Cosecha Roja .-

Hace más de un año lo acusaron de un crimen que ocupó la portada de los medios de comunicación y fue usado de ejemplo para avivar el fantasma de la inseguridad.  Alejandro Bordón pasó de ser un trabajador de limpieza  a estar preso en Sierra Chica, el penal más peligroso de la provincia de Buenos Aires. Hoy comienza a ser juzgado. En la primer ronda de reconocimiento, ni siquiera el policía que lo detuvo pudo reconocerlo.

Las historias de Juan Alberto Núñez y Alejandro Bordón se cruzaron por única vez el 5 de octubre del 2010, el día en que uno moriría y el otro sería acusado de asesinarlo.

Las calles de Monte Chingolo dan miedo cuando no hay gente. Alejandro Bordón, de 41 años, sabía cómo esquivar el peligro, por eso caminaba rápido y de parada en parada hasta que algún colectivo lo llevara al centro de Lanús. Allí, un transporte empresarial lo trasladaba a su trabajo de catering en el Aeroparque Jorge Newbery.  Esa madrugada tuvo que correr para alcanzarlo. Al subirse, un policía vestido de civil lo detuvo por un asesinato que acababa de ocurrir.

Trescientos metros más allá, sin salir de esa localidad, Juan Alberto Núñez, de 53 años, había sido acribillado de dos balazos. Era chofer de la línea 524 y se dirigía a la cabecera de la empresa para iniciar el recorrido.

El país se estremeció con la noticia. Los colectiveros reclamaron justicia en un paro que duró toda la mañana. “Hay más de 20 mil compañeros con sus familias en juego, los asaltos pasan y nosotros no estamos ajenos a esto”, dijo en la convocatoria uno de los delegados dela Uniónde Tranviarios Automotor (UTA).

Alejandro Bordón, un transeúnte, fue recluido con la medida de prisión preventiva en la cárcel de Sierra Chica, la más dura del país, donde en 1996 presos y rehenes murieron incinerados tras un largo motín. El comisario Guillermo Britos, entonces Jefe Departamental dela Policíade Lanús – hoy diputado de la provincia que responde a Francisco De Narváez–, negó que se tratara de un robo, y en cambio ofreció su versión: “Todo lo que se ha investigado hasta el momento indica una hipótesis pasional”, dijo. Según sus palabras, en el lugar de los hechos había un policía que vigilaba la zona y que, al escuchar el disparo, “persiguió al hombre y lo detuvo a tres cuadras cuando intentaba subir a otro interno de la línea524”.

Con esa declaración, una parte de la causa pareció saldada. El paro de colectiveros se levantó y la noticia pasó a un segundo plano.

Susana Fleitas, la esposa del acusado, no se quedó callada. Ella y más de cuarenta vecinos de Monte Chingolo no creen en la hipótesis lanzada por los oficiales ni piensan que Bordón sea el asesino. Lo han dicho de mil maneras en manifestaciones y plantones. No les parece justo que un hombre trabajador, sin antecedentes penales y también sin pruebas en su contra, se convierta en el símbolo perejil de una lucha contra la inseguridad.

Alejandro Bordón, cuenta su esposa, estaba cerca de los hechos tanto como lo estaban los demás pasajeros del colectivo. Su vida hasta ese momento, dice ella, era intachable: había criado a dos hijos, trabajaba de sol a sol y a veces jugaba fútbol. El agente de civil que lo detuvo era también vecino del barrio y fue quien planteó la hipótesis con la que pocos concuerdan: que Bordón mató a Núñez por un lío de faldas. “Mi marido es inocente. Dijeron que teníamos antecedentes y es mentira. Dijeron que yo tenía relación con el chofer y no lo conocía. Dijeron que mi marido era un asesino, y estaba yendo a trabajar como todos los días”, afirma Susana. Sobre el asunto “pasional”, los peritos no hallaron relación alguna entre la víctima y el supuesto victimario.

Ha pasado año y medio desde que un hombre fue señalado como el asesino de Juan Alberto Núñez y no hay un móvil en el medio. La diligencia judicial se retomó esta semana, con las rondas de reconocimiento, en las que el agente que efectuó la detención no pudo reconocer a Alejandro Bordón. Los compañeros del hombre fallecido insisten, aunque con miedo, en la hipótesis de un atraco a mano armada.

Esta mañana frente a los juzgados de Lanús las historias de Bordón y Núñez se volvieron a cruzar. Una multitud con carteles y bombos repite sus nombres para reclamar una justicia que hasta ahora cojea: esperan que el primero quede libre y el crimen del segundo sea en verdad esclarecido. Está previsto que el debate oral continúe hasta el martes 22 de mayo.