Miles de mujeres cordobesas participaron del Paro Internacional de Mujeres. Al cese de actividades en sus puestos de trabajo le siguió la movilización más masiva de mujeres que la provincia recuerde. Marcharon contra la violencia de género y la desigualdad laboral.
Fabiana separa hojas de lechuga y las pone en un boul de plástico verde. Todo lo demás está listo: un tarro grande de mayonesa, rodajas de tomate, repollo, chimichurri. A un metro y medio, un joven controla una tanda de chorizos tendidos en la parrilla. Hace más de veinte años vende choripanes y las marchas sirven para repuntar un poco el mes. Fabiana conoce las movilizaciones. Sabe estimar cuántas personas asisten a cada una. Las del 24 de marzo son de las más multitudinarias pero en las de mujeres hay cada vez más gente, dice. “Vengo a trabajar pero también a acompañar, siento mucho dolor cuando veo que matan a las chicas”.
El puestito de choris está frente al escenario que las organizadoras de la marcha montaron para la lectura del documento y el cierre con artistas. Ya es de noche y el viento alivia un poco el calor húmedo de la tarde. “¡Basta de impunidad!”, grita una mujer frente al micrófono. Pertenece al colectivo Ni Una Menos Córdoba.
Mientras, siguen llegando las columnas de mujeres y Fabiana está lista para vender su especialidad. En la multitud también hay hombres y niños.
“Tengo una hija y pienso en las barbaridades que pasan con las mujeres. La sociedad está cada vez peor”, dice. Fabiana está cerca del humo y se seca el sudor de la cara con servilletas que tiene en la mesa. Las gotitas de transpiración se mezclan con lágrimas. La mujer está llorando.
“Es que estoy viviendo todo esto con una hermana. Es muy agredida por la pareja, verbalmente muy maltratada”, justifica. Habla de su hermana menor, de 28 años. Ella tiene 33. “Es una lucha y un dolor muy grande. Vos te acostás y no sabés la mente de ese ser humano”.
Fabiana mira el celular porque hace un rato habló con ella y la invitó a que vaya al puesto de choris para el cierre de la movilización. “Les pedí que venga con los chicos. Siempre le digo que no se deje tocar, y que por favor los hijos no estén cuando se pelean”. Viven en un barrio alejado del centro.
Miles de mujeres pasan con consignas en carteles y pintadas en los cuerpos. “Los privilegios se eliminan”, “Mi cuerpo es mío”, “Varón cómodo no lucha”, rezan algunas de ellas.
“¿Sabes qué pasa?, que se le fue el amor y no quiere estar con él”, confiesa mientras pone la mirada fija en la multitud. “Esta marcha es cada vez más grande, mira todo lo que viene allá atrás”.
En el tacho de basura hay una montañita de servilletas arrugadas y muchas son de Fabiana, que trata de reponerse rápido. “Somos mujeres, trabajamos, nadie tiene el derecho de venir y pegarte como si nada. Esto tiene que cambiar”. Fabiana tiene a mano los números de atención a las víctimas de violencia de género, por si acaso necesita hacer una denuncia urgente para ayudar a su hermana.
Se estima que 18 mil mujeres caminaron ayer por las calles céntricas de Córdoba, en un grito contra la violencia y la inequidad de género. El 2016 cerró con un saldo de 23 mujeres víctimas de violencia machista, la mayoría asesinada por sus parejas o ex parejas. La cifra indica más de una mujer asesinada por mes. Además de la violencia, el reclamo fue contra la desigualdad laboral y económica.
Los panes están cortados. Se acerca gente al puesto de Fabiana, que ya no puede seguir conversando y agiliza las manos para preparar los choris rápido. Su hermana todavía no llegó.
Fotos: Estefanía Galara
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