Federico Schirmer. Cosecha Roja.-

María de los Ángeles Verón tenía 22 años el 3 de abril del 2002 cuando dejó su casa en un auto de la remisería Cinco Estrellas. Susana Trimarco, la madre, nunca pensó que esa tarde iba a ser la última vez que la vería.

Diez años pasaron desde aquel día. Gracias a la lucha de su madre María de los Angeles se transformó en Marita, un símbolo de la trata de personas que le dio nombre propio a la problemática y llamó la atención de los medios masivos de comunicación.

Diez meses después de iniciado el juicio, y 100 testigos mediante, hoy a las 5 de la tarde Susana enfrentará en Tucumán la sentencia del tribunal para los 13 acusados por el secuestro.

Hoy por la mañana los acusados dijeron sus últimas palabras frente al tribunal. Azucena Márquez, pelo rubio platinado, bolsas en los ojos, fue quien dio el puntapié inicial. “Sufro por culpa de una mujer fracasada –dijo mirando fijo a Trimarco-. Fracasada como mujer, como madre y como abuela. Mi marido murió por culpa de esta causa inventada”. Irma Medina y su hijo, Gonzalo Gómez alegaron que la causa era una farsa y dijeron que lo suyo, ni por asomo, tenía que ver con la trata de personas.

“Dijeron barbaridades. Están desesperados, tirando los últimos manotazos porque se la ven negra”, dice Lujan Araujo, integrante dela FundaciónMaríade los Ángeles, a punto de abordar el vuelo que la va a llevar a Tucumán desde el Aeroparque porteño.

“Se desvincularon del hecho. Dijeron que no manejaban prostíbulos, sólo wiskerias, y estaban en contra de la trata de personas. Tenían derecho de dirigirse al juez y nosotros los escuchamos con respeto”, dice Carlos Varela Álvarez, abogado de la familia Verón, quien agrego que espera que a los imputados “se les apliquen las penas más duras”.

Araujo dice sin lugar a dudas: “Estamos confiadas que va a haber sentencia. Siempre está el temor de que las penas sean bajas, pero esperamos lo mejor”. La fiscalía pidió 25 años para 7 de los acusados y 12 años y medio para los seis restantes.

Sin embargo, el proceso tuvo una serie de irregularidades que, entre la querella, provocan ciertos reparos frente al fallo. Salvo Márquez, Gómez y Medina, el resto de los imputados pasó el juicio en libertad. “El tribunal fue permisivo. No dictaron la prisión preventiva ni aún cuando la fiscalía pedía penas de 25 años y reclusión perpetua y tenían claras posibilidades de fugarse. Ellos están presos no por ninguno de los delitos por los que se los juzga juzgando, sino por pura casualidad”, agrega Araujo.

Con el juicio en marcha, a Lidia Medina cayó detenida con 74 tizas de cocaína, y en el allanamiento a sus prostíbulos la policía encontró menores de edad a las que les retenía el documento.

Más allá de la sentencia, la justicia deberá decidir cuál es la situación de los 12 acusados desvinculados de la causa. Ya que la Corte Supremaconsidera que hay pruebas suficientes para volver a abrir la instrucción e imputarlos.

Para Araujo, la sentencia es un triunfo de la perseverancia de Susana: “El tribunal no hizo nada por si mismo. Hubo que preparar el juicio por dos años y luchar contra una madeja de intereses policiales y judiciales. Pero esto sigue porque a Marita todavía no la encontramos, y Susana nunca va a dejar de buscarla”.

Aún así, con un país que se pregunta dónde, Marita sigue siendo apenas una gota de agua perdida en el mar.  La madre, que hoy tal vez encuentre justicia, seguirá preguntándose cuándo será el día en el que Marita vuelva a cruzar la puerta de calle por la que 10 años atrás se fue para no volver.