Testigos del hecho, apuntan a un policía como el autor de la muerte del joven correntino de 16 años ocurrido el 24 de junio del 2016. Sin muchos avances, familiares y el abogado exigen que el culpable sea procesado ya que aseguran que hubo una “preordenación” del suceso.

“Tu amigo se hace el vivo, mirá cómo lo voy a parar”. Dijo Brian Silva que escuchó de la boca del policía Cristian Ojeda imputado por ser el autor de arrojarle el cono a Franco Alcaraz que lo hizo perder el control de su moto y morir sobre el asfalto.

A un año de su muerte, sus familiares exigen que se haga justicia y que Ojeda “pague por lo que hizo”. “Al menos pedimos que lo saquen de su cargo, porque sigue trabajando como si no pasó nada, sólo lo trasladaron a otra jurisdicción”, dijo Rosa González, la madre en diálogo con ellitoral.com.ar.

El policía apuntado por los testigos sólo fue llamado a declarar una vez pero se negó a dar su testimonio. “Así que ni siquiera sabemos cuál es su versión de los hechos”, dice la mujer. En su cartera lleva una foto impresa en hoja A4 de su hijo, la acaricia y apunta a su sonrisa. Cuenta que lo extraña todos los días. Que no van a parar hasta que el culpable sea condenado y se haga Justicia.

Franco tenía 16 años y junto a su amigo Brian Silva volvían en moto del barrio Laguna Seca cuando fueron frenados por un control. Según cuenta Silva, les pidieron la documentación de la moto. En ese momento, Franco quiso volver para avisarle a su tía hasta que, según declararon los testigos, un cono arrojado por el policía impactó sobre su cabeza. Franco cayó y se desnucó con el casco. “No se escapó del control, eso es lo que dicen ellos”, dijo la madre.

El cuerpo de Franco terminó debajo de un árbol. Rosa cuenta que “los policías taparon los rastros y amenazaron” a Brian a que no dijera nada. “No mandaron ni una patrulla a avisarnos. Lo mandaron a él que estaba en estado de shock y creía que Franco estaba bien”, dijo González. Cuando se enteró lo que había sucedido con su hijo, se desvaneció y tuvo que ser llevada al hospital: “No pude ni despedirme de mi él”. Le duele su ausencia pero prefiere cubrirse de coraje y no bajar los brazos: “aunque sea un policía el acusado, vamos a seguir hasta lograr que se haga Justicia”.

Hermindo González es el abogado que lleva la causa. Conversó con este medio y explicó que hasta el momento están intentando que se resuelva la situación judicial y se le otorgue prisión preventiva a Ojeda. “Queremos que no sea sólo un homicidio culposo, sino que se la causa sea caratulada como homicidio simple por dolo eventual”. Aclara que por los testimonios se puede entrever que “hubo una preordenación del hecho”, ya que el oficial seleccionó el elemento y el momento justo en que Franco pasaría para “atentar sobre su humanidad”. Es un “típico caso donde hay desinterés por la vida de la persona”, dice.

Llevar su sonrisa como bandera

Franco era el mayor de sus dos hermanos. Estudiaba en la escuela técnica Juana Manso y este sería su último año de colegio. Después de terminar la secundaria, quería entrar a Prefectura. Tanto su madre como sus amigos recuerdan su sonrisa. “Él era compañero, hermano, amigo, era todo”, relata Rosa.

La moto con la que circulaba era un regalo de cumpleaños. Como él era menor, estaba a nombre de su padre. “Franco dio la vida por su amigo” dice la mamá. Aunque en su momento, bajo el dolor, quiso culpar a Brian del hecho, sabe que él no tuvo la culpa, que si no fuera por el policía su hijo estaría vivo. “Hay tantas formas de frenar a un chico”, dice y se lamenta.

Entre sus amigos sienten su ausencia. “Algunos nos tatuamos su nombre”, dice Andy, amigo de Franco y quien siempre acompaña a la familia. Cuenta que con él aprendió el verdadero significado de la amistad. “Siempre nos preguntábamos si cuando seríamos grandes nos seguiríamos juntando y decíamos que lo haríamos hasta ser viejitos. Nos prometimos tantas cosas que ahora, por un policía, ¿dónde quedaron esas promesas?” se pregunta en forma de reclamo.

Tiempo después del caso, un vídeo de una cámara de seguridad de una propiedad privada se puso a disposición para que aporte información sobre el hecho. Algunas versiones dicen que en ella se puede ver el paso de una moto a toda velocidad y que de ser Franco, se pondría en duda que el policía le haya arrojado el cono. Rosa explica que aún no pudieron acceder a ese material pero niega la veracidad del mismo ya que no coincide la hora de lo sucedido. “Lamentablemente está todo arreglado”, desliza.

A más de un año de su muerte, Rosa junto a su familia, sigue exigiendo que se acelere lla causa y se avance con la investigación para el hecho no quede impune

*Este artículo se produjo en el marco de la Beca Cosecha Roja. También se publicó en El Litoral