paridadLas mujeres son más del 50 por ciento de la población argentina, el 60 por ciento de las estudiantes y graduadas universitarias y la mitad de la fuerza de trabajo. Pero en los lugares de toma de decisión están subrepresentadas: son el 36 por ciento en la Cámara de Diputados y el 42 en el Senado de la Nación; el 14 en la dirección de los ministerios del Poder Ejecutivo y apenas el 24 en los tribunales superiores y cortes del Poder Judicial. La discusión de la reforma política en el Congreso abrió la puerta a una de las luchas históricas del movimiento de mujeres: la paridad de género en los cargos electivos.

Esta vez las legisladoras se pusieron de acuerdo: cuando el oficialismo presentó un proyecto de reforma política que sostenía el cupo del 30 por ciento (establecido en 1991), las diputadas y senadoras de todos los partidos se unieron para exigir la igualdad de condiciones bajo el lema #UNAyUNO. La campaña trascendió las puertas del Congreso y se sumó a los reclamos de las organizaciones de la sociedad civil, que lanzaron #MujeresALaPolítica (impulsada por ELA y Amnistía).

Antes, las cuestiones de género estaban reservadas a las mujeres o a las feministas. La senadora bonaerense Micaela Ferraro vivió el cambio. “Hasta hace un par de años éramos poquitas las que hablábamos de esto. Hoy tiene un asidero más popular, es políticamente incorrecto hacer declaraciones misóginas -como las del músico Gustavo Cordera-, hay una masa crítica de mujeres y varones que empiezan a mirar distinto. La paridad, sin dudas, va a movilizar todas las estructuras”, dijo a Cosecha Roja. En la legislatura provincial, Ferraro impulsa una ley que busca implementar medidas de acción positiva para garantizar la representación igualitaria de mujeres y varones en cargos públicos en todos los ámbitos.

En el debate que comenzó en el Congreso Nacional por la reforma electoral, el tema de la paridad no estaba incorporado en el proyecto del oficialismo. “Entonces, las mujeres de todos los bloques nos juntamos para impulsar la paridad. La primera reacción del PRO fue no considerarlo pero fue tanto el acuerdo que tuvieron que hacerlo”, contó a Cosecha Roja la diputada Lucila De Ponti. La idea es que en el dictamen final del proyecto de ley se incorpore la paridad: el 50 por ciento de los cargos electivos para las mujeres.

Según la diputada Juliana Di Tullio, en la práctica cotidiana es notoria la presencia de mujeres en el recinto. “Somos más pasionales a la hora de la discusión, no tenemos miedo de decir lo que pensamos, sentimos, lo que nos pasa con algunos proyectos de ley. Cuando llegué al Congreso las mujeres tocaban sólo los temas sociales. Hoy representan y tienen todo tipo de identidades legislativas en temas económicos, de seguridad, consumidores, Derechos Humanos, precios, defensa y trabajo”, dijo a Cosecha Roja.

Desde que en 1991 se sancionó la Ley de Cupos y las mujeres aumentaron su participación en cargos legislativos, se aprobaron varias reformas en materia de derechos de las mujeres como las leyes contra la trata, protección integral, parto respetado, identidad de género, matrimonio igualitario y fertilización asistida, entre otras. También adquirieron rango constitucional tratados de Derechos Humanos que repudian la discriminación y las formas de violencia contra las mujeres.

Mujeres en los espacios de poder

Las militantes de Mumalá también se sumaron a la campaña. “La paridad trae justicia social y legitimidad del sistema democrático: cuando participamos, transformamos la política. No es posible concebir una democracia si las mujeres no estamos representadas igual que los hombres. Somos más del 50 por ciento y debemos tener una representación acorde”, dijo a Cosecha Roja Raquel Vivanco, coordinadora nacional de la agrupación.

En el gabinete del presidente Mauricio Macri hay únicamente cuatro mujeres: la vice Gabriela Michetti, las ministras de Seguridad y Desarrollo Social Patricia Bullrich y Carolina Stanley y la canciller Susana Malcorra. En la provincia de Buenos Aires la disparidad también se nota a simple vista: hay una sola mujer con cargo importante entre los ministros y secretarios del gabinete de María Eugenia Vidal y sólo cuatro intendentas entre los 135 municipios (Baradero, General Arenales, La Matanza y Monte).

“El directorio del Banco Provincia, el que da créditos para todos, no tiene mujeres: ¿cómo van a poder pensar líneas de créditos para mujeres en situaciones de violencia si no hay presencia femenina?”, se preguntó Ferraro. Para De Ponti, la sanción de la paridad en el Congreso permitirá debatir el tema en otros espacios. “En Santa Fe, por ejemplo, la representación femenina es muy baja: de 19 senadores, una sola es mujer”, dijo.

En la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la única mujer es Elena Highton de Nolasco y para ocupar los dos puestos vacantes, el gobierno nombró varones. Entre los camaristas y jueces, el 34 y 46 por ciento respectivamente son mujeres. A medida que baja el nivel de decisión, aumenta la presencia femenina.

De los más de 25 cargos de la CGT, sólo dos están ocupados por mujeres: Noemí Ruiz en la secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género, y Sandra Maiorano en la secretaría de Salud (temas exclusivamente asociados a lo femenino). Entre las 500 empresas más grandes del mundo, sólo hay 21 directoras y apenas el 4 por ciento de las Pymes y las grandes corporaciones locales tienen mujeres al frente. “En los ámbitos sumamente masculinos no hay estrategias para incorporar a las mujeres”, dijo Vivanco.

La movida de la paridad “no trae consigo la resolución ni la garantía de la perspectiva de género: no alcanza con ser mujer pero simbólicamente podemos pensar una sociedad más justa”, explicó la coordinadora de Mumalá. “Queremos la paridad en la vida: cientos de estudios que dicen que las mujeres nos ocupamos tres veces más de las cuestiones del hogar, cuidado de niños y adultos: cada seis horas, los varones pasan una. Es tiempo de que los varones vayan tomando protagonismo en el cambio”, dijo Ferraro.
Fuentes: Cippec, Chequeado, Oficina de la Mujer de la CSJN, Inter-Parliamentary Union, Economía feminista.