Baile con serpientes, la novela que Horacio Castellanos Moya publicó hace diez años, fue reeditada por Tusquets Editores: Una trama de suspenso mágico cargada de simbologías.      

Matías Máximo – Cosecha Roja.-

En un pueblo tranquilo de provincia centroamericana, un Chevrolet amarillo se estaciona frente a una casa. Un hombre que destila todo tipo de olores podridos sale del auto, desaparece durante el día, y por la noche vuelve a meterse en él. Hasta aquí no habría historia que contar, pero la curiosidad de Eduardo Sosa, un joven estudiante de Sociología que vive de una pequeña cuota familiar, será el motor de arranque.

Eduardo vive desahuciado, se pasa las tardes tirado en la cama leyendo diarios y con la sensación de que jamás conseguirá un trabajo en su país, donde la sociología, “una carrera que a esas alturas ya había sido borrada en varias universidades”, no le importa a nadie. La aparición del auto en la puerta de su casa hace que su vida tenga un sentido: necesita saber quién es, adónde va y qué hace el mendigo que vive ahí. Su primer trabajo como sociólogo será dedicarse a pasar un día con él.

El carácter agresivo de Jacinto Bustillo, el hombre del Chevrolet, le complica la tarea a Eduardo, que al fin se sale con la suya y descubre que la vida del mendigo era más interesante en la intriga que en la realidad. En la intriga, miles de historias alucinantes. En la realidad, un contador que dejó a su trabajo, su familia y pasa las tardes recolectando chatarras para comprarse alcohol. Es en este punto de la trama cuando realidad e intriga se fusionan para desaparecer de la ciudad al mendigo. A partir de ahora, la historia abandona lo realista para lanzarse al género fantástico.

En el momento en que Eduardo decide mudarse al auto, nadie sospecha que esa ciudad puede pasar de templo del aburrimiento a escenario de una masacre. Nadie, incluso Eduardo, piensa que un hombre y cuatro serpientes pueden aterrorizar a todo un país. Pero sí, y esa es una de las cosas que dice novela: lo poco que se necesita para hacer temblar las arquitecturas de un Estado son los medios.

Eduardo y el grupo de serpientes parlantes -Beti, Loli, Valentina y Carmela-, viajan por el pueblo en el Chevrolet y asesinan sin piedad ni premeditación: el que se cruza, muere, y es la pasión mortífera la que los vuelve un grupo unido hasta el amor, protagonizando incluso una orgía zoofílica donde carne, piel y cocaína se funden en un baile de sexo y sangre sin ética ni moral. Un baile con serpientes.

Horacio Castellanos Moya nació en Honduras en 1957 y tiene publicados más de diez libros. Durante años trabajó como periodista en México y actualmente es profesor en la universidad de Iowa. Con respecto a Baile con serpientes, durante una entrevista contó que cuando estaba en la casa de sus hijos en México vio que un hombre harapiento entraba a un auto muy viejo estacionado en la puerta y dijo: acá hay un libro. Eso, combinado con una serpiente que se le apareció en un sueño, fueron la excusa de una novela violenta y terrorista, una narración de impacto que desconcierta por la presumible falta de móviles en la trama pero cobra sentido en el mundo de las simbologías.

 

Baile con serpientes

Horacio Castellanos Moya

Tusquets Editores

176 páginas