al reves

Ilustración: Kitsh

Cosecha Roja-. El 8 de septiembre, cerca de las nueve de la noche, José Marciano Flores (55) disparó tres veces. La víctima era su mujer. Estaban en su casa del barrio INTA, de Trelew, Chubut. Al otro día, pasadas las siete de la mañana, ella murió.

El abogado Marcos Nápoli, defensor de Flores, dice que se trata de un caso de violencia de género, pero al revés. La mujer, sigue, lo había amenazado con un arma blanca. Pero el fiscal Omar Rodríguez se pregunta: ¿no será que usaba el cuchillo para defenderse con lo que tenía a mano de posibles agresiones de su marido? El abogado insiste que fue en legítima defensa, que la arrinconó con un mueble para que no lo hiriera, aunque el cuerpo de ella no tenía ni una marca. Sólo el disparo de un 38.

Flores, dice su abogado, no tuvo otra alternativa que defenderse.  Nápoli leyó las voces de un remisero, un oficial y un conocido de la pareja que hablarían de las agresiones de la mujer. “No se niega la conflictividad y gravedad de lo sucedido, pero los dichos del imputado y entrevistas realizadas con sus familiares y allegados hablan de una causa de justificación”.

Después de la reconstrucción de los hechos, el juez José Alberto García ordenó que se mantuviera la prisión preventiva que ya viene teniendo Flores, por 60 días más.

El hombre dice haber disparado sólo una vez, pero sus vecinos no opinan lo mismo. Ellos escucharon algunos dos, otros tres. En el peritaje del arma, el resultado fue: tres proyectiles, dos disparados, más el plomo encontrado en la mesa de la casa. Del mismo calibre.

Una de las primeras posibilidades era que hubiera sido un “crimen pasional”. Ante este nombre, la Cátedra Abierta de Género de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, delegación Trelew, emitió un comunicado. “Si la pasión es asociada a una total entrega de una persona hacia otra puede terminar en la muerte. Nilda Ávila, de 44 años, pagó con su vida el protagonizar un supuesto ‘drama pasional’. En realidad Nilda fue víctima de femicidio a manos del que era su marido, Jesús Marciano Flores”.

Sigue: “según medios locales dos policías llegaron a la escena del crimen cuando Nilda todavía estaba con vida. Dos policías, dos versiones: uno de ellos afirma que la mujer dijo: ‘él no tiene nada que ver, yo fui’. El otro, que ella dijo: ‘me tiró, me tiró’…”.

La Cátedra se pregunta: “¿palabras tan diferentes entre sí pueden escuchar dos personas? Tal vez siga operando la idea del ‘crimen pasional’ que justifica el femicidio perpetrado por Flores desde la falsa noción de que no pudo hacer más que asesinar. Tal vez sea que la palabra del hombre –‘se pegó un tiro sola’- tenga más peso que la de la mujer agonizante”