Por Camilo Genoud*
Las protestas sociales que este domingo hubo en distintas ciudades de Cuba pusieron al presidente Miguel Díaz-Canel ante su día más complicado desde el arribo al gobierno. La convocatoria había empezado a circular desde Matanzas y tuvo a los primeros manifestantes en una pequeña ciudad de la provincia de La Habana. En pocas horas se fueron sumando cientos de personas de otras provincias.
Lejos de llamar a la calma, el presidente cubano convocó al resto de la sociedad a movilizarse en “defensa de la Revolución” y eligió no escuchar las demandas que se vienen macerando hace tiempo por un contexto económico y sanitario crítico.
A partir de ahí y hasta el momento, las noticias, análisis y expresiones de deseo interpretan las movilizaciones en base a lo que unos y otros quieren que sean, más que lo que realmente son.
Desde acá, un aporte para pensar la actualidad cubana.
Desde arriba
El 19 de octubre de 2019 Miguel Diaz-Canel fue elegido presidente de Cuba. Esta noticia no sorprendió dentro de la isla porque desde hacía varios años tenía una consideración muy alta de Raul Castro y la cúpula del PC cubano.
Nacido en la provincia de Villa Clara un año después de la llegada de Fidel Castro al poder, Diaz-Canel construyó su carrera política con mucha paciencia y tiempo. Fue secretario de Villa Clara y Holguín (algo así como un gobernador o intendente), funcionario del Ministerio de Educación y en 2013, vicepresidente de Raúl Castro. Fue esencial en los distintos tratados comerciales que Cuba hizo en los últimos años, fundamentalmente con la República Vietnamita, un dato que puede resultar menor pero que indicaba que el modelo cubano iba a intentar imitar la reconversión del país de Ho Chi Minh hacia una economía mixta.
Un elemento central de Diaz-Canel tiene que ver con su predisposición al diálogo, como demostró cuando creó la primera casa LGTBI de Santa Clara y con la buena relación con el colectivo LGTBI en un país que durante mucho tiempo relegó y discriminó a esta población.
Con un perfil mucho más técnico, ajeno a la épica revolucionaria y la legitimidad de los comandantes, la llegada de Díaz-Canel a la presidencia se presentó como un cambio de estilo en la dirección a favor de una mayor apertura y diálogo con los distintos sectores de la sociedad cubana.
Desde afuera
Desde la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del campo comunista, Cuba vive en crisis.
Esa destrucción de la economía llevó en 1990 al Período Especial en Tiempos de Paz, con una contracción de más del 85 por ciento del PBI. Desde entonces, Cuba jamás recuperó los niveles de vida de la década del 80, conocida como la “época dorada”.
En estos 30 años solamente tuvo alivios económicos en ocasiones y contextos muy puntuales, como la llegada de Hugo Chávez a Venezuela y los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Nestor y Cristina Kirchner en Argentina y José Mujica en Uruguay, que implicaron tratados bilaterales, acuerdos comerciales, intercambio de profesionales, préstamos, vínculos turísticos y otros acuerdos comerciales.
A esa década de gobiernos progresistas latinoamericanos se le sumaron las buenas intenciones de un Barack Obama que se acordó tarde de la relación entre EEUU y Cuba. En los últimos 12 meses de mandato tomó una gran cantidad de medidas bien intencionadas pero que no alcanzaron para desarmar el entramado complejo y sinuoso del bloqueo económico, que se sostiene más allá de que desde hace décadas sólo dos países se oponen en la ONU a levantarlo: EEUU e Israel.
Ese “verano” no solo se apagó rápidamente tras la llegada de Donald Trump sino que se volvió un “invierno” crudo y hostil, rememorando los peores momentos del Periodo Especial. Hasta el momento Joe Biden no sólo no modificó la política de su predecesor sino que en los últimos meses tomó medidas que recrudecieron la situación, ahogando aún más económicamente a la población cubana e impidiéndole conseguir insumos vitales para hacerle frente a la pandemia.
Este lunes Biden habló de Cuba por primera vez. Dijo que está “a favor de su libertad” sin hacer referencia al bloqueo económico.
