¿Cuáles eran los siguientes pasos para consolidar ese proceso si decía que el único acuerdo…?
El siguiente paso era el traslado de la orientación desde la cúpula de las pandillas hasta la más mínima estructura. Porque acordate de que ellos tampoco tienen un centro de mando que da órdenes y ya estuvo. Ellos tienen que desarrollar un proceso de convencimiento y todas esas cosas, sobre todo porque en algunos casos este proceso toca intereses muy concretos de sus propios miembros.

Intereses económicos.
Por eso nosotros esperábamos que, abierto el proceso, se les diera el margen suficiente para que ellos lo pudieran consolidar y que no hubiera ningún peligro de que se volviera reversible. Eso, lamentablemente, es lo que se nos ha abortado. Ahora está en peligro la sostenibilidad del proceso, porque se ha convertido en un tema de discusión nacional y obviamente, por lo delicado del tema, encuentras posiciones muy confrontadas. Eso no es bueno para la consolidación del proceso, porque genera dudas en las bases de esta gente sobre cómo la sociedad los está percibiendo. Y eso vulnera el proceso. ¿Cuál es nuestro trabajo ahora? Vuelvo a algo que inicialmente te planteé: el trabajo que hemos asumido con monseñor es que es nuestra obligación y responsabilidad dedicar el máximo de nuestro esfuerzo a tratar de consolidar ese proceso ahora que ya es del dominio público.

Volvamos a un punto que para mí es esencial: la confianza. Usted dice que ellos confían en la Iglesia, pero monseñor Colindres no es toda la Iglesia y ni siquiera había hablado de esto con la conferencia episcopal. El arzobispo no lo sabía. Si usted dice que el ministro tomó un riesgo calculado, ¿cómo calculó su riesgo la pandilla? Es decir: ¿por qué la pandilla confió en esta administración?
Porque ellos están convencidos de que este proceso es lo mejor que a ellos les puede haber sucedido en sus 20 años de existencia. Creen que por primera vez están abriendo un espacio para que la sociedad los escuche y conozca lo que son, los problemas que enfrentan y las posibles soluciones que se proponen.

¿Por qué creen en un ministro que ha dicho que entrará con todo en las comunidades? Insisto, ¿por qué confían en esta administración?
Es que ellos no están confiando en la administración, José Luis. En ningún momento ha estado de por medio la discusión de lo que el Estado pueda asumir como responsabilidad. Lo que ha estado en el centro de la discusión son las consecuencias que un escalonamiento del conflicto tiene para este país y para ellos mismos. La única garantía que ellos tienen de que la sociedad los va a escuchar es que por primera vez se están dirigiendo a ella de una forma diferente, no agrediéndola, sino generándole beneficios. Ese es el punto de quiebre en este asunto.

Es cierto que ha habido un cambio de actitud muy llamativo en parte de la sociedad: quienes hace dos meses estaban pidiendo que se quemara vivos a todos los pandilleros ahora se alegran de que hayan dejado de matarse entre ellos. Pero me pregunto, insisto, ¿por qué confían ellos en que esa desescalada va a ser correspondida? Usted puso antes como ejemplo la ofensiva del 89: atacas para conseguir una posición de fuerza. Esta es la estrategia contraria.
Si alguien que ha vivido una guerra te dice que existe la posibilidad de ser escuchado de otra manera, ¿no lo tendrías en cuenta?

Pero si aspiras a ser escuchado es porque aspiras a un diálogo.
Por supuesto, si ellos lo que están planteando es que se les dé trato humano.

¿Y qué les dicen ustedes que logra que ellos crean que esta administración va a darles ese trato humano?
Que tenemos una administración que es mucho más abierta que otras administraciones que ha habido. Y que puede entender el problema.

Ellos hace cuatro o cinco meses pensaban lo contrario. ¿Cómo les convencen?
Desde el momento en que aparecemos nosotros. Ellos saben que para poder tener el nivel de acercamiento que nosotros hemos tenido, eso no se hace porque yo sea Raúl Mijango y porque monseñor sea monseñor.

Lo que está diciendo es que su aparición ellos la interpretan como una señal de la administración…
Ellos lo interpretan como una señal. Porque ven que se nos están brindando facilidades de acceso a ellos, y saben que esas facilidades no las puede tener cualquiera. Y si no, que te lo cuente el padre Toño.

Lo puedo contar yo, de las veces que he tenido que quitarme los zapatos para entrar en Zacatecoluca.
Ja, ja, ja, ja.

