La cara impresa en cartón se repite sobre el pecho de cada uno de los manifestantes. Los ojos verdes de Santiago Maldonado miran fijo al frente. Lleva la barba crecida y desprolija, como cuando lo vieron por última vez durante la represión de Gendarmería a la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia, en Chubut. Un mechón enrulado le cuelga en la frente. Abajo, la pregunta que rebota desde hace días en la cabeza de sus familiares y amigos: ¿Dónde está Santiago?

De espaldas al Congreso de la Nación miles de personas exigieron a gritos “aparición con vida y castigo a los culpables”. Mientras se llevaba a cabo la primera marcha para reclamar por Santiago,  el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) difundió la noticia: el Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU ordenó al Estado nacional que lleve adelante una serie de acciones urgentes para buscar y localizar a Santiago.

En base a un pedido que realizó el CELS hace dos días, el Comité consideró que existen suficientes elementos para entender que el joven es víctima de una desaparición forzada. Entre las medidas dispuestas, le exigió al Estado argentino que adopte una “estrategia integral y exhaustiva para la búsqueda y localización”, que tome las “medidas urgentes que sean necesarias para buscarlo y localizarlo” y que garantice “la efectiva conservación, resguardo y análisis de todos los elementos de prueba” que permitirían encontrar a Santiago e identificar a los responsables de su desaparición. Además, debe “preservar” la vida e integridad personal de los familiares del joven y de los miembros de la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia, en el departamento de Cushamen, provincia de Chubut.

En los próximos 15 días el gobierno argentino debe informar “sobre las acciones tomadas por las autoridades competentes del Estado parte para localizarlo, para aclarar su desaparición y para garantizar que esté bajo la protección de la ley”.

“Al ser el Estado argentino miembro de Naciones Unidas tiene obligación de respetar los pedidos de medida cautelar y de acción urgente de parte del Comité”, explicó a Cosecha Roja la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, presidenta del Movimiento de Profesionales para los Pueblos y defensora del lonko mapuche Facundo Jones Huala.

El documento de tres páginas contradice los dichos públicos de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, quien dijo que no existen indicios de que Gendarmería hubiera detenido a Maldonado. La funcionaria incluso puso en duda que el joven hubiera estado en el lugar. En base a las declaraciones de los testigos, el Comité contra las Desapariciones Forzadas consideró que existen fundadas sospechas sobre el accionar de Gendarmería y exigió que se abstenga “de participar en la búsqueda e investigación de la desaparición”.

Según dijo a Cosecha Roja Horacio Verbitsky, presidente del CELS, “la desaparición es un episodio de una gravedad extrema, sobre todo por la actitud de encubrimiento del gobierno nacional, que niega hasta la presencia de la víctima en el lugar del hecho, cuando hay abundantes testigos que vieron como él estaba ahí cuando Gendarmería irrumpió disparando y todos echaron a correr para escapar de las balas”. Y agregó: “A la ministra eso le consta porque su jefe de gabinete, Pablo Nocetti, estaba en el lugar coordinando el operativo”.

“Nunca pensamos que íbamos a vivir en democracia un hecho tan grave como la desaparición de una persona después de una manifestación”, dijo a Cosecha Roja Carlos Pisoni, integrante de la agrupación HIJOS, quien participó en la movilización frente al Congreso. “Esto nos retrotrae a épocas pasadas, sobre todo con los dichos de Bullrich, que dijo que es probable que Santiago no haya estado en Esquel. Eso nos hace acordar a cuando en los 70 decían que nuestros viejos estaban en Europa”, agregó.

La marcha de hoy duró dos horas. Miles de personas exigieron a gritos la aparición con vida de Santiago y reclamaron la renuncia de Bullrich. Al final, cuando los manifestantes habían desconcentrado, un grupo de anarquistas cortó la calle Entre Ríos, frente al Congreso. No eran más de 50. Apuntaron los morteros al grupo de policías que custodiaba la zona y se escuchó una serie de estruendos. Los efectivos retrocedieron.  Explotaron más bombas y el cielo se iluminó con fuegos artificiales. Una acción coordinada y veloz. Unos minutos después, cuando la policía logró reagruparse, ya no quedaba nadie.