des-madres“No se hace el amor, el amor no se hace…”

Gabo Ferro

G. tuvo 11 embarazos y 7 hijos: 2 están en una institución, 2 con otra persona, una con el padre y dos con ella. S. fue separada de sus hijos menores: los fueron a buscar en patrullero al colegio. Sí quedaron a su cargo sus hijos de 15 y 17, los más problemáticos. C. tuvo 7 hijos pero ella cuenta 6: uno murió aplastado cuando dormían. Tenía dos meses. La tenencia de 3 la tiene su cuñada. Lxs otrxs, con ella y su pareja. L. no sabe nada de su primera hija –está con su padre en Lugano, supuestamente- y a su segundo hijo lo va a ver a una casa de cuidado. Está embarazada nuevamente pero no lo acepta: dice tener una “úlcera”.

En estos días Luciana Salazar tuvo una hija por un vientre subrogado, Muriel Santa Ana escribió sobre su propio aborto –¡hasta le desearon la muerte!- y Facundo Arana habló: “Una mujer cuando es madre es cuando realmente se realiza”.

Las declaraciones de Arana fueron letales: tiene la misma opinión que vastos sectores médicos, de enfermería, y del mundo hospitalario. Lo que redunda en que cuando una adolescente o mujer mayor de edad tiene un hijx y no se “conecta” a los pocos minutos le caiga encima el peso moral, social, y bastante de maltrato.

¿Cómo se arroga alguien el saber de si en las primeras 24/48/100 horas una mujer puede construir una maternidad?

“Yo me doy cuenta enseguida”, dicen.

Es decir: el imaginario que indica a la madre que sonríe con su bebx colgando de su teta –suele ser la foto favorita en Instagram y Facebook- ignora todo el universo que circunda a una mujer al momento de dar a luz.

Elude la singularidad.

Hay mujeres muy doloridas en su postparto. Hay adolescentes solas. Hay madres multíparas que piden a gritos una ligadura de trompas. Hay primerizas que no buscaron embarazarse. Hay quienes no hicieron un control y se dieron cuenta de que estaban embarazadas por “estar gordas”.

F. tuvo su primer hijo a los 16: ¡estaba feliz! Preparó todo para mudarse con K, que tenía 14. Fueron a vivir con los padres de F. Las fotos eran divinas pero el bebé no paraba de llorar por las noches. Sus amigxs seguían en la misma: birra desde la tardecita, baile, play hasta las 4.

K. volvió con sus padres cuando el bebé tenía 3 meses. Dejó el colegio, casi no se comunica con sus amigxs. F. le pasa $500 al mes. Su mejor amiga, C., le habló francamente: “Te lo tenías que haber sacado. ¡Te cagaste la vida!”

¿Es el vínculo madre/hijx algo dado? De ninguna manera. Es una construcción que podrá o no suceder.

Es un tema que suscita los mayores prejuicios: “Cuando se abren de piernas no piensan”, “No se cuidan nunca”, “Hacer hijxs no les importa”.

Por eso las declaraciones de Arana fueron tan retrógradas: realmente muchas personas consideran que una mujer que no es madre no está “realizada”. Pero, ¿que ocurre cuando la maternidad no “realiza”?

Entonces tenemos el modelo de Luciana Salazar, quién contrató –gracias a sus posibilidades económicas, hay que decirlo- a una señora para que engorde el cuerpo que ella no resiste. No creo que su conflicto fuera gestar un hijo, sino verse gorda.

Es tapa de varias revistas, y vendió en dólares el acontecimiento. No es homosexual, la trombofilia no sería un impedimento, varias mujeres acuden a bancos para gestar un hijo. Ella no puso el cuerpo. Pero obtuvo el beneficio: U$S 120.000 cuesta aproxidamente el procedimiento elegido por una mujer en edad fértil. Cuánto paga un reality?

Hay mujeres más reales y con menos dólares: una de ellas fue filmada por su hija de 6 años agarrando a su otra hija pequeña de los pelos, elevándola por los aires, pateándola por ¡una Tablet! No obtuvo la tapa de Caras ni Hola, ni un reality: le hicieron una página en Facebook.

No es “la peor madre del mundo”, pero si es cierto que no logró una vinculación con sus hijxs.

En 2012 Adriana Cruz mató a su hijo de 6 años para vengarse de su ex marido. Se suicidó en el hospital psiquiátrico donde estaba internada. Noelia, de 20 años, metió a su bebé de 5 meses en un lavarropas: fue detenida antes de que el hecho finalizara. Reyna “vendía” a su hija de 11 años a cambio de electrodomésticos. Andrea mató a su hijo en un descampado a patadas.

Claramente, el amor materno no es algo dado.

Pero tampoco su ausencia queda del lado de la monstruosidad: Adriana, Noelia, Reyna, Andrea quizás compraron zanahorias en la misma verdulería que nosotrxs. Iban al cine, a bailar, a tomar café, al trabajo.

Cuando la obligación de la maternidad se sostiene únicamente del lado biológico –parir- se elude y se niega que es un vínculo a construir. Y a veces no se produce. Y sobreviene la intolerancia: la violencia, el destrato, a veces incluso la muerte.

Allí donde la ausencia de la paternidad –por abandono, por negación, por simple “plantación de semilla”, por abrumamiento- no es puesta en discusión, a la mujer le cae todo el peso de la condena: desde la legal hasta la social.

Luego se crean páginas de Facebook titulando “la peor madre del mundo”. Y se la castiga inmediatamente: le sacan a sus hijxs. Qué, aún así, seguirán siendo suyxs. ¿Se castigan las acciones? No tanto: más bien diría “lo público” de las acciones. A puertas cerradas…

El concepto clave que se ausenta en todxs estos casos es la prevención: trabajar con embarazadas adolescentes, con madres multíparas, con jefas de hogar con escasa red. Y revisar los conceptos: ¿Cuál es el criterio estatal para que a una mujer la separen de algunxs de sus hijxs y no de otrxs? ¿Porqué cuesta tanto pensar que madres violentas generalmente repiten una historia que han sufrido sobre sí mismas? (Punto basal, dado que se tiende a que lxs hijxs queden a cargo de algún familiar directo). Y por último, ¿Por qué es tan dificultoso separar lo biológico de lo psíquico? Un embarazo es algo del orden de lo biológico, la maternidad,no.

En el año 437 A.C. se presentó Medea.

¿Recuerdan la escena final?