pusieron boca abajo y con una AK-47 nos apuntaron en la cabeza. Temblábamos de miedo. Qué podíamos hacer. Uno por uno nos despojaron de todas nuestras pertenencias. Hasta los zapatos nos quitaron.

Lo que nos queda solo es pedir traslado o un permiso y huir. No hay opciones. Ya no sabemos qué hacer”, dijo impotente uno de los docentes atacados.

A punto de cerrar

Hay zonas tomadas, donde la voluntad de la pandilla es la que se cumple. Las interrupciones de clases van en aumento y esta vez no por los paros de la dirigencia magisterial, sino por los ataques de las pandillas en los centros educativos.

“En Puerto Cortés hace dos meses agarraron a pedradas una escuela. El ataque era contra estudiantes y maestros. Nos vimos obligados a suspender las clases durante una semana.

En la Morales 1, la Sabillón y la Eben Ezer ya no podemos entrar. He llegado al punto de decirles en Consejo de Directores que les digan a los maestros que entren a las 12 del día y salgan a las cuatro de la tarde, sacrificando una hora de clase. Hasta este momento no tenemos cerrado ningún centro educativo, pero así como van las cosas vamos a tener que tomar algunas decisiones”, dijo el director departamental de Educación.

Medidas

La Policía Nacional toma sus medidas, los retenes cerca de los centros educativos con más alumnos se instalan en las horas de entrada y salida de estudiantes, pero los docentes aseguran que no son suficientes para que lleguen a las zonas conflictivas. Leonel Sauceda, jefe de la Policía Metropolitana No. 2 en San Pedro Sula, asegura que se da un trato especial al sector educativo.

“Hay patrullajes permanentes en la Sabillón, colonia Suyapa, Eben Ezer y zonas donde sabemos que hay enfrentamientos entre pandillas. Tenemos toda la disposición de colaborar con las autoridades educativas. Hemos girado instrucciones para vigilar en los centros educativos. Se restablece la Policía Escolar. Vamos a afinar estrategias que permitan extender el proyecto que tenemos diseñado para las escuelas y los colegios en San Pedro Sula”, dijo el oficial.

Pese a los esfuerzos de las autoridades por remediar el avance de las pandillas en los centros educativos, el temor reina. Varias jóvenes tienen que acceder a las peticiones de los mareros, que se infiltran como estudiantes, antes de perder la vida. Solo denunciar las acciones de estos grupos representa la muerte y en vez de eso prefieren callar y ser parte de la estructura.