rosabru

Cada 17 de agosto parece increíble el paso del tiempo, estos 25 años en que hemos continuado con nuestras vidas mientras tu ausencia se eterniza y le niega a tu mamá la oportunidad de despedirte, de dejarte de buscar con esa intensidad y alegría que solo Rosita Bru nos puede haber enseñado.

Son ellos, los asesinos condenados, Justo López, sus cómplices de la comisaría 9na de La Plata, el comisario Ojeda, el agente Gorosito, los que esa noche te pegaron y luego te sacaron para llevarte no sabemos dónde, por más informantes que se hayan dicho dueños de la verdad de tu destino, por más pistas falsas que han sembrado para que se remueva la tierra en sitios que nunca fueron, por más que hemos pedido sin cesar justicia y tu aparición. López y toda la patota no hacen más que repetir lo que los milicos hicieron antes: secuestrar, torturar, matar, desaparecer y silenciar. Todos saben dónde están, todos preservan ese último lugar del crimen perpetuo ocultando la verdad.

Sos un desaparecido en democracia Miguel, un desaparecido de esta democracia golpeada por la injusticia que no es solo la muerte, es el cotidiano de millones y millones. Tendrías tantos motivos para hacer nuevas canciones punks de Chempes 69 vociferando lo que debería caer, lo que debería romperse, lo que debería estallar.

Vos, que nos diste tantos motivos para seguir adelante, para llenar las calles en La Plata, investigar qué te hicieron, conseguir que los encierren, que los condenen, que al juez Vara lo echen por corrupto, que otros pibes no sigan su destino, que otras madres no estén solas. Vos, que nos seguís iluminando en lo que hacemos, marcando el camino: fuertes, pero sensibles; implacables pero alegres; incansables, pero atentos a los otros. Eso eras Miguel: el aprecio profundo por el ser humano, el ser humano sin prejuicio, dispuesto a darlo todo. Eso eras: un manantial infinito de energía, amor y rebeldía.

Todxs los que trabajamos en Cosecha Roja, Miguel, a la que leerías con pasión; los que hacemos Anfibia, que te parecería demasiado cheta pero seguro igual la leerías, todxs intentamos con humildad hacer periodismo siguiendo tu luminoso camino de honestidad. Y algunos de nosotros tenemos además el privilegio enorme de dar clases a pibes como vos en la misma escuelita donde nos conocimos y todo comenzó, la Facultad de Periodismo de La Plata. Siempre la misma imagen Miguel: vos y tu poncho rojo, y los perros al lado, por ese pasillo, caminas hermoso, libre, feliz.