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Cosecha Roja.-

El grito de “Lautaro, ¡presente!” retumbó en la sala del Tribunal Oral Criminal N°10 de Lomas de Zamora. Este mediodía condenaron  al ex policía bonaerense David Benítez a 14 años de prisión por asesinar a Lautaro Bugatto, el futbolista de Banfield, en 2012.

Afuera de la sala quedó mucha gente. Aunque lo habían pedido, a la familia de Bugatto no le dieron el salón grande. Sabían que muchos amigos y compañeros irían a escuchar la sentencia. A hacer el aguante. A gritar “Lautaro, ¡presente!” tantas veces como fuera necesario: antes de empezar en la puerta del tribunal, durante y después. “Estamos conformes con el fallo. Discutiremos los años más adelante, pero festejamos que llegó una pena”, dijo Gonzalo Bugatto, el hermano de Lautaro.

Alicia Giardina, la mamá de Bugatto, entró al tribunal apoyada del brazo de dos familiares, caminando despacio. Después de la sentencia no necesitaba ayuda: gritó “Lautaro” y miró al cielo. Salió de la sala caminando sola, enérgica, con menos peso y llorando. “Lo voy a amar eternamente”, dijo a todos los que esperaban afuera. “Voy a seguir adelante porque siempre les enseñé a mis hijos que hay que ser fuerte”, dijo.

El 6 de mayo Benítez estaba fuera de servicio. Iba en un auto con la mujer cuando intentó detener el robo de la moto que iba adelante y en la que viajaban su hija y su hermana. Disparó siete balas con el arma reglamentaria: una atravesó la espalda de Lautaro, que murió pocas horas después. La fiscalía había pedido doce años y el abogado de la familia, 20.

“Teníamos muchas expectativas para hoy. Es el final de un proceso que lleva dos años y cuatro meses. Esperamos que el tribunal esté a la altura de la situación y se haga justicia por Lautaro”, dijo a Cosecha Roja Gonzalo antes de entrar a la sala.  Cuando salió, dijo que ahora su hermano puede empezar a descansar en paz.

Bugatto tenía 20 años, jugaba de lateral izquierdo en las inferiores de Banfield y estaba a préstamo en Tristán Suárez. El 6 de mayo de 2012 planeaba salir a bailar con amigos. Terminó de comer pizza con la familia en su casa de Monteverde y Pedro Goyena, Almirante Brown, y salió cuando un amigo pasó a buscarlo.

El policía David Benítez, que dijo que intentaba frenar un robo, gatilló en la calle sin identificarse ni dar la voz de “alto”. Quería detener a unos pibes que habían intentado robar. “Cuando le dio a mi hermano, ya habían salido corriendo: la peligrosidad era cero”, dijo Gonzalo Bugatto. Aún así, Benítez disparó siete veces: dos desde el auto y cinco una vez que ya se había bajado. Lautaro murió y las únicas balas que se encontraron en la escena del crimen fueron las del policía.

Durante el juicio el ex policía sostuvo que disparó en legítima defensa. “Benítez dijo ‘cumplí con mi deber’ como si su deber fuera matar. Y no muestra ningún signo de arrepentimiento”, dijo a Cosecha Roja la tía de Lautaro, Mónica Giardina. “Esperamos que se haga justicia para que sea una reparación simbólica para la sociedad”, agregó.

“La pena es sanadora de alguna manera porque el Poder Judicial es el que tiene que hacer esta parte. Y se demostró lo que decíamos: Lautaro era la víctima, no el victimario. Igualmente nadie le va a devolver la vida”, dijo a Cosecha Roja Charly Pisoni, secretario de Promoción de los Derechos Humanos de la Nación.

Leonardo Rebolino, coordinador de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, dijo a Cosecha Roja: “Es como una parábola: este caso fue el que impulsó la Campaña y esta sentencia ejemplar nos da fuerza para seguir avanzando. Ahora es necesario poner en discusión que los oficiales porten el arma fuera de servicio”.

Benítez era subinstructor de tiro y tenía entrenamiento militar. “Toda su vida había estado en contacto con armas”, dijo a Cosecha Roja el abogado de la familia Lucio De La Rosa. “A más conocimiento, más responsabilidad”, dijo Gonzalo. El policía llegó al juicio en libertad y, tras el fallo, fue detenido inmediatamente. Los jueces pidieron que se investigue el posible falso testimonio de la pareja y hermana de Benítez. Durante todo el juicio, contaron los familiares, las versiones se contradecían.

En la UFI 6, a cargo de Andrea Nicoletti ya se inició una causa para investigar la manipulación de pruebas. Gonzalo contó que los policías no cuidaron la escena, intentaron modificar el auto para que tuviera impactos de bala y ocultaron un testigo clave. “La defensa estuvo orientada a justificar el accionar violento de Benítez”, dijo.