Desde adentro
Las movilizaciones del domingo se explican por ese contexto económico internacional, pero no solamente.
Desde el domingo las redes sociales y los múltiples medios, que vienen augurando el fin de la Revolución desde el mismísimo 1ro de enero de 1959, están entusiasmados por la caída del régimen y la “vuelta a la libertad”, independientemente de que las expresiones populares se enmarcan en demandas propias y no ajenas.
La pandemia del covid-19 sumó a la crisis económica la falta de ingresos provenientes del turismo, uno de los más importantes de la isla. Según un informe de la Cepal, el turismo en Cuba ha registrado un aporte al PIB de un 10 por ciento, y al empleo de un 11 por ciento.
En un primer momento el gobierno tuvo bajo control la situación epidemiológica manteniendo el número de contagios y muertes en decenas. Pero en los últimos meses la situación sanitaria comenzó a empeorar y en estas últimas semanas hubo picos de contagios y muertes elevadas en la provincia de Matanzas. Este sábado la isla reportó, por tercer día consecutivo, la mayor cantidad de contagiados (6.423) y de fallecidos (42) en un día. Sobre una población de 11 millones de habitantes, el lunes 12 se contabilizan 224.914 contagios y 1.579 fallecidos desde el comienzo de la pandemia.
En paralelo a estas complicaciones, Cuba desarrolló varios candidatos vacunales para enfrentar al covid-19: Soberana 02 y Abdala están en fase 3 y cerca de aprobarse con un porcentaje de inmunidad del 92 por ciento en tres dosis.
Con este logro Cuba es el único país por fuera de las grandes potencias mundiales que desarrolló sus propias vacunas, algo que genera la expectativa de una fuente de ingresos para mejorar la situación económica del país.
La crisis del covid-19 se sumó a la ya cotidiana falta de insumos y a medidas que el gobierno de Diaz-Canel tomó a principio de año para unificar las monedas que circulaban en la isla. Estas iniciativas llevaron a una devaluación del peso cubano y a una caída del poder adquisitivo de la sociedad.
También se tomaron medidas para regular los insumos importados que cubanos y cubanas suelen traer del exterior, como una política para combatir el mercado ilegal. Algo que, si bien tiene una cuota de verdad y puede ser una medida entendible, deja de lado la complejidad de la cotidianidad cubana y lo difícil de hacerse de esos recursos por la vía legal.
Desde abajo
Las manifestaciones que empezaron en San Antonio de los Baños (cerca de La Habana) y Palma Soriano (en Santiago de Cuba), y se extendieron por la isla, no fueron las primeras de la sociedad cubana hacia el gobierno de Díaz-Canel.
En Noviembre de 2020, la situación económica y sanitaria empezó a generar malestar y se expresó en la puerta del Ministerio de Cultura, cuando un grupo de personas se manifestó en contra del arresto del rapero Denis Solís. El joven es miembro del Movimiento Cultural San Isidro (MSI) y la noche del 6 de noviembre había sido arrestado en su casa después de una situación confusa con la Policía que llevó a un encarcelamiento y condena por desacato, aplicados en tiempo récord.
Durante esa protesta, Díaz-Canel obró de la misma manera que este fin de semana. Denunció que el MSI estaba financiado por los Estados Unidos y llamó al pueblo de Cuba (una noción que requeriría otra nota para profundizar) a marchar en defensa de la Revolución.
La protesta de esa noche y los días siguientes pusieron en evidencia las demandas que muchos sectores de la sociedad tenían y tienen con el gobierno, relacionadas fundamentalmente con el ámbito cultural (con algunos sectores estando de acuerdo con el MSI, otros no tanto y otros decididamente opuestos). Pero la cerrazón dirigencial optó por viejas fórmulas para paliar problemas nuevos y terminó, como se diría en estos pagos, “pateando para adelante” el problema.
No se puede tapar el sol con la mano ni decir que es azul porque yo quiero que lo sea
La convocatoria a manifestar comenzó a circular el domingo desde Matanzas. En pocas horas se fueron sumando sectores de otras provincias que están ahogados sanitaria y económicamente.
