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Jenaro Villamil – Proceso.-

No disminuye la conmoción, mucho menos el coraje, pero este 26 de enero, a cuatro meses de los sucesos de Iguala, Guerrero, los padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa se dan el permiso de mencionar los nombres de sus hijos. No son números. Son personas.

“Manuel. Te amo. Donde quiera que estés, te vamos a encontrar”, dice Mario César y despierta la consigna general en el Zócalo: “¡No están solos! ¡No están solos!”.

“Te amo Jorge. Y te extraño”, se le quebró la voz a Epifanio Álvarez, el mismo que recuerda y le reclama a Peña Nieto sus palabras para “superar” la tragedia: “¿Ustedes superarían el dolor de un hijo desaparecido?”.

Carmelita Cruz, que ha acudido a todas las fosas encontradas en los alrededores de Iguala y Cocula, Guerrero, criticó las “búsquedas simuladas” de la PGR y del Ejército. “A mi hijo, Jorge, sólo le quiero decir que lo quiero mucho”, afirmó.

El Zócalo está triste pero no cansado ni pierde su enojo cuando Felipe de la Cruz, el vocero de los padres, increpó directamente al Ejército: “fueron militares quienes les robaron sus celulares. Fueron militares quienes los golpearon. ¿Por qué se olvidaron que también ellos son del pueblo?”, acusó.

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A nombre de los padres de 43 desaparecidos y de los normalistas sobrevivientes, De la Cruz exigió investigar al Ejército, al exgobernador Angel Aguirre que, en el colmo del cinismo, promueve a su hijo como candidato a alcalde de Acapulco, por las siglas del PRD.

Y en clara advertencia sobre la situación en Guerrero, en pleno año electoral, De la Cruz subrayó que no permitirán los comicios en la entidad bajo las condiciones actuales.

Acto seguido, citó el artículo 39 constitucional, tan socorrido ahora para decir que el “poder emana del pueblo y es del pueblo”:

“Votar, es votar por el crimen organizado” en Guerrero, advirtió De la Cruz, pero también reclamó a Peña Nieto que no haya investigado ni sancionado al exgobernador Aguirre.

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En toda la explanada volvió a escucharse el grito de “¡Fuera Peña, Fuera Peña!” y se siguieron con “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

“Peña Nieto ha dejado de ser el presidente para nosotros”, remató De la Cruz en claro reproche al abandono del primer mandatario frente a su compromiso de hace tres meses con los padres.

Este día, en Atlacomulco, su tierra natal, Peña ni siquiera hizo mención a los cuatro meses del conflicto desatado en Iguala.

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La multiplicidad de los contingentes

No son las decenas de miles que marcharon el 20 de noviembre pasado, pero sí muchos miles más de los que se esperaban en el primer mes de 2015, tras varias semanas sin convocar, con las universidades en periodo vacacional, y los contingentes sociales dispersos.

La marcha de este 26 de enero conjugó a los jóvenes del Politécnico con los de la UAM, las facultades de la UNAM, las preparatorias, más las escuelas privadas (la Ibero la más grande), pero también con los movimientos sociales recientes, como las enfermeras, los médicos, los demandantes de vivienda y contingentes sindicales.

El de telefonistas desplegó enormes pancartas vinculando a Ayotzinapa con sus demandas salariales y el incumplimiento de las promesas de la reforma en telecomunicaciones.

Los que se atribuyen ser anarquistas estuvieron menos visibles y aislados que en las anteriores manifestaciones. Hasta las 20:00 horas no se registró algún incidente con ellos o con algunos otros grupos.

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“¡Ayotzi, aguanta, la Iglesia se levanta!”, coreaba un contingente de comunidades eclesiales, comprometidos con las luchas sociales que lanzaron “fueras” a Onésimo Cepeda, el obispo de Ecatepec.

A no pocos metros de ellos, unos jóvenes de la UAM coreaban algo más psicodélico: “¡Hongo, peyote y mariguana, en lucha la Metropolitana!”, mientras los chavos Ibero cantaban a Mercedes Sosa.

Guitarras y mandolinas se combinaron con instrumentos prehispánicos, con consignas contra Peña Nieto y una más que atravesó los cuatro puntos cardinales de donde partió la movilización: “¡Fue el Estado!”, “¡Fue el Estado!”.

Fotos: Proceso.mx