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Cosecha Roja.-

El doble crimen fue el domingo 10 de febrero. Hubo, según los peritos, doce disparos de nueve milímetros. Matías Martínez, de 23 años, recibió 4 balazos y Joaquín Parra de 17, recibió 3. Los dos vivían en un barrio periférico de Neuquén. Habían salido a comprar a la despensa.

Los jóvenes asesinados eran amigos de un testigo del crimen de Darío Barrionuevo. El Topito, como se lo conocía en su barrio, fue un mito en vida y  lo siguió siendo después de muerto. Su nombre despierta amores y odios. Hay quienes dicen que no tenía códigos, que robaba entre su gente y a trabajadores. Otros, en cambio, ven en su figura el producto de un sistema social injusto.

El 27 de junio de 2011, el Topito de 19 años, recibió 15 disparos. Una banda le había tendido una trampa. Se valieron de dos autos y 4 armas de calibre 9 milímetros. Una de ellas se la habían robado a un efectivo policial. Los atacantes del Topito le dieron 6 balas en cada pierna, con intención de dejarlo paralítico. El Topito, desde el piso, los enfrentó.

– Tirá como hombre, puto- gritó desde el suelo.

Tres balazos más terminaron con su vida.

Este ataque, el tercero en pocos meses, fue el definitivo. Ya le habían disparado dos balazos por la espalda y dos meses después, un proyectil de calibre 45 le impactó en un brazo. El Topito, desde entonces, usaba chaleco antibalas y se cuidaba. El día del tercer ataque iba a hacer un negocio y salió apurado, sin la protección de siempre, sabiendo que él era el único que sabía cuidarse.

Llegó al lugar donde estaba citado para cambiar una moto por armas o droga. Lo esperaba un grupo armado. Sabiendo que el Topito usaba chaleco, querían acercarse lo más posible. Lo emboscaron en el fondo de una casa y ahí le dispararon.

Doce tiros en las piernas, dos en el tórax y uno en el brazo. Los asesinos escaparon en un Renault 12 y un Fiat Palio.

Hasta ahora hay tres sospechosos detenidos y otros cinco fueron liberados por la cámara de apelaciones.

Su muerte no fue el final de la historia. La tumba fue atacada en distintas ocasiones. La primera vez rompieron la endeble cruz de madera y patearon las flores. La segunda, intentaron desenterrar la sepultura para quemar la osamenta. El Topito, aún muerto, siguió despertando odios y rencores.

La muerte de Matías Martínez y Joaquín Parran, entonces, entra dentro de esta serie de violencia que ya lleva casi dos años.

– La motivación es muy débil y no se entiende. – dijo una fuente judicial- Es violencia pura, es matar impulsivamente. –

La investigación está a cargo de la Fiscalía de Graves Atentados contra las Personas,  el Juzgado de Instrucción N° 3 y la Fiscalía de Delitos juveniles, ya que estaría involucrado un joven de 16 años que sigue prófugo.

El único detenido por el doble homicidio fue apresado cuando los vecinos estaban por incendiar su casa. Lo habían reconocido y sabían dónde encontrarlo. Su nombre es Claudio “Tonga” Beliz y tiene 22 años. Cuando vio a la gente en la vereda, salió de una casa lindante y se entregó.

El Tonga, que tiene experiencia en la justicia, ya que está acusado como partícipe necesario en el asesinado de un chico de 14 años en enero del 2012,  decidió no responder ninguna de las preguntas que le hizo el Juez Macerlo Muñoz.

Todavía no se sabe con certeza si detrás de los asesinatos de Joaquín y Martín están involucradas las bandas de “Los Champú” o “Los Menducos”, que operan en esta zona de la ciudad. La policía cree que Beliz tenía lazos con Los Champú.

Ahora las autoridades temen por uno de los testigos de los hechos del 10 de febrero. El asesinato de Martín y Joaquín, en pleno barrio, a la vista de todos, podría producir nuevos enfrentamientos. Se le ofreció al joven la posibilidad de proteger su identidad y mudarse a un lugar más seguro. Él decidió quedarse en el barrio, con protección policial. Su grupo de amigos, dijo, está en ese lugar.

(Con información y foto de La Mañana de Neuquén)