“Todavía tengo un bolso de color azul con la ropa que mi hermano trajo del trabajo ese viernes. El cierre no se puede abrir y no lo quiero romper. Así que quedó así, cerrado, como estaba. Lo tengo en mi cuarto y no es que lo mire todo el tiempo, pero sé que siempre está por ahí”. A 30 años de la Masacre de Budge, Claudio Aredes, hermano menor de Oscar, uno de los tres chicos fusilados en la Masacre de Budge, habla por primera vez.

“En 1987, yo tenía 13 años y era casi normal recibir amenazas. En el ’90 empecé a trabajar y, un mes antes de que comenzara el juicio, falleció mi viejo. Entonces, tuvimos un par de episodios que hicieron que tuviera que cambiar de domicilio y también una letra en mi apellido. Nunca me dejaron salir en los medios, ni en fotografías, ni nada”, cuenta por teléfono a Cosecha Roja mientras aclara que hoy usa su apellido verdadero y que volvió a vivir en la misma casa donde entonces vivían con su mamá, su papá y su hermana menor. “Me quedó grande la casa porque murieron todos. Hasta mi hermana”, dice.

Del viernes 8 de mayo de 1987, Claudio recuerda que su hermano Oscar se bañó y fue a la casa de al lado, donde vívía su abuela. “Después volvió porque tenía que cuidarnos a mí y a mi hermana. Mi vieja trabajaba limpiando oficinas, de cinco a diez. Yo quería terminar la tarea y me había quedado sin hojas de carpeta. Entonces me acompañó al kiosco a comprar. Ahí paso todo. ¿Te ubicás en la esquina como es? Había varios chicos que paraban en un kiosco. Pero Guaminí hay otro, a la misma distancia y yo quería comprar hojas ahí. Mi hermano se quedó en el otro kiosco hablando con el Negro. No sé qué pasó que le pedían que llevara ropa o plata. Fui a comprar y volví. El me dijo ‘andá que yo voy atrás tuyo’. Esa es la última imagen que tengo de él”.

Claudio caminó 50 metros hasta su casa. Llegó, abrió la puerta y cuando estaba por dar el paso para entrar, escuchó disparos. “No sabía bien qué era. Salí a la puerta y se veían tantas luces que pensé que eran lanzallamas. Pero no, eran las ametralladoras”, cuenta. El Negro Olivera y Willy Argañaraz estaban contra la pared. El cabo primero Isidro Romero descargó una ametralladora y el cabo Jorge Miño lo asistió con su 9 mm. A Willy lo levantaron, vivo, lo llevaron a otro lado y lo mataron. Oscar fue el primero en caer. “Lo llamé a mi viejo, se fue a buscarlo. Todos los vecinos salieron a la calle. Llegó mi mamá y nos vio a todos menos a mi hermano”, dice Claudio. “Después tuve a (Juan Ramón) Balmaceda al lado mío y no lo sabía. Recién me di cuenta en el primer juicio cuando lo vi en el banquillo de los acusados. Los policías entraron caminando como si nada”. A pesar de que hubo dos juicios y que el segundo terminó con condenas firmes de once años, la familia nunca tuvo la sensación de que se hubiera hecho justicia. Los policías o se beneficiaron con la ley del 2×1 o les concedieron un arresto domiciliario.  

En ese tiempo Budge atravesaba un proceso de organización popular. Una asamblea reclamaba la construcción de descargas pluviales. Esas mismas 150 personas de la asamblea decidieron acompañar el cortejo fúnebre, bajar en Puente la Noria y rodear la Comisaría. Siempre supieron que Willy, Oscar y el Negro no eran las primeras víctimas de violencia institucional ni serían las últimas pero ellos los convirtieron en los impulsores del reclamo popular.

Hoy Claudio Aredes confirma que participará de la jornada del Día Nacional de la Lucha contra la Violencia Institucional. La idea este año es reivindicar la lucha callejera. Después de una jornada de charlas y radio abierta en el Centro Cultural Villa Fiorito, se marchará a las 17 a la esquina de Guaminí donde el suboficial mayor Juan Ramón Balmaceda y los cabos primero Isidro Romero y Jorge Miño de la Policía Bonaerense masacraron a su hermano Oscar, de 19 años, cuando charlaba con el Negro Olivera y Willy Argañaraz.
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Aquí, el cronograma:

Las actividades comienzan a las 12 horas en el Centro Cultural de Villa Fiorito, en Recondo y Presidente Perón. Habrá una feria permanente de organizaciones, radio abierta a cargo de la UNLA, exposición de la red No a la Baja y expresiones artísticas.

Exposiciones:

-13 a 15: “Nos siguen pegando abajo”: Rupturas y continuidades de un problema persistente: la violencia policial penitenciaria.

-14 a 16: “No al punitivismo. No a la criminalización”: Frente a un estado punitivista nos organizamos para luchar por los derechos de las personas que se encuentran privadas de su libertad, liberadas y familiares, porque sabemos que sin derechos no hay justicia social. 
-15 a 17: “Para la farsa actual. Teatro antidisturbio”: La represión a la protesta y la organización como elemento de disciplinamiento social y político.  
-17: Marcha hacia Figueredo y Guamaní: Inauguración del mural con la presencia de Estela de Carlotto.