Desde hace 20 años, ante cada crimen que conmueve a la sociedad en la Provincia de Buenos Aires, la respuesta de los distintos gobiernos es casi una política de estado: se endurece el código penal y se promete reformar o purgar a la Policía Bonaerense. Pero esas purgas, la declaración de crisis de seguridad, los pases a retiro y los cambios de mando nunca dieron resultados. Si bien no hay mediciones confiables, todos los datos disponibles anuncian que el delito nunca bajó. La estructura policial -preparada para funcionar como un ente regulador del delito- es lo suficientemente fuerte y flexible para absorber los cambios y mantener el espíritu recaudador de la fuerza. Aquí te presentamos la cronología de ese fracaso.