El otro día Nelson Rauda, en una entrevista, me dijo: “El proceso tiene varios componentes, pero no los puedo revelar”. Yo entiendo eso. Me cuesta más creer que el proceso no tenga otros componentes.
Hay una multiplicidad de componentes que convergen.

Y que no se han revelado todavía…
Cómo no, el Ministro quiso hacerlo, pero la prensa lo recogió como contradicciones. Lo que pasó es que han confluido elementos de orden humanitario, elementos de orden legal, elementos de seguridad nacional. Ha confluido la realización de un proceso de búsqueda de entendimiento entre pandillas. De repente tenés una cantidad de elementos, de factores, que confluyen.

¿El hecho de que el ministro desplazara a ciertos reos que estaban enfermos o que llevaban más del 10% de su pena cumplida en Zacatecoluca, era una señal hacia la pandilla?
Eran peticiones que los líderes de las pandillas venían haciendo desde hace rato y nadie les paraba bola. Y precisamente cuando monseñor y yo comenzamos a interceder, esos procesos se habilitan. Eso es una buena señal. Porque este proceso no hubiera sido posible sin la facilitación de condiciones que el ministro nos ha dado. Si tú tienes buenas ideas pero nadie te da chance de desarrollarlas, no te funcionan. Yo creo que hay que reconocerle al ministro, que ha tenido una visión estratégica muy amplia: no ha dejado por fuera ningún factor que pueda contribuir al logro del gran propósito, que es revertir la situación de violencia que abate al país. Desde esa perspectiva yo sí creo que es importante valorar la actitud con la que el ministro ha actuado, con conocimiento del presidente de la República.

¿Las pandillas sabían que el presidente iba a lanzar el miércoles 28 de marzo esa convocatoria al diálogo nacional?

Una parte de ellas sí. El martes tuve la oportunidad de contarles las reflexiones que estuvimos haciendo con el presidente cuando él nos invitó a una cena el lunes 26. Ahí el presidente nos dijo que iba a expresar públicamente su respaldo a la gestión que la Iglesia estaba llevando adelante.

¿Ha hablado con los líderes de las pandillas para que reaccionen de alguna manera a la convocatoria que ha hecho el presidente? ¿Habrá otro comunicado, enviarán otra señal?

Hasta hoy, ellos están empeñados en tratar de consolidad su gesto, buscando convencer a su estructura en pleno de la importancia del proceso que se ha abierto.

Supongo que uno de los principales obstáculos es que la pandilla es diversa. No todos tienen entre 30 y 50 años, y ciertas clicas siguen siendo una pandilla pero otras ya no funcionan como la vieja pandilla.

Sí, algunas ya son más un tipo de crimen organizado común.

¿Los líderes con los que han hablado son conscientes de que en este proceso probablemente haya partes de la pandilla que se puedan descolgar o que tienen una visión o intereses diferentes al resto?

Eso es algo que no se puede descartar. Sin embargo, están haciendo un esfuerzo porque no suceda; yo sé que las conversaciones que están teniendo entre ellos en este momento son bien intensas. Incluso, dicho por ellos mismos, no por mí, ellos están ampliando su marco de discusión y ya empezaron a incluir en su debate el efecto que tiene el tema de las rentas, por ejemplo. ¿Qué van a terminar discutiendo? No sé. Pero han comenzado a debatir el tema. Yo ayer estuve en una reunión en Quezaltepeque con una parte de la 18 y ellos mismos me lo expresaban: “Ya entendimos que para la sociedad no es suficiente lo que estamos haciendo, sino que también hay preocupación por el tema de la renta, y lo estamos empezando a debatir.”

Es curioso que estemos hablando de la pandilla con este nivel de matices, cuando desde el Estado, por mucho tiempo, se ha dicho que la pandilla es una mafia. En los últimos años el debate era si son crimen organizado o no; los rasgos del fenómeno social estaban fuera de la conversación.

Así es, y el mérito es que se ha retomado el tema de fondo, que es el origen de todo esto. Eso es lo que vuelve interesante lo que está sucediendo. Yo no sé al final cómo se decantará la sociedad: si va a aceptar este proceso, lo profundizará, o cerrará el debate. Pero que el debate está puesto por primera vez en su verdadera dimensión. Y hoy, como ellos dicen: la pelota está en el otro lado de la cancha.

¿En el lado de quién?
En el de la sociedad.

¿Sociedad o gobierno?
Es que entre la sociedad civil hay que considerar al Estado.

 

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