Cientos de personas pasaron la noche frente al Congreso en la vigilia por el aborto legal. Entre frazadas, carpas, mates y fogones, aguantaron el frío que llegó a cuatro grados. La fiesta se extendió hasta la madrugada y recién empezó a apagarse después de ese abrazo colectivo que provocó la media sanción de Diputados.   

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Magdalena avanzó por Montevideo hacia Avenida de Mayo. Quería encontrarse con sus compañeras de trabajo y militancia antes de ir hacia la zona del escenario. Eran las once de la noche y hacía 10 grados. Magui tenía puestas tres calzas térmicas que compró en la calle Avellaneda para usar esa noche, todas juntas. Pero se olvidó la campera en la carpa de ATE y tenía frío. En esa carpa iba a pasar la noche entre bolsas de dormir, frazadas y mates. Eran las doce menos veinte cuando salió para el escenario. Ya tenía la campera. Sonaba Jimena Barón de fondo, pero ella se acercó a otra esquina. En Mitre y Callao había una batucada. Se puso a bailar. A la mañana, cuando entre las miles se enteró de que había media sanción para el aborto legal se puso a llorar. Pero el momento más emotivo vino después: cuando subió la bicicleta, al alejarse, cruzó mirada con cada pibx y supo que había algo que lxs unía: ser parte, estar ahí.

Camila llegó al Congreso temprano. Junto a sus compañeras gráficas montaron una mesa en Callao y Sarmiento para ponerse a estampar. Entre rodillos, espátulas, cucharas y matrices de madera pasaron la tarde. Estamparon pañuelos verdes, hojas que pegatinaron y telas rojas que se volvieron parches. Así se fue haciendo de noche y entonces levantaron. Cami se quedó dando vueltas por la plaza hasta la 1 de la mañana. Sentía las calles como propias. Cuando el frío fue demasiado se fue a su casa. Volvió a las 8 de la mañana, esta vez con amigas. Escuchó que la ley salía y también lloró. El abrazo fue con desconocidas.

Belén recuerda el amanecer. Estaba amuchada con sus compañeras de Mala Junta. Tenía puesta una remera, camiseta, pullover, una campera, otra campera más larga y papel de diario en las zapatillas, pero sentía que se congelaba. La sensación era todavía más fuerte: a esa hora el poroteo iba tres votos abajo y la media sanción no salía. Alguna de sus compañeras empezó a cantar: “Somos las nietas de todas las brujas que no pudiste quemar”. Las voces se fueron sumando y de golpe eran todas. Por un momento Belu no sintió frío. Abrazada a ellas, sintió que eran sus hermanas.

Consuelo lo tenía planeado: pasar por la casa de su hermana Felicitas a dejar la cartera, montarse el glitter verde y violeta sobre los ojos, después esperar a sus amigas. A eso de las ocho ya estaba en la calle. No avanzó por Avenida de Mayo hacia al Congreso sino por Mitre para llegar al escenario. Ya había mucha gente, pero pudo ubicarse bien. Como para bailar. Hicieron vaquita y compraron cervezas. Entre gritos por aborto legal y un par de selfies, la noche parecía una fiesta. Por el escenario pasó Flopa Lestani, Jimena Barón, La Delio Valdez, Las Taradas, Miss Bolivia. Coni se quedó hasta que el cuerpo no le aguantó el frío. Volvió a la casa de su hermana y durmió dos horas en un sillón que sirvió de cama improvisada. A las seis y media se despertó. Espero hasta las ocho para salir. Las redes mostraban que la ley no salía. “Si no sale se pudre todo”, escribió en Instagram. El festejo fue en un reencuentro con sus amigas.

Natalia y Lucio bajaron en Once a las siete. Caminaron diez cuadras hasta Callao y Perón. Había mucha gente. Mientras se iban a acercando, Natalia sentía que el corazón se le aceleraba. Estaba emocionada. Como no podían avanzar más, se quedaron quietos. Escuchar a Miss Bolivia recitar Ni Una Menos, la hizo temblar. A las nueve tuvieron que irse. Estaban tristes porque deseaban quedarse toda la noche y estar al otro día para escuchar el resultado, pero Nati tenía que volver a Villa Sarmiento: debía ayudar a su mamá con varias cosas. La mamá nunca fue a una marcha, pero siempre la apoyó para que ella vaya. Esta vez, le pidió que lleve frazadas. Si no las usaba ella, podía compartirlas.

Trini salió a las 17 de su casa de Flores en el subte A. Se encontró con una amiga y caminaron juntas hasta Callao y Mitre. Avanzaban lento. Era un mar verde de gente. Ahí se encontraron con el gazebo de AMMAR y LA.MA.FE, una orga que hace acompañamientos de abortos. Armaron un fogón y bailaron en ronda cantando todos los temas feministas que conocen, que son muchos. Mientras pasaban las horas se fue cruzando con varixs compas de la facultad. Estuvieron recorriendo toda la vigilia que iba desde Callao y Corrientes hasta avenida de Mayo y Uruguay. Había un grupo de pibas haciendo sopa con una fogata improvisada, varias carpas, mucha gente con bolsas de dormir y mantas para aguantar. Trini caminó sintiendo que estaba cumpliendo su deseo: “compartirlo con todxs lxs que quise, abrazadxs, emocionadxs, cantando y bailando”. Haciendo historia.