Parma, el primer juicio contra un cura abusador en Santa Cruz

El jefe del “expadre Felipe” fue condenado este año por el mismo delito y contra las mismas víctimas. El derrotero de un caso que habla de hasta dónde se puede mirar para otro lado y cómo la Iglesia Católica encubrió lo que pasaba en la congregación que nació en Salta.

Parma, el primer juicio contra un cura abusador en Santa Cruz

31/08/2021

Por Sara Delgado en La Opinión Austral

Doce años después de los primeros abusos sexuales en el sur y tres desde que comenzó la investigación en Santa Cruz, finalmente el excura Nicolás Parma llegará a juicio por los ataques a novicios adolescentes que tuvo bajo su cuidado.

El caso del “padre Felipe”, como se lo conocía en la comunidad de Puerto Santa Cruz, donde Parma dirigía la iglesia Exaltación de la Cruz, implica mucho más que una condena que las víctimas pretenden sea ejemplar, sino que puertas afuera de los ataques dejó en evidencia que no fue fácil retirar la fe depositada en el hombre de sotana, pero sí decir que los chicos mentían.

Yair Gyurkovitz y Jonatan Alustiza son los denunciantes de Parma y, a su vez, víctimas del fundador de la congregación, Agustín Rosa Torino, que este año fue condenado a doce años de cárcel por abusar de múltiples personas.

Es un caso inédito donde maestro y alumno (trabajaron ocho años juntos en la congregación) están acusados de abuso sexual, compartiendo víctimas en distintos puntos del país. Las causas no están conectadas entre sí, ni se menciona en el expediente la posibilidad de una red de pedofilia adentro de la congregación “Hijos de Jesús San Juan Bautista”, aunque a juzgar por el comportamiento que tuvo la Iglesia Católica cuando se presentaron los testimonios canónicos, todo indica que, de no haber actuado la Justicia ordinaria, estaríamos frente a muchas víctimas más.

Tanto Yair como Jonatan van a declarar por Zoom ante el tribunal riogalleguense. A esta provincia donde tienen cuentas pendientes sólo volvieron en 2017 para declarar ante la jueza Noelia Ursino y aportar pruebas de lo que les pasó.

Si bien no compartieron los años de noviciado -Yair logró salir de la congregación antes-, en estos años construyeron un vínculo poderoso que llevó el mensaje de los sobrevivientes del abuso eclesiástico, junto a una red de acompañamiento que lleva la cuenta de cada nombre que permanece impune a lo largo y ancho del país. Comparten eso y las consecuencias de este drama, incluidos los intentos de suicidio.

 Liliana Rodríguez, psicóloga de la Red de Sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico.

Liliana Rodríguez, psicóloga de la Red de Sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico.

La causa comenzó cuando tras su salida del noviciado en Puerto Santa Cruz, Yair viajó a Salta para contarle al jefe de la congregación que Parma era un abusador. Sin embargo, Rosa Torino también lo era y aprovechó el momento de extrema vulnerabilidad de Yair para someterlo y obligarlo a mantener silencio.

Yair rompió luego todo vínculo con la iglesia en 2015, después de que realizara presentaciones en la Justicia Canónica y esta le diera la espalda. Eran extenuantes horas de interrogatorios y en respuesta sólo recibió ataques y cuestionamientos por no haber podido evitar los abusos. Mientras hacía esto, Jonatan padecía a Parma.

La primera causa en iniciarse fue la de Salta, contra Rosa Torino, pero no por los abusos que había cometido cuando manoseaba a chicos haciéndoles creer que se trataba de una revisación de varicocele, sino cuando la propia iglesia lo acusó de estar malversando fondos de la institución.

 Agustín Rosa Torino fue condenado a 12 años de prisión.  Agustín Rosa Torino fue condenado a 12 años de prisión.

 

Debilitado por el descredito, comenzaron los primeros rumores, hasta que Yair tuvo el coraje de ser el primer denunciante. Cuando la Justicia salteña avanzó en la investigación, descubrió que había víctimas de Rosa Torino que también sufrieron abusos por parte del padre Felipe.

