cacho-casta-ok“El momento ha llegado”, dijo emocionada la periodista y actriz Oprah Winfrey en los Globos de Oro. En el público, actrices y actores vestidos de negro contra la violencia machista aplaudieron. La imagen sintetiza una lucha que llevaron adelante las mujeres en Hollywood y que tuvo como caballito de batalla el #MeToo. Decir -gritar- “yo también” para mostrar que los abusos no son aislados y que las víctimas no están solas. Un movimiento tan fuerte que llevó a la caída de productores históricos, actores reconocidos, varones poderosos.

Pocas horas después, en la tarde de verano de la televisión argentina, el autor de “si te agarro con otro te mato, te pego una paliza y después me escapo”, daba una nota después de ‘un año de silencio’:


“Si la violación es inevitable, relájate y goza”, dijo Cacho Castaña en el nuevo programa de Mariano Iúdica por América TV. “¡Frase fuerte!”, se escuchó de fondo. “Cacho es así”, justificó el conductor, “ahora lo van a descontextualizar”. “Bueno, es un refrán viejo. Explica mucha cosas más allá de la violación”, remató Cacho. La frase es misógina, violenta y machista. Y huele a viejo. El repudio fue inmediato, sencillo: de tan brutal nadie puede salir a defenderlo. Incluso tuvo que salir a pedir disculpas, explicarse.

¿Qué significan sus declaraciones más allá del contenido? ¿Por qué se sintió libre de hacerlas? ¿Cuál es el hilo invisible que une su brutalidad con las declaraciones de Facundo Arana, la pauta publicitaria para un violador condenado como el Bambino Veira, la vuelta a los medios de Ari Paluch?

“La violencia machista no es la novedad, sino lo que se hace con lo que sucede”, escribió Luciana Peker en Revista Anfibia. En Argentina la historia es otra. A pesar de que las mujeres tomaron las calles y gritaron #NoNosCallamosMás, la industria mantiene a acosadores y abusadores protegidos. Peker lo llamó “Machowood”.

Las voces de mujeres que salieron a decir #MeToo y las denuncias de acoso en Hollywood se hicieron escuchar tanto que cayeron productores históricos, actores reconocidos, varones poderosos. El movimiento se vio sintetizado en los Globos de Oro, donde actores y actrices se vistieron de negro y dijeron #TimeIsUp: el tiempo se acabó.

¿Cuanto falta para que se le termine el tiempo a la cultura de la violación en Argentina? ¿Qué podemos hacer para enterrarla? Acá recopilamos cuatro ideas pensadas a contrareloj. Podés contarnos las tuyas: siempre son bienvenidas.

1- Creer en las víctimas

Después de cinco años, la actriz Calu Rivero contó que abandonó una tira prime time muy exitosa porque fue acosada por el coprotagonista, Juan Darthes. En el set lo sabían: sus compañeras dijeron que volvía llorando después de grabar escenas con él. El galán acosador la denunció a Calu y ella decidió hablar. “Era una serie de escenas calientes”, “¿Por qué no habló en ese momento?”, “Quiere perjudicar a una familia”, son algunas de las frases que se escucharon en los medios.

La periodista cordobesa Silvia Perez Ruiz denunció que el actor Lito Cruz la manoseó y ella decidió no volver a entrevistarlo. Nombró otros varones que no volvería a entrevistar: Miguel del Sel, Roberto Sniezek. La respuesta de los compañeros de Mariachi fue instantánea: amenazaron con iniciar una demanda.

¿Por qué es difícil denunciar un acoso o abuso? La primera reacción general es atacar a la víctima: descreer de su relato. Hay que empezar por eso.

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2- Que las empresas y el gobierno no pauten en programas de acusados de abuso

Héctor “Bambino” Veira fue condenado por un intento de violación a un menor de edad en 1991. Cuando quedó libre, volvió al fútbol y siguió siendo idolatrado. Hoy es conduce un programa de radio junto a Guillermo Cóppola y Ricardo Caruso Lombardi. Entre los auspiciantes hay grandes marcas y hasta el propio Estado.

En medio de la denuncia por acoso, anunciaron que Juan Darthes será el protagonista de la nueva novela adolescente prime time. “Bajo ningún punto de vista corre peligro. Tampoco hay que estigmatizar a la gente”, dijo Adrián Suar. Los productores y empresarios no dudan: siguen apoyando a los abusadores aunque existan denuncias.

3- Que deje de ser gratuito reproducir la cultura de la violación

La imagen de Ari Paluch manoseando a una microfonista dio vuelta por las redes y los medios. Otras mujeres contaron que fueron acosadas por conductor. La excusa del “give me five” quedó corta y ridícula. Cuando los auspiciantes anunciaron que iban a dejar el programa parecía que las mujeres habían ganado una batalla. Pero no: a los pocos meses el show volvió a empezar con Paluch a la cabeza.

Que sea gratuito decir cualquier barbaridad machista no es nuevo: “Vamos a mandar a alguna chica bonita a convencer a empresarios para que vengan a invertir”, dijo Carlos Arroyo, intendente de Mar del Plata y siguió en su puesto. El escándalo más alto lo protagonizó el propio presidente Mauricio Macri cuando dijo: “A todas las mujeres les gustan los piropos, aunque les digan qué lindo culo tenés”. Y no pasó nada.

castania-macri4- No justificar los abusos con la bondad o la simpatía de las personas.

Cuando el actor Facundo Arana redujo la “realización” de las mujeres a la maternidad y el amor -heterosexual-, para muchos conductores la reacción de repudio fue “desmedida”. “Es un buen tipo” se volvió un paladín para invisibilizar la violencia. Cuando un columnista de televisión llamó “asesina” a la actriz Muriel Santa Ana por haber abortado, en un país donde se realizan entre 370.000 y 522.000 abortos al año, a nadie le pareció desmedido. Reírse, minimizar, apelar a otras caras del acosador son formas de desprestigiar a las víctimas.
Cacho es así: machista. “Si te agarro con otro, te mato”, canta en uno de sus emblemáticos temas. Hoy el contexto creado por las mujeres ayuda a repudiar, pero no alcanza. El silencio cómplice de la industria del entretenimiento y el festejo de la violencia colaboran a una realidad donde una mujer es asesinada cada 29 horas.