En un primer momento Diaz-Canel fue a San Antonio de los Baños a dialogar con algunos manifestantes, pero horas más tarde, y al igual que la noche del MSI, decidió guardar sus credenciales de diálogo. Y llamó al pueblo a marchar para defender la Revolución, algo que mueve una enorme cantidad de gente pero que tiene como contrapartida el error político de desoír demandas que se vienen macerando hace tiempo.
Las protestas incluyeron el envío de fuerzas de seguridad, pero no hubo balas de goma, gases lacrimógenos, ni ninguna de las “herramientas de diálogo” a base de aire comprimido que usan muchos de los que hoy se presentan como “solidarios” de la causa.
Circularon cientos de videos de las protestas que denunciaban la situación actual y muchos registraron situaciones de violencia con la Policía, seguidos de arrestos de varios manifestantes, muchos de los cuales ya fueron liberados, aunque no todos. Más tarde, internet se cortó en casi toda la isla, lo que impidió la transmisión en redes sociales de los videos que mostraban las protestas. Este martes se sumaron, sobre todo en Facebook, muchos testimonios de personas que aseguran haber sido reprimidos.
Las noticias que llegan desde Cuba suelen estar atravesadas por el prisma de una Guerra Fría que terminó hace mucho pero que aún le es funcional a muchos relatos. Las movilizaciones del domingo fueron leídas desde los fieles de La Embajada como una muestra de rebelión (que en cierto punto, obviamente, lo es) pero con el foco en la expectativa de destrucción del socialismo que gobierna desde 1959.
Esta lectura se hace de cualquier acontecimiento en Cuba y, si bien el domingo se pudieron ver muchos carteles con consignas como “Patria y Vida” o “Abajo la dictadura”, sería un error pensar que dentro del hashtag #SOSCuba todas las personas que se manifestaron sostienen las mismas consignas.
El problema es que el gobierno cubano toma esas banderas y consignas que piden el fin de la Revolución para caracterizar a todas las personas que marcharon, cuando en realidad las protestas son una muestra concreta de la demanda de mayor apertura y diálogo por parte de la sociedad.
Como escribió la investigadora cubana Aylin Torres (a quien recomiendo que lean y sigan): “Sabemos que lo que une a toda la gente protestando son los apagones, la escasez, la falta de antibióticos, el derribo del valor real del salario y de los ingresos, la ausencia de rendición de cuentas y de participación popular, la escalada de la incertidumbre y el descalabro de la esperanza. El cansancio de saber que la asfixia de afuera se agrava por la de adentro”.
Que Díaz-Canel diga que hay agentes infiltrados que quieren destruir al país es tan cierto como lo es saber que esos grupos jamás tuvieron volumen, representatividad ni legitimidad en el grueso de la sociedad. Siempre se mantuvieron en la marginalidad, reducida al financiamiento nortemericano que solo logró atenciones eventuales con campañas mediáticas pero sin grandes apoyos sociales.
Desoír y desconocer la gravedad de la situación es, como dijo Julio César Guanche (uno de los intelectuales más importantes y agudos de la isla), intentar “apagar el fuego con gasolina”. Y no hace falta demasiado análisis o marco teórico para saber que eso siempre termina mal.
Todavía es temprano para saber de qué manera o qué cauce va a tomar la situación. Un horizonte puede pensarse en lo que escribió Guanche: “Es muy difícil responder a lo grave e inédito pero no hay nada más revolucionario que responder a lo inédito con respuestas también inéditas”. Las movilizaciones del domingo son la muestra de que algo nuevo está pasando en Cuba y que, como tal, no se pueden resolver problemas actuales con viejas herramientas.
*Camilo Genoud es profesor de Historia por la Universidad de Buenos Aires, formó parte del Grupo de Estudios de Cuba y el Caribe de la UBA. Dictó el curso de extensión “Cuba para Principiantes: analizando el camino revolucionario” de esa misma institución. Organizador del Ciclo “Diálogos Pensamiento Cubano Contemporáneo en la Argentina. Actualmente se encuentra cursando la Maestría de Estudios Latinoamericanos de la UNSAM.