Un femicida a cargo de sus hijos

Silvia Vazques Colque desapareció en Viedma. La justicia comprobó que se trató de un femicidio y declararon culpable a su pareja. Mientras espera la condena, lo mandaron a la casa una tobillera electrónica y custodia policial. Los cuatro hijos de la víctima fueron testigos y víctimas de múltiples violencias, pero tendrán que convivir con él.

Un femicida a cargo de sus hijos

16/10/2019

Por Carolina Gonzalez / Fotos: Pablo Leguizamon-

Silvia Vazques Colque desapareció en Viedma, provincia de Río Negro. Nunca encontraron su cuerpo. Como era víctima de violencia, un grupo de mujeres insistió en que se investigue el caso como femicidio. Más de dos años después la justicia condenó a su pareja pero lo mandó a la casa con tobillera electrónica y custodia policial. Los cuatro hijos de Silvia siguen a cargo del femicida, a pesar de que fueron testigos y víctimas de múltiples violencias. Incluso llegaron a tener que socorrer a su madre cuando él la apuñaló meses antes de que desapareciera.

Marcos Thola fue el último en ver a Silvia con vida. Él  mismo lo reconoció en diferentes versiones en la investigación inicial. En todas aseguraba que ella se había ido por propia voluntad. Los técnicos que peritaron los teléfonos de Silvia y su familia no detectaron una sola llamada, un solo mensaje por parte de él buscándola, reclamando, preguntando dónde estaba.

Viedma. 01-10-19. Juicio por el feticidio de Silvia Vazquez Colque. Foto Pablo Leguizamon

Foto: Pablo Leguizamon

Tampoco hizo la denuncia por desaparición. Se limitó a hacer una exposición en la comisaría por abandono de hogar, según los familiares de él, fue por sugerencia de la misma policía, que de paso broméo con la situación “se debe haber ido con otro, ya va a volver”, dicen que les dijeron,  pero nadie se preocupó por la desaparición .

Una amiga de Silvia, Belen Barrientos, fue la que notó su ausencia y en el mes de julio viajó desde Bahía Blanca a Viedma para denunciar. Fue a la comisaría de la mujer pero no querían tomarle la denuncia. Volvió a los 10 días, insistió, se plantó y recién ahí la policía accionó. Había pasado ya un mes y una semana. 

Las mujeres que tomaron el caso

Un grupo de mujeres desde el primer día pidió a la fiscalía que se investigue la desaparición de Silvia como un posible crimen ante los antecedentes de violencia de género. 

Fueron las mismas que, ante la negativa del Ministerio Público Fiscal, lograron por autogestión que la hermana y la madre de Silvia llegaran a Viedma desde Bolivia para constituirse como querellantes. 


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Fueron las mismas que acompañaron durante el juicio a Verónica, hermana de Silvia. Las que colmaron la sala por una semana con pancartas y afiches; las que lloraron al conocer el veredicto y las que gritaron “decí dónde escondiste el cuerpo”.

Fue la querella,  la que en junio de 2018, un año después de la desaparición, puso en palabras lo que muchos se negaban a decir: que Marcos Thola Duran, entre la noche del 4 de junio de  2017 y la mañana del 5 de junio (…) mediante un procedimiento violento que no es posible precisar, en un sitio no determinado con exactitud pero ubicado en la ciudad de Viedma , dio muerte a su ex pareja , ocultando el cuerpo de la víctima para que este no pudiera ser encontrado”.

Esa fue la base de la acusación que finalmente la fiscal Paula Rodríguez Frandsen hizo propia y llevó ante el tribunal de juicio. Sobre esa hipótesis giraron todos los relatos, las pruebas indiciarias que hoy lo tienen a Marcos Thola como culpable de matar y desaparecer a Silvia. 

Violencia y revictimización

En el debate oral y público se expuso la violencia en la que ella estaba inmersa, al momento de desaparecer: el penúltimo peldaño fue la agresión por parte de Thola, con un cuchillo y en presencia de los hijos de ambos, en una causa que se inició como intento de homicidio y concluyó con la degradación de la carátula a “lesiones leves”, apenas seis meses antes. 

Marcos Thola estuvo en silencio durante las siete audiencias que demandó el juicio, sentado junto a sus abogados, sin gesticular ante cada acusación o testimonio en su contra. Sólo al final de los alegatos de las partes, se acercó al micrófono y proclamó su inocencia:

–Me acusan sin tener pruebas– dijo.

Foto Pablo Leguizamon

Foto Pablo Leguizamon

Todos los indicios conducen a una sóla posibilidad, que Marcos Thola mató a su mujer y que escondió el cuerpo. Contó para ello con una ventaja importante: nadie denunció la desaparición hasta un mes y medio después.

En el debate oral y público no faltó la revictimización de Silvia. Llegó obviamente desde la defensa, que propuso de testigos a la familia de él. Martina Thola, la describió como una mujer que “estaba mal” “le gustaba mucho tomar” “no atendía a sus hijos”. Contrariamente a las versiones que brindaron otros testigos de la causa, que la recuerdan como una madre protectora y cuidadosa. 


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 Las maestras de los hijos de ambos relataron episodios en los cuales veían la angustia en los niños y en la madre cuando iba a retirarlos al colegio. La directora del establecimiento contó además que en el año 2011, la familia de Marcos se llevó al más grande de los hijos supuestamente a Bolivia. Por tres semanas no permitieron que hablara con su madre y cuando los directivos estaban por hacer la denuncia policial, la verdad salió a la luz. Al niño lo tenían oculto en un departamento, en la misma ciudad, a unas pocas cuadras. El hostigamiento hacia una madre desesperada no era exclusivo de su pareja. 

La defensa, ejercida por la abogada oficial Graciela Carriqueo, en su alegato final minimizó la violencia de género sistemática en la que estaba Silvia “el único hecho violento que ha sido probado y que tiene una sentencia es la que sucedió el 1 de enero de 2017 (cuando él la apuñaló) , pero según las testimoniales parece que desde ese momento y hasta el 4 de junio no hubo otro acontecimiento. Nada de amenazas ni denuncias de (ley) 3040 quedó acreditado”, dijo.

Culpable, pero en su casa

El Tribunal de juicio, integrado por Marcelo Alvarez, Adrian Dvorzak y Juan Brussino Kain, dio su veredicto de culpabilidad pero no brindó los argumentos. Según el nuevo código procesal de la provincia de Río Negro la sentencia se brinda luego del juicio de cesura o pena, que se realizará dentro de un mes. 

Aunque en este caso, con la acusación de femicidio, la cesura es apenas un trámite ya que hay una sóla pena prevista para el homicidio doblemente calificado por el vínculo y por mediar violencia de género (tal cual la tipificación  penal): prisión perpetua. 

Mientras tanto y por los próximos seis meses, durante la etapa de apelación, Marcos Thola permanecerá en su casa, con custodia policial y tobillera electrónica. Aunque la fiscalía y la querella solicitaron la prisión efectiva, los jueces valoraron que él es el unico sosten y cuidador de los cuatro hijos menores de edad.

Ahora al estado, a través de un juzgado de familia, le toca responder qué sucederá con la custodia de esos niños, que perdieron a una madre. A la comunidad de Viedma, le queda pendiente la misma pregunta de siempre. Aunque un tribunal haya determinado que fue asesinada ¿dónde está Silvia Vázques Colque?.