Crimen de odio: a Enzo lo mataron por gay y trabajador sexual

Enzo Aguirre tenía 23 años y el sábado lo encontraron estrangulado en el hotel donde vivía. La investigación sigue la pista de dos hombres con los que se había encontrado. Trabajadorxs sexuales marcharon en reclamo de justicia y pidieron que se investigue si hay una red detrás de los delitos recientes.

Crimen de odio: a Enzo lo mataron por gay y trabajador sexual

Por Matias Máximo
18/11/2020

El viernes Enzo Aguirre estaba reunido en Palermo con unas amigas trans y cerca de la medianoche recibió un llamado. A pesar de que solía pautar sus encuentros sexuales un día antes, desde que comenzó la pandemia la necesidad económica lo había flexibilizado, como le pasa a muchxs de quienes forman parte de AMMAR, el sindicato de trabajo sexual de Argentina. Saludó a sus amigas, les dijo que se iba a ver a un cliente y fue a Le Petit Suites, el hotel coqueto del centro porteño donde vivía. A las 23.50 la cámara registró que entraban dos hombres a su habitación y su teléfono no respondió. Horas después el personal llamó a la policía. Enzo estaba muerto, a simple vista estrangulado. Tenía 23 años. 

En la Plaza del Congreso por primera vez en 29 años no hubo Marcha del Orgullo, pero la juntada de hoy fue un abrazo comunitario frente al dolor. Lxs amigxs más cercanos de Enzo sublimaron remeras con su cara y en la espalda estamparon una frase que solía decir: “Lo di todo amiga”. La convocatoria empezó al mediodía y marchó diez cuadras hasta la fiscalía N°49, que investiga el caso. “Las consecuencias que tiene la clandestinidad y la criminalización de nuestro trabajo es que no existimos”, dijo a Cosecha Roja Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR. “Al no existir vivimos una serie de violencias que nunca son denunciadas, porque el estigma te produce vergüenza, culpa y te aleja de las instituciones estatales”.

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Entre la noche del viernes y la madrugada del sábado el mismo número que llamó a Enzo intentó contactarse con cinco chicos que tenían sus teléfonos cargados en la misma web de servicios sexuales. Una semana antes un joven pasó por una situación de violencia similar, aunque se salvó. Pactó un encuentro, fueron a verlo dos hombres y lo amordazaron para robarle, aunque en ese momento llegó un compañero y los asaltantes huyeron. Cuando supo de la muerte de Enzo se acercó a declarar frente a la fiscal Paula Asaro, que investiga si se trata de las mismas personas.

Como Enzo era gay y parte de una comunidad marginada como la de trabajadorxs sexuales, varias organizaciones LGBT+ se sumaron al reclamo de justicia y reclaman que se investigue como crimen de odio, lo que le abriría a la fiscalía una instrucción diferente a la que se hace para investigar un homicidio simple.

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El sol pega de lleno en las cabezas y con el barbijo el calor se siente más, por eso la mayoría se agolpa en el único árbol que da una sombra mezquina frente al Congreso. El vendedor de marcianitos helados se une a la marcha y se hace el día, porque algunxs encuentran en la barra de hielo un consuelo al sofoco. Hay carteles: “Justicia por Enzo”, “Orgullo para no desaparecer”, “Derechos laborales para lxs trabajadorxs sexuales”. También hay banderas del orgullo y algunxs comentan con angustia que Enzo no se perdería una movida así. 

“Lamentablemente no nos sorprende lo que pasó”, dice Mauro, delegado de trabajadorxs sexuales en internet de AMMAR. “Venimos denunciando que al no contar con un marco de derechos se abona a la impunidad para que estos crímenes ocurran. Enzo no fue único, hace tres meses perdimos a otro compañero y todas las semanas nos enteramos que esta modalidad de robos creció”.

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En el ambiente LGBT+ Enzo era conocido porque previo a la pandemia, además del trabajo sexual, bailaba en el boliche KM Zero, un sótano poblado de gays, drag queens y strippers en la mítica Pueyrredón y Santa Fe. En esa misma esquina está la estación de subte Carlos Jáuregui, fundador de la Comunidad Homosexual Argentina, ya que en los 80s y 90s era un punto de encuentro del yirage, que a falta de lugares de encuentro deambulaba por la zona hasta encontrar pareja. Desde que empezaron las medidas de aislamiento preventivo KM Zero está cerrado, incluso sacaron el cartel de su puerta, por lo que Enzo se había quedado sin ese ingreso.

Enzo era muy cariñoso con su familia y todos los meses hacía giros de dinero a su Corrientes natal, de donde había migrado para probar suerte en Buenos Aires. Pocos días antes de su muerte les había enviado casi todo lo que tenía del último mes, por eso cuando lo mataron solo pudieron robarle el celular. En su cuarto, donde vivía con un compañero, tenía una caja de seguridad que encontraron abierta, aunque estaba vacía.

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La muerte de Enzo reavivó el reclamo de una ley que hace años llevan adelante organizaciones como AMMAR y personas que se perciben como trabajadorxs sexuales. Raúl Zaffaroni, ex miembro de la Corte Suprema de Justicia y actual juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dio su apoyo a una alternativa que no criminalice. 

“Creo que es indispensable reconocer que existe el trabajo sexual. Frente a cualquier problema social conflictivo hay dos caminos: creer que se puede eliminar de forma ilusoria o entender que no se puede eliminar y hacer una reducción de daños”, dijo Zaffaroni entrevistado por Franco Torcchia en radio La Once Diez. 

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Las primeras pistas que tiene para seguir la fiscalía son tres. La filmación del hotel, ya que más allá de que los dos hombres aparecen con barbijo se pudo distinguir a uno rubio y otro morocho. Los restos de material genético en la habitación: Enzo tenía raspaduras en su cuerpo y si se defendió es probable que tenga ADN de los agresores. Y el testimonio del trabajador sexual que testificó haber sido atacado por dos personas. No se descarta que aparezcan otros testimonios, ya que frente al Congreso se comentaba en off muchos otros casos similares.

En la pandemia la fragilidad de los ingresos de trabajadorxs sexuales se profundizó. Como en los últimos meses cerraron los albergues transitorios, muchxs empezaron a usar los lugares donde viven para trabajar. El caso de Enzo fue extremo, pero varias personas que llevaron clientes a la soledad de sus espacios sufrieron robos y violencias.

Para Orellano, es urgente un marco regulatorio para frenar la escalada de odio. “Más allá de que tenemos métodos de cuidados como grupos de WhatsApp y estar en permanente contacto, la autogestión tiene un límite. El Estado tiene que estar presente para poner fin a toda esta violencia”. A las 21 habrá una vigilia frente a la puerta de Le Petite Suites, Esmeralda 933. Compañerxs y amigxs de Enzo estarán con carteles, flores y banderas en su memoria y para señalizar el lugar, donde esperan que la justicia investigue a fondo.

Matias Máximo