Perfume en nuestros armarios, temblores por placeres

“Entiéndame: no hablo de invisibilizarse. Bienvenida la lucha que transformó lo imposible: ser posibles-imposibles. Pero repensemos el armario. ¿Qué pone en cuestión nuestra existencia?”, escribe Ju’ Limas sobre el devenir no binarie y nos invita a pensar el cis-sistema y sus dicotomías excluyentes.

Perfume en nuestros armarios, temblores por placeres

27/10/2021

Por Ju’ Limas* 

Imágenes Flychelángelo

¿Quién no vio bailar moscas en su cocina alguna vez?

Hace calor. El sol me brilla en la frente. Sostengo una caja mal armada y siento el esfuerzo entre la caja y el calor. Necesito fumar, me tiemblan las piernas. Me llaman: escucho el nombre. Respondo pero ya no es mi nombre. Al mismo tiempo sí lo es. 

El problema no es el nombre: es que está generizado.

Acá estamos haciendo maromas para nombrarnos. Tengo una caja y tanto por caminar. Pienso en mi deseo, me tiemblan las piernas, a veces es difícil esconder el ritmo. Quizá no estamos acostumbrades a pensar el temblor. El deseo tampoco.

El horror heteronormado latió en mis piernas con un ritmo periódico. Cada une encontró sus lugares de contingencia. Ese espanto cis-sexista tembló y yo temblé. Nos asustamos. Resonó como cuando frena el colectivo. La ansiedad y el motor. Convertí el trauma en placer, en suspiro esperanzador.

Me gustaría pensar el goce, este cuerpo marica deseante que tiembla de miedo y de placer cuando lo nombran, cuando lo tocan, este cuerpo que cuando se nombra se toca.

Me descubrieron putite mientras me descubría sujeta. Me subjetivaron como pudieron, entre el agravio y el reconocimiento. ¡Qué audacia! ¿No es alucinante?

¿Por qué duele? Quizá vos sepas algo que yo no sé ¿De cuántos armarios tenemos que salir?

Mi armario tiene rendijas americanas. Adentro la luz dibuja una celda extraña y amarilla que titila con la TV de tubo. Yo parpadeo rápido. El perfume es dulce, son los abrigos de mamá. Juan Gabriel canta. El encierro, el ensueño, los ácaros, las pajas y el terror nocturno.

De pequeña pensar el amor se convirtió en un miedo perturbador. Aprendí rápido a desarmar cis-ficciones del amor/horror en mi pequeño universo marica.

¡Qué estúpido adentro-afuera! Esa lógica binaria nos lastima. Entiéndame: no hablo de invisibilizarse. Bienvenida la lucha que encontró perfume en nuestros armarios, convirtió temblores en placeres, transformó lo imposible ser posibles-imposibles. Pero repensemos el armario.

Las moscas de casa bailan. A muches en sus casas les bailan muchas cosas. En la mía a veces bailo yo y otras bailan las moscas. A veces cogen también, les gustan las ventanas. Juegan, descansan, vagabundean entre las plantas y la basura.

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Cuando todavía no sabía leer entendí muy pronto que había un cis-sistema que sí sabía, que era enunciador y enunciatario. Me quiso leer pero no supo bien qué leer. Ahora me río porque todavía no le alcanzó el insulto. Perdón: no le alcanzó el lenguaje ni la buena voluntad, esa escasa afectividad disponible para nosotres.

Me dijeron que las moscas viven 24 horas. No viven 24 horas. Como sea, me han dicho tantas cosas. Nadie supo mucho de la vida de las moscas, sí que molestan cuando se paran entre las comidas y sus cuerpas, cuando el ruido de sus alitas impide el sueño. ¡De lo que se pierden! Bailan reggaetón muy bonito.

Que el sistema es mierda lo sabemos todes. Nosotres entre el caos y la mierda pudimos morir pero estamos vives. Nos salieron unas alitas maravillosas, frenéticas, chiquititas y poderosas, aunque incomoden sus cuerpas, sus comidas y sus sueños.

Nuestro pasado es dinámico, nuestro tiempo es espacio. Esa especialidad será todo menos cis hetero-lineal. Nuestro futuro tampoco lo será. Nos encontrará sobrevolando la mierda. Y por desgracia también comiendo de ella.

Esta es nuestra escansión deriva, vagabunda, un baile en las cocinas, un cogedero en las ventanas. ¡Qué preciosa! Pienso en la cofradía, recuerdo a mis amigues. Ni chabón ni mina, no lo sé.

Un día más adulta, alguien mencionó mi nombre y me angustié. Hacía calor, me sudaba la frente. Me temblaron las piernas, tuve que aprender a pararme firme y esconder el ritmo. 

Alguien llamó nuestro ritmo disforia, porque siempre creen posible pensarnos a nosotres antes que pensar su espantoso cis-sitema. Mientras nos diagnosticaban sobrevolamos la mierda. Por suerte su tiempo no es el nuestro, su tiempo nos dio tiempo y nos salieron alitas.

¿Qué pone en cuestión nuestra existencia?

Pensarme no binarie fue pensar el cis-sistema, fue pensar sus dicotomías excluyentes y exhaustivas. Acá estoy, estando, entre el pasado y el presente. No vivimos 24 horas. Existirán otros horizontes para el amor, para nuestras identidades, otras formas para nuestros nombres, para nuestros pronombres, para nuestras cuerpas. Mil maneras de convertir nuestros temblores en placer, nuestros armarios dulces perfumados, íntimos y espantosos.

Hoy tenemos una “e”, una “x”, alguna abreviatura degenerada, el abrazo de otres, nuestra respuesta organizada, un DNI.

¡Salud!

*Migrante, marica transfeminista, artista audiovisual. Diseñadore de Imagen y Sonido de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. Investiga en el programa Semilla, América Latina en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Cursa la carrera de Maestría en Estudios y Políticas de Género en UNTREF. Actual productore en la Secretaría de Cultura de la Federación Nacional​​ de Docentes Universitarios CONADU. Diseñadore para el gremio de Artistas Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de las Artes ADAI-UNA.