Rugby y muerte: no es el deporte, son las relaciones de poder

Ciervos Pampas Rugby Club es el primer equipo en América Latina que combinó diversidad sexual y rugby. Se hizo cargo de las contradicciones que encierra este deporte y pensó en cómo hacerle frente.

Rugby y muerte: no es el deporte, son las relaciones de poder

Por Matias Máximo
20/01/2020

Un pibe tiene que pasar bajo una lluvia de escupidas mientras lo filman. Un chico le mete ketchup en el culo a otro, y otro tiene que ir y limpiarlo con la lengua. El nuevo se tiene que tomar un vaso con la guasca de todo el equipo. Y así. Se trata de rituales de inicio en el rugby, que nada tienen que ver con la experiencia en el deporte. No pasa siempre, pero pasa. Y en general se sabe pero se esconde. Para pertenecer hay que pasar por la prueba: repetir rituales que reproducen relaciones de poder y sometimiento. 

Ciervos Pampas Rugby Club es un equipo de rugby que se hizo cargo de las contradicciones que encierra este deporte y pensó la forma de hacerle frente. Es el primer grupo que combinó diversidad sexual y rugby en América Latina y buscan construir un espacio sin discriminaciones para el colectivo LGBTIQ+, dando clases de derechos humanos a quienes deseen participar en los entrenamientos. 

Cada vez que pasa un episodio de violencia o un crimen como el de Villa Gesell saben que se va a culpar al rugby. “Pero además de ser jugadores de rugby, hay otros temas que vinculan a estos chicos: estructuras de clase, de rangos sociales, que habilitan que situaciones como éstas se repitan. Y esto no tiene nada que ver con que los chicos sean jugadores de rugby, aunque tampoco podemos dejar de hacernos cargo: es una oportunidad, aunque trágica, para que los que tienen que hacerse cargo lo hagan. Que se empiece a deconstruir una imagen establecida en la sociedad de que jugar al rugby es ser violento”, dijo a Cosecha Roja Caio Varela, presidente de Ciervos Pampas.

En 2016, cuando los Ciervos Pampas pisaron por primera vez una cancha, sintieron que estaban ocupando un espacio que no les correspondía. Ahora, cuatro años después, ganaron espacio y son un referentes del continente. ¿Cómo es tener una identidad no hétero en un espacio como el rugby?

“Ciervos pampas tiene en su bandera un lema que es ‘ocupar, resistir y transformar’. Al principio fue complejo, porque más allá de nuestras orientaciones sexuales teníamos que entender ese espacio y sus particularidades. La sociedad es homofóbica y la discriminación está en todos lados, no sólo en el rugby. Nosotros decidimos enfrentar la homofobia en el espacio del rugby. Como base tenemos el tema de la diversidad sexual o identidad de género, pero desde ese lugar nosotros pasamos a discutir la discriminación, la violencia, y entender que el racismo y la xenofobia son también problemas nuestros”, dijo Caio.

La International Gay Rugby nuclea 80 equipos en el mundo con objetivos similares a los de Ciervos Pampas. En América Latina hay 9 equipos (entre Brasil, Argentina, Chile y México). Todos los años se hacen encuentros para pensar en los vínculos que genera el deporte y desarmar la imagen negativa.

Para Caio una alternativa es pensar en el respeto más allá del campo de juego. “Para entrenar en Ciervos también tenés que entrenar en nuestra escuela de derechos humanos. El año pasado fueron nueve módulos y ahora para 2020 son dos cohortes. Integridad, respeto, pasión son cosas que de alguna manera tienen que ver con derechos humanos. Nosotros con vehemencia, en un proceso de construcción colectiva constante, estamos centrando nuestro trabajo en ese concepto de la construcción de deporte libre de discriminación”.

La sugerencia de los Ciervos al resto de los equipos es generar instancias de deconstrucción frente a los estereotipos. La propuesta de Ciao es hacer una deconstrucción transversal: “Hay que discutir haciéndonos cargo posta, con formación, sensibilización y una bajada de línea para frenar las vistas gordas que avalan las violencias. El rugby argentino está en un muy buen momento y eso genera ingresos enormes. Hay que empezar a destinar parte de esos ingresos a desarmar las conductas violentas”.

Matias Máximo