A partir del asesinato de la trans Ayelén Goméz en Tucumán, Marlene Wayar escribió este texto convocando a la Vigilia Trans en Plaza de Mayo, este jueves 17, luego de acompañar a las madres de Plaza de Mayo en su ronda.

Hartas de dolernos por nuestras muertas.

Hartas de que nos maten justo cuando hemos logrado que una comience y permanezca realizando sus estudios secundarios. Y ahí nos la maten.

Hartas de llegar tarde.

Hartas de sólo verter lágrimas.

Hartas de escuchar sólo palabras de la nada, a la nada, con nada como propuesta que sane la muerte.

Convocamos a los cuerpos travas a un abrazo a la memoria de nuestras muertas, a la memoria de Ayelén Gómez.

Nos auto-convocamos al abrazo colectivo antes de que nos maten y sea tarde para el abrazo.

Convocamos a aquellos cuerpos capaces de empatizar con nuestros cuerpos travas.

Convocamos a que nos acompañen con el abrazo, pues no hay otra cosa que podamos.

Convocamos nosotras, travas, desde el despoder.

¿Qué pedir?

¿Justicia acaso?

Desde la pobreza, ¿qué comprarles?

¿Acaso respeto?

Y el fracaso insistente, ¿de qué vanagloriarnos?

¿De un documento femenino que habilita al crimen de odio?

Ni sus políticas públicas vacías.

Ni sus acciones sociales que no logran darnos cobijo.

Ni su espiritualidad banal y vana para abrazarnos niñas.

Ni su cobardía para defendernos del asesinato o el maltrato en el barrio.

Ni su mojigatería para compartir el pupitre en la escuela primaria o el secundario.

Ni su desprecio para sanarnos en sus hospitales públicos o privados.

Ni su poco entendimiento para ver el hambre de niñas queriendo mantenerse vivas, del que se aprovechan para prostituirnos.

Ni su egoísmo para compartir la vivienda que de niñas necesitamos.

Ni su miseria excesiva como para incluirnos en sus espacios de trabajo.

Ni sus lindas palabras académicas o sus hermosas artes que no le transforman la vida a nadie.

Desde la experiencia hablamos.

Al abrazo convocamos, a pasar vergüenza en la plaza pública abrazando lo injurioso de nuestros cuerpos.

A enjugar nuestras lágrimas.

Al silencio te llamamos, hartas de gritar que nos están matando.

Les convocamos.

* Fotografía: Sol Vazquez