castilloCosecha Roja.-

Ayer varios vecinos quemaron una comisaría de Rafael Castillo. Protestaban por el asesinato de un adolescente luego de un asalto a una aseguradora. De uno y otro lado del crimen hay policías involucrados. Irazabal, el hombre asaltado, es un expolicía de la Federal condenado por gatillo fácil. En el asalto reconoció a uno de los ladrones: era un excamarada de armas de la Bonarense. “Tenía un handy que modulaba la frecuencia policial”, contó. Se llevaron 160 mil pesos de su negocio. Cuando salieron los persiguió a 170 km por hora, los chocó  y atropelló a uno de forma deliberada. “Los perseguí porque estaba indignado”, dijo.

Irazabal, que el año pasado fue condenado por asesinar a un adolescente mientras estaba de rodillas, dice de volvieron por él, pero que en el medio pasó algo que todavía es confuso. Mientras ponía la llave en su Meriva, apareció otra camioneta igual en la que iba Franco Torres, de 13 años, con su papá. Los delincuentes los confundieron y le dieron un tiro en la cabeza al niño: murió en el acto.

El expolicía los persiguió, les tiró el auto varias veces, los chocó y, cuando el joven que manejaba se bajó, lo atropelló: “Lo hice volar por el aire hasta un zanjón, pensé que lo había matado”, dijo a los medios el Irazabal. “Yo iba desarmado, no tengo una cañita voladora prendida porque no puedo portar arma”, agregó.

Fuentes judiciales confirmaron a Cosecha Roja que por el crimen del miércoles hay un aprehendido mayor de edad. Hoy harán una rueda de reconocimiento. En la causa interviene la Unidad Funcional de Instrucción de Homicidios de La Matanza -a cargo de José Luis Maroto- y hay una pistola calibre 40 y un handy secuestrados.

Irazabal contó su versión en lenguaje policial  en varios medios: “Irrumpieron cuatro ‘ene ene’ armados”, contó. Uno de ellos medía un metro sesenta. Los otros dos tenían entre 18 y 30 años. También dijo que uno tenía un handy a través del cual “se escuchaba la frecuencia policial de la Provincia de Buenos Aires”. A uno de ellos Irazabal lo conocía: “Nos miramos y automáticamente pegó la vuelta y se fue: nos reconocimos”. Los cuatro hombres se subieron a un Citroën C4 -robado el día anterior- y arrancaron. Hicieron 200 metros, dieron una vuelta en u y volvieron en dirección a Irazabal. Pero apareció la Meriva en la que el papá llevaba a su hijo Franco al club 12 de octubre en Isidro Casanova, donde jugaba al fútbol. Y ahí el tiro.

“Ahí está el flaco, tirale, tirale, tirale”, dice el ex policía que escuchó. Fuentes judiciales dijeron a Cosecha Roja que los ladrones “volvían por él”. Irazabal  encendió el auto y los persiguió“a 170 kilómetros por hora” porque “estaba indignado”. Contó que tiró volantazos que les hizo zig zag y que le dispararon casi diez veces. Los chocó de costado, así como venía. El conductor se bajó, intentó correr. Irazabal puso primera y lo embistió. Después dio marcha atrás y fue de nuevo contra el auto: “le pegué con todo”. Se fueron tres corriendo. El otro, el atropellado, cojeaba.

Ayer un grupo de personas quemó dos patrulleros y rompió los vidrios de  la comisaría de Rafael Castillo. Irazabal contó: “Estuve todo el día en la departamental trabajando con el subjefe, y el fiscal está a full”.

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El 12 de julio de 1997 Irazabal manejaba el móvil 248 que patrullaba Villa Lugano. Iba con Héctor Gerónimo Di Siervi, otro cabo. Cerca de las 7 de la tarde recibieron una denuncia de robo en Avenida General Paz y Dellepiane. Cuando llegaron vieron a Elio Salas, Ernesto Magallanes y Jonatán Gómez caminando. Dieron la voz de alto y dos de ellos se metieron en la “Villa Inta”. Elio corrió por la colectora, cruzó General Paz y se escondió entre los pastizales de las vías del Ferrocarril Belgrano. Después corrió unos metros más hasta que lo acorralaron: de un lado Di Siervi; del otro Irazabal; enfrente un árbol y de espaldas un paredón.

En la causa figura el testimonio de una vecina que escuchó: “¡No tiren, no tiren!”. Y también figura que, luego de eso los policías pidieron ampliar su declaración  y agregaron que eran ellos los que gritaban: “¡No tires, no tires!”.

Las pericias probaron que Salas estaba arrodillado cuando los policías le dieron los tres disparos en el abdomen, el tórax y la cabeza. “Yo abatí un delincuente que estaba robando”, dijo hoy Irazabal.

“Me llamó la familia indignada con que esté hablando por televisión”, dijo a Cosecha Roja Paula Squassi, abogada de la madre del joven.

La causa por asesinato cometido por Irazabal se elevó a juicio en 2010. En 2012 lo absolvieron. En 2013 los jueces de la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal lo condenaron a 9 años de prisión por ser coautor del delito de homicidio simple. “Interpusieron un recurso extraordinario y ahora la Corte Suprema tiene que resolver si lo concede o no”, dijo Squassi.

Como la condena todavía no está firme, Irazabal no está preso. “A mí me condenaron porque aparecieron con pancartas las entidades que defienden a los menores delincuentes, esos que dicen que ‘roban porque no tienen consciencia y para comer’”, dijo hoy a la mañana el expolicía en declaraciones radiales.

Foto: Mariano Armagno