En 2017, la causa fue girada a Puerto Santa Cruz y la jueza Ursino escuchó a los denunciantes, ya mayores de edad, hizo rastrear a Parma, que se encontraba en la casa de sus padres en Tucumán luego de que la iglesia lo alojara un tiempo en la Diócesis VIC, de España, lo citó a indagatoria y lo dejó detenido en octubre de 2018. Sumado al relato de los chicos, fueron importantes las pericias, sobre todo la del propio Parma, que fue lapidaria.

El sacerdote fue procesado por abuso simple doblemente agravado en concurso real con abuso gravemente ultrajante doblemente agravado en concurso real con corrupción de menores agravada y esta calificación fue ratificada por Recursos, por lo que así llegará al juicio de mañana, que, según adelantó el fiscal de Cámara, Iván Saldivia, va a dejar un “precedente importante” a nivel provincial.

 

El plan sistemático

Para la psicóloga Liliana Rodríguez, integrante de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina, que trabajó con Yair y Jonatan, “esta causa es sumamente importante para la red, como todas las que lleva adelante, pero tiene la característica que es la primera vez, en nuestra historia, que dos sobrevivientes denuncian a dos curas de la Iglesia Católica, Agustín Rosa Torino y Nicolás Parma, y que además no sólo los delitos ocurrieron en dos lugares de nuestro país, Salta y Puerto Santa Cruz, sino que pertenecen a la misma congregación”, le dijo a La Opinión Austral.

Liliana definió a los denunciantes como “dos valientes sobrevivientes que, después de años de espera, lograron hace mes y medio que condenaran al cura abusador Rosa Torino, junto a Valeria Zarza, también sobreviviente”.

Respecto a las resistencias que hubo en Puerto Santa Cruz para creer en los chicos, en tiempos donde incluso se llegó a sugerir una reunión de fondos para pagarle el abogado a Parma, que se había ido del pueblo con una declaración de honor del Consejo Deliberante, es “algo que se repite” y que fundamentalmente “tiene que ver con los fundamentalismos y los actos manipulatorios de quien agrede, que traiciona no sólo a quién abusa, sino la confianza da familias y de una comunidad. Será quizás tiempo que la comunidad se reivindique y pueda expresarles que les cree, porque los sobrevivientes no mienten, no fabulan”.

De hecho, está previsto que hoy a las cinco de la tarde la comunidad se congregue en la plaza central para manifestar su respaldo, al tiempo que también se cree que podría haber acompañamiento el martes con organizaciones que digan presente afuera de la Cámara.

Asimismo, sostuvo que “es reparatorio que el Estado, a través de la Justicia, diga: Yo sí les creo, esto es un delito y como tal se castiga, porque, tal como sucedió cuando hicieron su testimonio en la doctrina de la fe, “la iglesia no castiga, encubre, miente, trabaja para tapar una supuesta imagen a costa del dolor de sus víctimas”, en cambio la Justicia Penal “puede poner límites a los atropellos cometidos por Parma, que ha arrasado con la subjetividad y corporalidad de niños y adolescentes. Es el único culpable”.

Para finalizar, la profesional dijo sin pelos en la lengua que “Parma no es una manzana podrida, la pedofilia en la iglesia es un plan sistemático y no es un enfermo, es una persona consciente de sus actos, pero que se creía impune y cosificaba a las víctimas, utilizándolas para su placer”.

En 2018, a días de la detención de Parma, la iglesia se pronunció y el comisariado pontificio que había intervenido el Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista reconoce que sabían de las denuncias “acerca del presunto comportamiento gravemente inapropiado del interesado con menores de edad” y que por eso “se le impusieron severas medidas restrictivas, consistentes en la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, la prohibición del uso del hábito religioso y la residencia obligatoria en Tucumán”.

Pero la explicación de fray Alberto Saguier Fonrouge y Hugo Adrián Von Ustinov nada dice de haberlo puesto a disposición de la Justicia.